La fuerza de lo pequeño: transformación desde una escuela rural de la Axarquía malagueña

The Power of Small Things: Transformation from a Rural School in the Axarquía (Málaga)

A Força do Pequeno: Transformação a partir de uma Escola Rural na Axarquía Malaguenha

 

Belén González Triviño

Directora del CPR San Hilario de Poitiers, Comares, Málaga, Estado español.

https://orcid.org/0009-0000-5698-6428

bgontri513@g.educaand.es    

 

Resumen


La escuela rural representa un pilar esencial en muchas comunidades, actuando no solo como espacio educativo, sino también como centro neurálgico de la vida social y cultural. En mi caso, con 17 años de experiencia en educación, y actualmente trabajando en el CPR San Hilario de Poitiers, un colegio rural, con Aula Específica de Educación Especial (AEEE) y semi-D (espacio de educación primaria que también imparte el primer ciclo de Educación Secundaria Obligatoria -ESO-, sin ser un instituto), he vivido de cerca tanto sus fortalezas como sus desafíos. A lo largo de estos años, he desarrollado prácticas pedagógicas basadas en la atención individualizada, el acompañamiento emocional y el trabajo en red con las familias y el entorno. Nuestro centro es una comunidad de aprendizaje, lo que nos permite implementar actuaciones educativas de éxito como tertulias dialógicas y grupos interactivos, fortaleciendo la participación de toda la comunidad y la inclusión. Aprovechamos la estructura multietapa y el contacto estrecho con el entorno para fomentar una educación transformadora, centrada en las personas. Este contexto ha favorecido una educación más personalizada, donde el bajo número de estudiantes por aula permite adaptar el ritmo de aprendizaje, generar vínculos sólidos y fomentar la confianza. Se consolidan relaciones horizontales entre docentes, alumnado y familias, promoviendo valores como la cooperación y la corresponsabilidad educativa. A pesar de estas ventajas, la escuela rural enfrenta retos importantes: infraestructuras a menudo obsoletas, escaso reconocimiento institucional y dificultades burocráticas con las administraciones. Estos obstáculos pueden generar sensación de aislamiento o falta de recursos. Sin embargo, el potencial humano, la implicación comunitaria y el modelo pedagógico centrado en la persona convierten a la escuela rural en un espacio transformador que merece más apoyo y visibilidad.

Palabras clave: Educación rural, Comunidades de Aprendizaje, Inclusión Educativa, Participación de la Comunidad, Atención a la Diversidad, Dirección de Escuela, Disminución de la población, Educación, Educación de la primera infancia, Enseñanza pública, Escuela primaria, Escuelas rurales, Infancia.

Abstract

Rural schools represent an essential pillar in many communities, functioning not only as educational institutions but also as central hubs of social and cultural life. In my case, with 17 years of experience in education and currently working at CPR San Hilario de Poitiers, a rural school that includes a Specific Special Education Classroom (AEEE) and operates under the semi-D model (a primary education center that also delivers the first cycle of lower secondary education without being a secondary school), I have witnessed both the strengths and challenges of this educational context. Over the years, I have developed pedagogical practices grounded in individualized attention, emotional support, and networked collaboration with families and the broader community. Our school is a Learning Community, which allows us to implement evidence-based successful educational actions such as dialogic literary gatherings and interactive groups, thereby strengthening community participation and inclusion. We make the most of our multi-grade structure and the close ties with our environment to promote a transformative and person-centered education. This context has enabled more personalized learning, where smaller class sizes make it possible to adapt learning rhythms, foster strong interpersonal bonds, and build trust. Horizontal relationships among teachers, students, and families are consolidated, promoting values such as cooperation and shared educational responsibility. Despite these advantages, rural schools face significant challenges: outdated infrastructure, limited institutional recognition, and bureaucratic obstacles in dealing with educational administrations. These issues can lead to feelings of isolation and a lack of resources. Nevertheless, the human potential, community engagement, and the learner-centered pedagogical model position rural schools as powerful spaces for transformation that deserve greater support and visibility.

Keywords: Rural education, Learning communities, Educational inclusion, Community participation, Attention to diversity, School management, Population decline, Education, Early childhood education, Public education, Primary school, Rural schools, Childhood.

 

Resumo

As escolas rurais representam um pilar essencial em muitas comunidades, funcionando não apenas como instituições educativas, mas também como centros nevrálgicos da vida social e cultural. No meu caso, com 17 anos de experiência na área da educação e atualmente trabalhando no CPR San Hilario de Poitiers, uma escola rural que conta com uma Sala Específica de Educação Especial (AEEE) e que opera sob o modelo semi-D (um centro de ensino primário que também oferece o primeiro ciclo do ensino secundário obrigatório — normalmente 1.º e 2.º ano do ESO — sem ser um instituto), pude vivenciar de perto tanto os pontos fortes quanto os desafios desse contexto educativo. Ao longo dos anos, desenvolvi práticas pedagógicas baseadas na atenção individualizada, no acompanhamento emocional e no trabalho em rede com as famílias e com a comunidade envolvente. A nossa escola é uma Comunidade de Aprendizagem, o que nos permite implementar Atuações Educativas de Êxito fundamentadas em evidências, como as tertúlias dialógicas e os grupos interativos, fortalecendo assim a participação da comunidade e a inclusão. Aproveitamos ao máximo a nossa estrutura multietária e os laços estreitos com o meio para promover uma educação transformadora e centrada na pessoa. Esse contexto tem possibilitado uma aprendizagem mais personalizada, em que o número reduzido de alunos por turma permite adaptar o ritmo de aprendizagem, construir vínculos sólidos e fomentar relações de confiança. Consolidam-se relações horizontais entre docentes, alunos e famílias, promovendo valores como a cooperação e a corresponsabilidade educativa. Apesar dessas vantagens, as escolas rurais enfrentam desafios significativos: infraestruturas muitas vezes obsoletas, reconhecimento institucional limitado e obstáculos burocráticos no relacionamento com as administrações educativas. Essas dificuldades podem gerar sentimentos de isolamento e falta de recursos. No entanto, o potencial humano, o envolvimento comunitário e o modelo pedagógico centrado no aluno transformam as escolas rurais em espaços potentes de transformação que merecem maior apoio e visibilidade.

Palavras-chave: Educação rural, Comunidades de aprendizagem, Inclusão educativa, Participação comunitária, Atenção à diversidade, Gestão escolar, Declínio populacional, Educação, Educação pré-escolar, Educação pública, Escola primária, Escolas rurais, Infância.

 

Introducción. La Escuela Rural.

En un mundo educativo cada vez más marcado por la estandarización, la velocidad y el volumen, las escuelas rurales siguen demostrando que lo pequeño también tiene fuerza transformadora. Frente a la imagen generalizada de la escuela rural como espacio en desventaja, emergen realidades que ponen en valor su capacidad para generar vínculos sólidos, ofrecer atención personalizada y fortalecer el arraigo comunitario. Este artículo parte de una experiencia concreta en una pequeña escuela de la comarca de la Axarquía malagueña, donde la transformación educativa no ha llegado con grandes reformas, sino desde la escucha, la cercanía y el compromiso colectivo.

El entorno rural, lejos de ser una limitación, se convierte aquí en el escenario ideal para una educación centrada en las personas, en el respeto a los ritmos, en la participación activa de las familias y en la conexión con el territorio. La convivencia multietapa, la colaboración docente y la apertura a metodologías inclusivas, han permitido consolidar una práctica pedagógica con identidad propia, profundamente humana y consciente.

Esta reflexión se construye desde la vivencia, pero también desde el diálogo con marcos teóricos que respaldan la innovación en contextos rurales. Porque transformar la escuela rural no es reproducir modelos urbanos a pequeña escala, sino reconocer y potenciar sus singularidades. En esa mirada se enraíza este artículo: en la convicción de que la fuerza de lo pequeño reside en su capacidad para cuidar, conectar y transformar.

La escuela rural es un pilar fundamental en muchas comunidades, no solo como espacio de aprendizaje, sino como eje vertebrador de la vida social y cultural. Es lo que ocurre en nuestro Colegio Público Rural San Hilario de Poitiers, semi-D y con Aula Específica. Sin embargo, a pesar de su importancia, tenemos numerosos desafíos que van desde infraestructuras obsoletas hasta dificultades con las administraciones. Aun así, su modelo pedagógico ofrece ventajas significativas que merecen ser valoradas y fortalecidas. Las aulas rurales, con menos alumnado por clase, permiten una enseñanza más individualizada. Los maestros y maestras pueden conocer a fondo a cada estudiante, adaptar el ritmo de aprendizaje y generar un ambiente de confianza y cercanía.

 

Además, la comunidad juega un papel clave en el proceso educativo. Las familias suelen estar más involucradas en la escuela, favoreciendo una educación más conectada con el entorno y la cultura local. Aunque ese es nuestro punto más débil, contar con familias y voluntariado en nuestro día a día.

 

El contacto con la naturaleza es una de las grandes fortalezas de la escuela rural. Muchas actividades pueden desarrollarse al aire libre, promoviendo metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos, la experimentación directa y la educación medioambiental, todos los cursos realizamos senderismos por las diferentes rutas del pueblo: Las Cuevas, la Teja, la Fuente Gorda, la Mesa de Mazmúllar…. En nuestro caso, la incorporación del modelo de comunidad de aprendizaje ha potenciado aún más su impacto. Este enfoque no solo mejora los resultados académicos, sino que fortalece los lazos comunitarios y fomenta valores como la solidaridad, el respeto, la cooperación.

 

En las escuelas rurales, el alumnado suele convivir en aulas multiedad, donde niños y niñas de diferentes edades y niveles educativos aprenden juntos/as en un mismo espacio. Aunque en un primer momento algunas familias y maestros/as pueden ver esto como un inconveniente, con el paso del tiempo descubren los beneficios que aporta esta organización.

 

Muchas escuelas rurales aún cuentan con edificios del siglo pasado, con deficiencias en calefacción, puertas del año 1975 apolilladas y astilladas, sin espacios con sombras en los patios, con baños antiguos, con problemas de accesibilidad y, hasta ahora, con pocos recursos tecnológicos. En muchos pueblos, la escuela no es solo un lugar de enseñanza, es el centro de la vida comunitaria. Es el espacio donde las familias se encuentran, donde los niños y niñas construyen su futuro, y donde se mantiene vivo el espíritu del pueblo. Sin embargo, para que esto sea posible, el mantenimiento de los colegios rurales debe ser una prioridad. Cambiar puertas, renovar el sistema eléctrico, mejorar la calefacción o reparar techos, no son solo tareas de infraestructura, sino acciones fundamentales para garantizar la seguridad y el bienestar del alumnado. Un colegio en buen estado es un mensaje claro de que la educación es importante y de que la comunidad sigue apostando por su futuro.

 

El espacio y los materiales son importantes. El aula y sus materiales no son elementos secundarios en la educación, sino que forman parte activa del proceso de enseñanza-aprendizaje. Un espacio bien diseñado y materiales adecuados pueden potenciar la creatividad, la autonomía y la motivación por aprender. En cualquier contexto, pero especialmente en la educación rural, la innovación y la adaptación del entorno pueden marcar una gran diferencia en la experiencia educativa de los estudiantes y para ello necesitamos la colaboración de las instituciones.

 

En los entornos rurales, el acceso a la escuela supone un desafío para muchos niños y niñas, ya que deben recorrer largas distancias en transporte escolar para poder ejercer su derecho a la educación. A diferencia de los entornos urbanos, donde la proximidad facilita la asistencia, en las zonas rurales el desplazamiento diario implica una buena organización logística para garantizar que todo el alumnado llegue a clase de manera segura y puntual. Costasur Bus logra que pueda acudir al colegio sin dificultades, superando trayectos largos, carreteras complicadas y condiciones meteorológicas adversas. Su labor es fundamental para el funcionamiento de la escuela rural y para asegurar la equidad en el acceso a la educación. Es importante reconocer que el transporte escolar en las zonas rurales no es un simple servicio, sino una pieza clave en la estructura educativa, que permite que ningún niño o niña quede excluido por la distancia. Apostar por la escuela rural es apostar por la igualdad de oportunidades, y para ello es imprescindible contar con redes de apoyo y servicios que hagan posible que la educación llegue a cada rincón, sin importar lo lejos que esté.

 

La despoblación rural amenaza la viabilidad de muchas escuelas, forzando su cierre y dejando a las familias con opciones limitadas. A pesar de los desafíos, la escuela rural es un modelo educativo con enormes posibilidades, y es un referente de innovación y calidad educativa. Es fundamental que las administraciones reconozcan su valor y garanticen los recursos necesarios para que la escuela rural no solo sobreviva, sino que se fortalezca y evolucione. La educación en el ámbito rural no es solo una cuestión de acceso al aprendizaje, sino de equidad, desarrollo comunitario y sostenibilidad social.

 

Tenemos el privilegio de contar con familias que, día a día, demuestran una gran fortaleza y determinación en la búsqueda de una educación de calidad para sus hijos/as. Hay una familia en particular cuya historia refleja el verdadero significado de la lucha, la colaboración y el amor incondicional: ha trabajado incansablemente para que, su hijo en silla de ruedas, y todos/as los/as alumnos/as de nuestro centro puedan acceder a una educación inclusiva y de calidad. Su lucha no ha sido solo individual; han sumado fuerzas con nuestra comunidad educativa para lograr mejoras que beneficien a todos/as. Gracias a su constancia y esfuerzo, hoy nuestro colegio cuenta con un ascensor y una mejor accesibilidad, permitiendo que ningún niño o niña encuentre barreras para su aprendizaje y participación en la vida escolar.

Su compromiso va más allá de la infraestructura. Nos han acompañado en cada paso, ofreciéndonos su apoyo, su confianza y su cariño. Nos han cuidado y mimado como si fuéramos parte de su familia, y nosotras hemos hecho lo mismo con ellos. Esta relación, basada en el respeto y la empatía, nos recuerda la importancia del trabajo conjunto entre familias y docentes para construir una escuela donde todos y todas se sientan acogidos y valorados.

Su historia es un testimonio vivo de que la unión y la perseverancia pueden transformar realidades. Nos sentimos afortunadas de tenerlos como parte de nuestra comunidad y agradecemos cada gesto, cada palabra y cada esfuerzo que han puesto en mejorar nuestro colegio para el bienestar de toda la comunidad.

El mantenimiento de los colegios rurales es una inversión en la educación y en la supervivencia de los pueblos. Un colegio en buen estado es sinónimo de futuro, de compromiso y de esperanza. Si queremos que la escuela siga siendo el motor del pueblo, debemos garantizar que funcione en las mejores condiciones, porque en cada aula bien cuidada hay una comunidad que sigue apostando por su gente y por su tierra.

 

Es momento de reivindicar la escuela rural como una alternativa educativa de calidad, con un potencial que merece ser impulsado y protegido. En Andalucía hay un total de 104 colegios públicos rurales: 11 en Málaga, 8 en Huelva, 1 en Sevilla, 7 en Cádiz, 37 en Granada, 13 en Jaén, 17 en Almería, y 10 en Córdoba, 18 menos que hace una década (Márquez, 2023).   

 

Comares (Málaga): Encanto Rural y retos contemporáneos.

 

Comares, conocido como el "Balcón de la Axarquía", es un pueblo de origen árabe situado en la comarca de la Axarquía, en la provincia de Málaga. Su ubicación privilegiada sobre una elevada cima ofrece vistas panorámicas impresionantes y un entorno natural que combina historia y belleza paisajística. Conserva una arquitectura morisca, con laberínticas callejuelas y arcos árabes que reflejan su rica herencia histórica. Además, es cuna de un estilo de cante por verdiales que lleva su nombre, enriqueciendo la vida cultural del pueblo, Panda Arroyo Conca es nuestra panda por excelencia, padres, madres y alumnado nos transmiten año tras año su legado. Actualmente estoy aprendiendo a bailar y tocar las castañuelas en la escuela de verdiales junto a otra compañera.

 

Subir caminando hasta la plaza, admirar los paisajes y los arcos históricos, detenerse a disfrutar del sol, compartir un café en el bar La Plaza, o una infusión en el Bar Los Tres Balcones, son experiencias que van más allá de la simple rutina. Son momentos de aprendizaje, de conexión con la historia local, de construcción de identidad y de fortalecimiento de los lazos comunitarios. La educación en un entorno rural como el nuestro no solo es posible, sino que representa una oportunidad única para cultivar mentes abiertas, críticas y comprometidas. Desde la tranquilidad de Comares, seguimos apostando por una enseñanza que, lejos del bullicio, resuena con fuerza en cada niño y niña que forma parte de nuestra comunidad educativa.

 

Debido a su ubicación en una elevada cima, el acceso a Comares puede ser a través de carreteras complejas, lo que podría dificultar los desplazamientos frecuentes a zonas urbanas. Como en muchos entornos rurales, la oferta de servicios como centros comerciales, opciones de ocio, transporte público y ciertas especialidades médicas, puede ser limitada, requiriendo desplazamientos a localidades cercanas para satisfacer algunas necesidades.

 

Los jóvenes pueden disfrutar de actividades al aire libre, vías ferratas, la tirolina más larga en anclaje natural, senderismos… promoviendo un estilo de vida saludable y una conexión profunda con el entorno natural. La rica herencia cultural de Comares ofrece a los jóvenes la oportunidad de involucrarse en festividades locales y mantener vivas las tradiciones ancestrales.

 

La economía local puede no ofrecer una amplia gama de empleos, especialmente en sectores especializados, lo que podría obligar a jóvenes a desplazarse o emigrar en busca de oportunidades profesionales. El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía pone a disposición de los usuarios de la información estadística y geoespacial el Portal de Datos Estadísticos y Geoespaciales de Andalucía (Portal DEGA), una nueva web diseñada en línea con las nuevas tecnologías web en materia de usabilidad, accesibilidad y reutilización. El objeto que fundamenta el desarrollo del Portal de Datos Estadísticos y Geoespaciales de Andalucía es difundir de manera más directa información relativa a las competencias en materia estadística y cartográfica para poner a disposición de los usuarios de datos, información en distintos formatos, así como servicios de atención al usuario e interoperables tanto estadísticos como cartográficos. En el Sistema de Información Multiterritorial de Andalucía (SIMA) podemos ver los datos de Comares (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, 2025).

 

La ausencia de instituciones de educación superior en el municipio implica que los jóvenes interesados en continuar sus estudios deban trasladarse a otras ciudades, lo que puede suponer un desafío logístico y económico.

 

Es importante abordar los desafíos relacionados con la accesibilidad, la disponibilidad de servicios y las oportunidades para los jóvenes, con el fin de garantizar un desarrollo sostenible y equilibrado que permita a las nuevas generaciones prosperar sin abandonar su tierra natal.

Recorrido detallado por la normativa que ha regulado a lo largo de la historia de España los colegios rurales.

 

La educación en el medio rural en España ha estado marcada por importantes cambios legislativos que han reflejado las distintas realidades políticas, económicas y sociales del país. Desde los esfuerzos de la Segunda República por democratizar el acceso a la educación, hasta los intentos actuales por garantizar la igualdad de oportunidades en zonas rurales, la normativa ha evolucionado adaptándose a los desafíos de cada época.

 

Los días 17 y 18 de octubre de 2024, se celebró en Córdoba la Jornada Regional para Equipos Directivos “Visibilizando la Escuela Rural”, organizada por el Centro de Profesorado de la provincia. Un espacio enriquecedor en el que numerosos centros tuvimos la oportunidad de compartir buenas prácticas y reflexionar sobre el presente y el futuro de la educación rural.

 

Uno de los momentos más relevantes fue la intervención de Don José Mª Pérez Jiménez, Inspector de Educación de la provincia de Sevilla, quien presentó un recorrido detallado por las principales leyes y decretos que han regulado la educación rural en España. A continuación, un breve resumen de los hitos más destacados:

 

1. Decreto de 29 de mayo de 1931: Impulso a la Educación Pública Rural en la Segunda República.

 

Con la proclamación de la Segunda República en 1931, la educación se convirtió en una prioridad. Se promovió un modelo laico, gratuito y basado en los principios de la Institución Libre de Enseñanza.

 

Uno de los mayores esfuerzos en la educación rural fue el Decreto de 29 de mayo de 1931, por el que se creaba el Patronato de las Misiones Pedagógicas. Su objetivo era llevar sabiduría y educación a los pueblos más aislados, con la convicción de que toda la población, incluso en zonas rurales, debía beneficiarse del progreso social.

 

Las Misiones Pedagógicas proporcionaban: bibliotecas rurales, proyección de películas y diapositivas con contenido educativo, representaciones teatrales y conciertos, charlas y conferencias sobre temas de actualidad y formación ciudadana. Este modelo buscaba reducir la brecha cultural entre el campo y la ciudad, promoviendo una educación moderna e inclusiva.

 

2. Escuela rural en la dictadura franquista: drástica reducción de centros educativos.

 

Tras la Guerra Civil (1936-1939), la llegada del régimen franquista supuso un retroceso en el sistema educativo. Se impuso un modelo centralizado, católico y patriótico, eliminando los avances de la Segunda República.

 

La educación en el medio rural sufrió un abandono masivo: de las 40.000 escuelas rurales existentes antes de la guerra, solo unas 4.000 lograron sobrevivir. Se eliminaron contenidos científicos y filosóficos en favor de la doctrina religiosa y nacionalista. Se redujo la presencia de mujeres en la enseñanza, fomentando su rol tradicional de ama de casa. Este periodo marcó un estancamiento en la educación rural, donde muchas zonas quedaron sin acceso a la escolarización.

 

3. Ley de Educación Primaria de 1945

 

En un intento de reorganizar el sistema educativo, la dictadura promulgó la Ley de Educación Primaria de 1945, que establecía: la enseñanza obligatoria hasta los 12 años, la enseñanza de la doctrina católica como eje central, y la supervisión de la Iglesia sobre el profesorado y los contenidos educativos. Sin embargo, no supuso mejoras reales para la educación rural, que seguía relegada a un segundo plano.

 

4. Ley General de Educación (LGE) de 1970: eliminación de escuelas unitarias.

 

La Ley General de Educación de 1970 introdujo la Educación General Básica (EGB), lo que supuso cambios estructurales en el sistema educativo. En el medio rural, sin embargo, esta ley tuvo consecuencias negativas, ya que se suprimieron muchas escuelas unitarias, lo que obligó a los alumnos a trasladarse a centros más grandes en pueblos cercanos: esto incrementó el riesgo de abandono escolar en zonas rurales, donde los desplazamientos eran complicados y las familias tenían menos recursos.

 

5. III Plan de Desarrollo y la Ley 22/1972: estrategias para la EGB

 

La Ley 22/1972, dentro del III Plan de Desarrollo, buscó estrategias para la implantación de la EGB en el medio rural, pero sin lograr una solución efectiva para la despoblación escolar. Se intentó mejorar la dotación de recursos y la formación del profesorado, pero los problemas estructurales de acceso a la educación persistieron.

 

6. Creación de los CRA en 1986: una nueva organización para la educación rural.

 

En 1986 (Real Decreto 2731/1986), se estableció la Clasificación masiva de la escuela rural y se creó el modelo de Colegios Rurales Agrupados (CRA), que seguiría vigente en la actualidad. Estos colegios permiten agrupar a varios pueblos bajo una misma dirección y equipo docente, garantizando una mejor distribución de recursos, un currículo más completo, la formación en comunidad, sin necesidad de trasladar a los niños a grandes ciudades. Con el tiempo, estos centros han evolucionado hasta los actuales (CPR) Colegios Públicos Rurales.

 

7. Decreto 29/1988 de 10 de febrero: Constitución de colegios rurales.

 

Este decreto consolidó la estructura de los colegios rurales, garantizando su existencia dentro del sistema educativo y estableciendo criterios para su funcionamiento.

 

8. Ley 9/1999 de Solidaridad Educativa: apoyo a poblaciones en desventaja.

 

La Ley 9/1999 introdujo medidas para mejorar la equidad en la educación, dedicando su Capítulo IV a la población en situación de desventaja, entre la que se incluían las comunidades rurales.

 

9. Decreto 167/2003 de 17 de junio: Actuaciones en el medio rural.

 

Se establecieron medidas para mejorar la dotación de recursos y la formación del profesorado en colegios rurales, aunque sin cambios estructurales significativos.

 

10. Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación: primer reconocimiento de la educación rural.

 

Esta normativa estatal, incluyó, por primera vez, referencias explícitas a la necesidad de garantizar la equidad en la educación rural.

 

11. Ley 17/2007 de Andalucía: omisión de los Colegios Públicos Rurales.

 

En Andalucía, la Ley 17/2007 apenas menciona a los Colegios Públicos Rurales, dejando su regulación en un limbo normativo. En el capítulo III del artículo 46. 4. Se establecerán procedimientos y medidas de apoyo específicos para atender las unidades que escolaricen alumnado de diferentes edades en el medio rural.

 

12. Decreto 328/2010: modificaciones en la red de centros.

 

Se introdujeron cambios en la organización de los colegios rurales y la posible integración de pequeños centros en redes más grandes.

 

13. Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE): despoblación y dispersión geográfica.

 

La LOMCE de 2013 reconoció la problemática de la despoblación rural, pero sin medidas concretas para evitar el cierre de centros rurales.

 

14. Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE): igualdad de oportunidades en el ámbito rural.

 

La LOMLOE de 2020 reforzó la idea de garantizar la igualdad de oportunidades en la educación rural, apostando por estrategias para frenar la exclusión educativa en zonas con baja densidad de población.

 

El recorrido por la normativa educativa nos permite comprender cómo ha evolucionado la educación rural en España y cuáles son los desafíos actuales que enfrentamos en estos entornos. A lo largo de los años, las distintas leyes han tratado de garantizar el acceso a una educación equitativa para el alumnado de zonas rurales, en otros periodos, no tanto, pero aún queda camino por recorrer.

 

La visibilización de la escuela rural no es solo una cuestión de reconocimiento, sino un paso importante para seguir avanzando hacia un modelo educativo equitativo y de calidad en todos los territorios. La educación rural tiene características propias que requieren respuestas específicas y adaptadas a su realidad. Por ello, una normativa específica para los colegios rurales se hace más necesaria que nunca. Una legislación que no solo garantice recursos adecuados, sino que también valore y potencie la riqueza de estos entornos educativos. Es fundamental que las políticas educativas consideren las particularidades de las escuelas multigrado, la dispersión geográfica, la movilidad del profesorado, la digitalización y la implicación de la comunidad en el aprendizaje.

 

Durante la Jornada Regional para Equipos Directivos “Visibilizando la Escuela Rural”, celebrada en Córdoba, también tuvimos el privilegio de escuchar a María Teresa Salces Rodrigo, y conocer el informe especial La atención educativa en los colegios públicos rurales: retos y oportunidades, publicado por la Defensoría de la infancia y adolescencia de Andalucía (2022, 2023a, 2023b), donde se subraya la necesidad de garantizar una educación equitativa en el medio rural.

 

Este análisis es fundamental, pues si bien la normativa es un pilar clave, también es cierto que necesitamos que se actualice, que refleje las realidades de nuestras escuelas y que tenga en cuenta las verdaderas necesidades de nuestro día a día. Entre todos y todas debemos fortalecer redes de apoyo, visibilización y colaboración. La conexión entre centros rurales, la implicación de la comunidad y el reconocimiento del valor de estas escuelas es muy importante para seguir avanzando. No se trata solo de defender la escuela rural, sino de potenciarla con estrategias efectivas, recursos adecuados y espacios donde compartir buenas prácticas.

 

Necesitamos que se tengan en cuenta las peculiaridades de nuestros centros y, por ejemplo, se cree un marco normativo específico regulador de los Colegios Públicos Rurales, que contemple sus singularidades y características.

 

No basta con estar en las redes, hay que crear relaciones. El futuro de la educación rural dependerá no solo de las leyes, sino también del compromiso de las comunidades, el profesorado y las administraciones.

 

Redes de colaboración.

 

En abril de 2024 se celebró el I Congreso Internacional de Educación Rural Siglo XXI: por una educación rural para la repoblación, en Cortes de la Frontera, en la serranía de Ronda, organizado por PROCIE-Universidad de Málaga, Universidad Rural P. Freire, Confederación de Centros de Desarrollo Rural (COCEDER), Colectivos de Acción Social (CAS), Instituto Paulo Freire España y Ayuntamiento de Cortes de la Frontera (Málaga).

 

Tamara Balboa García, presidenta de CODECER, en el prólogo del libro de actas del Congreso, enumera las razones por las que empezaron a trabajar y vieron la necesidad de organizar este Congreso (Martagón et al., 2024).

 

En octubre de 2024, después de muchos cursos escolares sin tener una formación regional sobre los colegios rurales, el Centro de Formación del Profesorado (CEP) de Córdoba, junto a un grupo de personas de toda Andalucía, comprometidas y preocupadas por la realidad de los colegios rurales, comenzaron a organizar las Jornadas Regionales para Equipos Directivos de CPR. Visibilizando la escuela rural, con los siguientes objetivos: Conocer la situación actual de la escuela rural en Andalucía, analizar la normativa que marca la organización y funcionamiento de los centros públicos rurales, contactar con redes nacionales de colegios rurales, conocer la red de centros rurales eTwinning y la oportunidad de participar en estos proyectos europeos, mostrar prácticas de éxito consolidadas en las diferentes provincias andaluzas, compartir objetivos, inquietudes y propuestas, crear espacios de intercambio y debate para la mejora de la educación en entornos rurales, y dar visibilidad a la tarea que los CPR realizan como oportunidad de educación de calidad y de mejora de las zonas rurales.

Como logro importante del encuentro, los organizadores destacaron la creación de la Red Andaluza de innovación y colaboración educativa de los CPRs (RAICER), que se escenificó con un manifiesto y decálogo de objetivos para la escuela pública rural.

 

Estos espacios no solo nos permiten activar el pensamiento crítico, sino también debatir, reflexionar y buscar soluciones para los retos de la educación rural. Además, nos ofrecen algo fundamental: visibilidad y una red de apoyo, tan necesaria para seguir avanzando y construyendo juntos. Sigamos trabajando en equipo, conectando ideas y sumando esfuerzos para que la educación rural ocupe el lugar que merece.

 

Nuestro centro, como Comunidad de Aprendizaje, entiende la educación como un proceso en constante evolución, donde la investigación juega un papel clave para mejorar las prácticas docentes y fortalecer la convivencia escolar. Es por ello que colaboramos activamente en proyectos de investigación que nos permiten generar conocimiento basado en evidencias y contribuir a la mejora de la educación.

 

Actualmente, trabajamos junto a Analía Leite y Virginia Martagón en la investigación "Redes Colaborativas en Educación: Docencia crítica para una sociedad inclusiva", desarrollada por la Universidad de Málaga. Este estudio busca profundizar en la importancia del trabajo en red entre docentes, promoviendo un enfoque crítico, reflexivo y transformador en la enseñanza, con el fin de avanzar hacia una sociedad más inclusiva.

 

Por otro lado, colaboramos con María del Mar Prados en el Proyecto de Investigación "Impacto de las Actuaciones Educativas de Éxito sobre el Rendimiento y la Convivencia", de la Universidad de Sevilla, dentro de la Red Andaluza de Escuelas Comunidades de Aprendizaje. Este estudio analiza cómo las Actuaciones Educativas de Éxito influyen en la mejora del aprendizaje y la convivencia en los centros educativos.

 

A través de estas colaboraciones, reafirmamos nuestro compromiso con una educación de calidad, donde la docencia y la investigación vayan de la mano para seguir avanzando en la construcción de escuelas más inclusivas, equitativas y exitosas para todo el alumnado.

 

Por otro lado, las asociaciones de madres y padres del alumnado (AMPAs) desempeñan un papel clave en la vida de los centros educativos, ya que canalizan la participación de las familias en la educación de sus hijos e hijas. En nuestra comunidad de aprendizaje, la AMPA La Tahona no solo acompaña, sino que es un pilar fundamental en el desarrollo de múltiples actividades y en la gestión del centro.

 

Desde nuestra experiencia, contar con una AMPA implicada y comprometida favorece la creación de un clima de confianza, diálogo y corresponsabilidad. La escuela no puede avanzar sola, necesita el apoyo y la implicación de toda la comunidad educativa para seguir construyendo una educación de calidad, inclusiva y basada en el respeto y la cooperación.

 

La defensa de la escuela pública y, en concreto, de nuestro colegio, no sería posible sin las redes de colaboración que ayudan a dar visibilidad al trabajo que realizamos. Entre ellas, queremos destacar la labor de José Ortiz, quien, a través de sus redes sociales y su página de Facebook “Comares, pueblo de la Axarquía”, ha sido un gran aliado en la difusión de nuestra escuela.

 

Fue una de las primeras personas en poner en valor todo lo que hacemos como escuela rural y como Comunidad de Aprendizaje, reconociendo el esfuerzo de toda la comunidad educativa y ayudando a que nuestro proyecto llegue a más personas. Su apoyo ha contribuido a que muchas familias, docentes y otros profesionales del ámbito educativo conozcan de cerca nuestra realidad, nuestras prácticas y nuestros logros. Las redes de colaboración son fundamentales para fortalecer y dar visibilidad a la educación rural. Gracias a ellas, seguimos construyendo una escuela conectada con su entorno, con su comunidad y con el mundo.

Como parte de nuestra apuesta por una comunicación cercana y participativa, en el CPR San Hilario de Poitiers desarrollamos un noticiero escolar que da voz al alumnado y visibiliza las actividades, proyectos y vivencias que conforman la vida del centro. Este recurso, elaborado de forma colaborativa, refleja el valor de la escucha activa, la expresión libre y el sentido de comunidad en nuestra escuela rural (Sarmiento, 2024).

Una escuela no es solo un edificio con alumnado y libros; es el alma de quienes la llenan de vida cada día. En nuestro caso, el trabajo en equipo es el motor que nos impulsa. Gracias a un claustro comprometido y apasionado, seguimos construyendo, con amor y entrega, una educación de calidad, inclusiva y basada en los valores que realmente transforman.

 

Mi experiencia personal en una Escuela Rural. Unitaria Llano Almendra.

 

Uno de los principales desafíos es la falta de infraestructura adecuada y recursos educativos. Muchas escuelas rurales carecen de materiales didácticos, acceso a internet y tecnología, lo que obliga a los docentes a ser creativos y a desarrollar estrategias innovadoras para la enseñanza. En 2007, mi camino en la docencia comenzó con una mezcla de ilusión, incertidumbre y un destino esperado: CPR San Hilario de Poitiers (Comares). Esperado, porque fue mi primera petición, el pueblo de mi madre, quien también estudió en una escuela unitaria, Las Cuevas.

 

Recuerdo sus advertencias con claridad: "Lo mismo te mandan a Comares, que a Llano Almendra o Las Cuevas..." Pero en ese momento, no quise escuchar. No quería enfrentar la posibilidad de ir a una escuela tan aislada, no quería pensar en el miedo ni en la incertidumbre que me generaba aquella idea. Y como siempre ocurre, las madres nunca se equivocan.

 

Acababa de aprobar las oposiciones, tenía 23 años, sin experiencia previa en colegios, y me asignaron de manera irrevocable, la escuela unitaria de Llano Almendra. Una pequeña escuela con 14 alumnos y alumnas, desde tres años hasta sexto de primaria, con todos y cada uno de los cursos, un aula multigrado auténtica y completa, donde enfrenté desafíos que nunca imaginé.

 

Cuando supe mi destino, sentí miedo. No era solo la complejidad de un aula multigrado con estudiantes de distintas edades y niveles de aprendizaje, sino también las condiciones en las que tendría que desenvolverme. No había teléfono ni internet, no había mucha cobertura, había pocos vecinos y la mayoría trabajaban por la mañana, y por aquel entonces el acceso a la escuela era complicado. Además, muchos de mis alumnos/as no dominaban el español, lo que añadía otra capa de dificultad a la enseñanza. Y lo más importante: estaba sola para enfrentar cada uno de estos retos, los compañeros/as de las especialidades venían una vez a la semana para impartir sus asignaturas.

 

Al principio, me agobié. Me preguntaba por qué no habían enviado a alguien con más experiencia, alguien que pudiera gestionar mejor una situación tan compleja. Pero con el paso de los días, comprendí que no había tiempo para lamentaciones, tenía que actuar, aprender sobre la marcha, formarme y encontrar soluciones. El alumnado, sus familias y sus vecinos/as fueron y son encantadores, siempre los llevaré en mi corazón.

 

Cuando llegué a la Unitaria de Llano Almendra, supe que mi labor docente iba mucho más allá de impartir clases. Me convertí en maestra de todo: diseñadora de materiales, mediadora cultural, creadora de estrategias para integrar a cada niño y niña en su proceso de aprendizaje, ya por aquel entonces hacíamos recreos activos en la calle con algún que otro alumno escapista... No tenía un equipo de apoyo ni recursos abundantes, pero sí tenía creatividad, ganas de aprender y una comunidad dispuesta a colaborar. Los demás docentes estaban en la sede que era Comares y otras dos compañeras que estaban en la unitaria de Las Cuevas.

 

Las aulas multigrado exigen una enseñanza personalizada. Cada estudiante tenía su propio ritmo y necesidades, y la enseñanza debía ser flexible y adaptada a la realidad del contexto. Aprendí a valorar el aprendizaje basado en la comunidad y a entender la importancia del vínculo con el entorno. La educación en estos espacios no solo ocurre dentro del aula, sino en cada interacción con la comunidad, en cada actividad compartida y en cada desafío superado juntos/as.

Nos inventamos clases extraescolares con las familias, porque entendí que el aprendizaje no podía quedarse en la escuela. Organizamos yoga con una mamá, manualidades con las vecinas donde venía mi madre y hermana como voluntarias, y taekwondo con mi cuñado, involucré a las familias y a mi familia. Todo de manera gratuita, con esfuerzo y mucho compromiso. No era solo un programa de actividades, era la construcción de una red de apoyo, un espacio donde la comunidad se hacía parte activa del proceso educativo.

 

La educación rural me enseñó que la enseñanza es un acto colectivo. La escuela no es un ente aislado, sino un lugar de encuentro donde convergen saberes, tradiciones y experiencias. En Llano Almendra, la comunidad se convirtió en el aula más grande que jamás tuve. Aprendimos, creamos y, sobre todo, crecimos juntos/as.

 

Hoy, cuando miro atrás, veo que aquella experiencia me dio las herramientas más valiosas de mi vida profesional. Me mostró que ser docente en la ruralidad es más que una labor académica: es un compromiso con la comunidad, un acto de resiliencia y una oportunidad para transformar realidades.

 

Los tres años en Llano Almendra fueron clave en mi formación como docente, donde aprendí que la educación rural va más allá de enseñar conocimientos: es acompañar, entender y transformar realidades. Me di cuenta de que el aprendizaje no solo se da en el aula, sino también en el campo, los juegos y las conversaciones con las familias. Desarrollé una gran admiración por las escuelas rurales, reconociendo que los maestros y maestras no solo enseñan, sino que construyen comunidad, generan oportunidades y siembran esperanza.

 

Aunque al principio me sentí abrumada, hoy solo puedo agradecer aquella experiencia. Me dio todas las herramientas que necesitaba para ser la maestra que soy hoy. Si volviera atrás, elegiría Llano Almendra sin dudarlo. Porque fue allí, en medio de la incertidumbre y los desafíos, donde nació mi amor por la educación rural. Hoy, después de años de aprendizaje y crecimiento, soy directora de este precioso colegio. Y aunque mi rol ha cambiado, mis valores siguen siendo los mismos. Mi experiencia en la educación rural me enseñó que una escuela no es solo un espacio físico, sino una red de relaciones y aprendizajes compartidos. Por eso, desde la dirección, mi objetivo es seguir impulsando un modelo educativo donde la participación de todos y todas sea el motor del cambio, claustro, familias, comunidad de vecinos/as, voluntariado, instituciones…

 

Maestros y maestras en una Escuela Rural: un gran desafío y mucha incertidumbre.

 

Poco se habla en las facultades de educación sobre los colegios rurales, las aulas multigrado o las itinerancias docentes. Esta ausencia en la formación inicial del profesorado supone que, cuando un maestro o maestra llega por primera vez a una escuela rural, se enfrenta a una sensación de miedo, incertidumbre e inseguridad.

 

El desafío es aún mayor cuando ese centro no solo es rural, sino que también es comunidad de aprendizaje y semi-D, con alumnado de secundaria. En este caso, el reto no se limita a gestionar una enseñanza multinivel, sino que implica dinamizar la participación de la comunidad, coordinar actuaciones educativas de éxito y transformar la convivencia escolar a través del diálogo y la inclusión. Sin embargo, lo que al principio parece un desafío inabarcable, pronto se convierte en una experiencia enriquecedora. La escuela rural ofrece una cercanía con el alumnado y las familias que permite desarrollar metodologías más personalizadas, inclusivas y significativas. Además, la combinación de aprendizaje dialógico (García, 2017; García & García, 2022), neuroeducación y participación comunitaria convierte estos centros en espacios de innovación y referencia educativa.

 

Es fundamental que las universidades comiencen a incluir en sus planes de estudio contenidos específicos sobre educación rural, preparando a futuros docentes para afrontar esta realidad con herramientas, confianza y conocimiento. Porque la escuela rural no es una educación de segunda; es una educación con identidad propia, con un potencial transformador inmenso que merece ser reconocido y fortalecido.

 

Realidades en los centros educativos.

 

Las escuelas enfrentan retos cada vez más complejos en el acompañamiento del alumnado. Problemas de salud mental, adicción a las nuevas tecnologías, dificultades en la concentración, búsqueda de inmediatez, y absentismo escolar: son realidades que afectan directamente al desarrollo académico y personal de niños/as y adolescentes. Sin embargo, uno de los mayores desafíos radica en la falta de formación e información de algunas familias para abordar estos aspectos desde casa, lo que dificulta el trabajo conjunto entre escuela y hogar. Muchas familias no cuentan con herramientas para gestionar estos desafíos o desconocen su impacto real en el desarrollo de sus hijos. Es urgente fortalecer la formación de las familias en aspectos como la gestión emocional, el uso responsable de la tecnología y la importancia de establecer rutinas y hábitos saludables.

 

El aumento de casos de ansiedad, depresión y estrés en el alumnado evidencia la necesidad de un enfoque educativo que priorice el bienestar emocional. La escuela debe ser un espacio seguro donde el alumnado pueda expresar sus emociones, encontrar apoyo y desarrollar estrategias para gestionar sus dificultades. Actuaciones como la meditación, el aprendizaje dialógico, y la tutoría entre iguales han demostrado ser herramientas eficaces para mejorar la salud emocional en los centros educativos.

 

El acceso constante a dispositivos digitales ha cambiado la forma en que niños/as y adolescentes interactúan con el mundo. La hiperconectividad y el uso excesivo de pantallas pueden afectar la concentración, el rendimiento académico y las relaciones interpersonales.

 

Vivimos en una sociedad donde la inmediatez prima sobre la reflexión. Muchos estudiantes muestran dificultades para mantener la atención en tareas prolongadas y buscan respuestas rápidas sin pasar por procesos de análisis y razonamiento.

 

Las comunidades de aprendizaje y la neuroeducación nos recuerdan la importancia de adaptar la enseñanza a la realidad del alumnado, poniendo el foco en la motivación, la pertenencia y el bienestar. Comprender estos desafíos no significa resistirse al cambio, sino encontrar soluciones innovadoras que permitan a la escuela seguir siendo un espacio de aprendizaje, convivencia y crecimiento personal para todos y todas.

 

Para conocer con más detalle el recorrido de esta experiencia, se puede acceder a la siguiente presentación interactiva, donde se recoge la trayectoria de transformación educativa del CPR San Hilario de Poitiers, una escuela rural y comunidad de aprendizaje comprometida con la innovación, la inclusión y el desarrollo comunitario (González, 2025).

 

Neuroeducación, Disciplina Positiva y resolución pacífica de conflictos.

 

Desde 2021, en el CPR San Hilario de Poitiers, Comares, hemos emprendido un camino de transformación educativa basado en la neuroeducación (Bueno, 2017; Carrillo & Gómez, 2023), la disciplina positiva y la resolución pacífica de conflictos. Este proceso ha sido acompañado por la formación y guía de Macarena Soto, con quien hemos aprendido a identificar errores, explorar alternativas y consolidar prácticas que construyan una escuela sobre los pilares de la seguridad, la pertenencia y la motivación.

 

Como señala Jane Nelsen (2021), referente en disciplina positiva, donde no hay conexión, hay desconexión. En nuestra comunidad educativa, hemos apostado por un enfoque centrado en la conexión en lugar del control, lo que implica un compromiso profundo de los adultos que acompañamos: autoevaluarnos constantemente, regularnos emocionalmente y mantenernos en formación continua.

 

Uno de los grandes retos ha sido cambiar la perspectiva sobre la resolución de conflictos. Hemos pasado de aplicar sanciones y consecuencias inmediatas como la expulsión a dar tiempo a la reflexión, el aprendizaje y el cambio.

 

Este proceso no ha sido fácil, nos hemos enfrentado a resistencias, dudas y ajustes continuos, pero hemos aprendido a contextualizar las dinámicas y adaptar el vocabulario a cada grupo. Este viaje hacia una educación más consciente y respetuosa sigue en marcha. Sabemos que no hay un destino final, sino un camino de crecimiento continuo.

 

La neuroeducación nos permite comprender cómo aprende el cerebro y cómo influyen las emociones en este proceso. Con este conocimiento, gestionamos cada situación con empatía y consciencia, respetando los ritmos y necesidades de nuestros alumnos. La resolución constructiva de conflictos nos ayuda a ver los desacuerdos como oportunidades para el crecimiento personal y grupal. Enseñamos a los niños y niñas a expresarse, a escuchar y a encontrar soluciones en un ambiente de respeto y cooperación.

 

Nos apoyamos en un sistema educativo democrático, donde la voz de cada miembro de la comunidad cuenta. La Disciplina Positiva es un claro ejemplo de ello, ya que promueve la participación activa, el respeto mutuo y la búsqueda de soluciones conjuntas. Este enfoque nos permite crear una escuela donde cada persona se siente vista, escuchada y valorada.

 

Hoy, podemos decir con orgullo que nuestra comunidad ha normalizado prácticas que hace unos años parecían impensables en un centro educativo tradicional: creación consensuada de normas de convivencia (respeto, aprendizaje, diversión y comunicación), fomentando la responsabilidad y la autonomía, meditación para favorecer la regulación emocional, roles en el aula para todo el alumnado y profesorado, conciencia y vocabulario emocional, ayudando a los niños y niñas a identificar y expresar sus emociones, enfoque en soluciones en lugar de castigos, respeto por uno/a mismo/a y por los demás, fortaleciendo la autoestima y la empatía, observación y valoración de los procesos de aprendizaje, conexión y gestión de emociones, en lugar de evitarlas, respeto a la diversidad, reconociendo y valorando las diferencias como riqueza, el agradecimiento como práctica diaria, el error como oportunidad de aprendizaje, en lugar de verlo como un fracaso.

 

Comunidad de aprendizaje y escuela rural.

 

Las comunidades de aprendizaje se han consolidado como un modelo educativo basado en el diálogo, la inclusión y la evidencia científica, con un doble propósito: garantizar el éxito académico y fomentar una convivencia armoniosa entre el alumnado. A través de actuaciones educativas de éxito, se trabaja para que todos los niños y niñas reciban una educación de calidad, sin excepciones (Joanpere-Foraster et al., 2023).

 

No todo el mundo lo ve así. Cada año, al inicio del curso, nos enfrentamos a una nueva realidad: un claustro diverso, con maestros y maestras que llegan con diferentes niveles de conocimiento y actitudes respecto a las Comunidades de Aprendizaje. Algunos ya conocen el modelo y creen en él. Otros no saben nada y no muestran interés. Algunos sienten curiosidad y quieren aprender. Otros han elegido el colegio precisamente porque quieren trabajar así.

 

Esta diversidad de perspectivas hace que cada curso suponga nuevos retos para el equipo directivo. La formación y el acompañamiento se convierten en ejes fundamentales para integrar al profesorado en el proyecto, buscando siempre que la transformación educativa no dependa solo de unas pocas personas, sino que se convierta en una apuesta de toda la comunidad. Es un proceso que requiere paciencia, diálogo y confianza en el impacto real de este modelo educativo. Cada docente que se suma y cada familia que participa refuerzan la idea de que la educación basada en el aprendizaje dialógico transforma vidas y abre puertas.

 

En 2018, nuestro centro fue reconocido como comunidad de aprendizaje, marcando un antes y un después en nuestra forma de entender la enseñanza. Desde entonces, hemos ido implementando, paso a paso, las actuaciones educativas de exito, guiándonos por nuestro lema: “Mirar hacia dentro: punto de partida del cambio.”

 

Este enfoque nos ha permitido conocer nuestras fortalezas, nuestras dificultades y definir hacia dónde queremos avanzar. A través del compromiso de toda la comunidad educativa, hemos desarrollado las siguientes actuaciones educativas de éxito, reconocidas internacionalmente por su impacto positivo en el aprendizaje y la convivencia: son tertulias dialógicas, grupos interactivos, modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos, formación de familiares, participación educativa de la comunidad (extensión del tiempo escolar, lecturas dialógicas y comisiones mixtas) y la formación dialógica del profesorado. Gracias a estas actuaciones, hemos logrado mejorar el aprendizaje, reducir conflictos y fortalecer los lazos entre alumnado, profesorado y familias. Seguimos avanzando con la convicción de que el cambio empieza desde dentro, y que juntos construimos una educación más equitativa y transformadora.

 

La última actuación educativa de éxito que hemos implementado en nuestro centro ha sido la puesta en marcha del club de los y las valientes. Esta iniciativa surge de la motivación por seguir aplicando prácticas basadas en evidencias para la prevención de la violencia entre iguales, promoviendo una convivencia segura y respetuosa.

 

El club de los valientes ha supuesto un cambio significativo en la manera en que el alumnado percibe y actúa frente a la violencia. Ahora, los niños y niñas más valorados dentro del grupo son aquellos que se posicionan activamente contra la violencia, demostrando que el liderazgo positivo es clave en la transformación del clima escolar. Gracias a esta actuación, junto con las estrategias y principios previamente implementados, hemos logrado una reducción significativa de los conflictos. Además, ha cambiado la percepción de la denuncia de situaciones de violencia: el alumnado ya no considera chivato a quien informa, sino valiente. Este cambio de mentalidad fortalece el compromiso colectivo con la seguridad y el bienestar de toda la comunidad educativa.

 

El espacio que hemos creado es abierto y acogedor, pensado para que el alumnado pueda sentirse seguro y relajado. Hemos incorporado cojines, libros de Begoña Ibarrola (2020), juegos cooperativos y materiales que favorecen la reflexión y la gestión emocional. Este entorno facilita que los niños y niñas puedan expresar sus emociones, analizar situaciones conflictivas y buscar soluciones de manera constructiva acompañados por un adulto. Desde el aprendizaje dialógico y la neuroeducación, sabemos que el ambiente influye en la manera en que afrontamos los conflictos. Crear un espacio cálido y libre de juicios permite que el alumnado no solo aprenda a resolver sus diferencias, sino que también desarrolle habilidades sociales significativas para su vida.

 

Para avanzar en la transformación educativa de una comunidad de aprendizaje, es fundamental tener presentes sus fases: sensibilización, toma de decisión, sueño, selección de prioridades y planificación. Cada una de ellas nos guía en el proceso de cambio, asegurando que la participación de toda la comunidad sea significativa y efectiva.

 

El aprendizaje dialógico, pilar de las comunidades de aprendizaje, se sustenta en siete principios fundamentales (Flecha, 1997; Aubert et al., 2008): Diálogo igualitario; inteligencia cultural; transformación; dimensión instrumental; creación de sentido; solidaridad e igualdad de diferencias. Además, es imprescindible tener muy presentes las contribuciones científicas que respaldan estas prácticas educativas, asegurando que nuestras acciones se basen en evidencias contrastadas.

 

En las Jornadas Provinciales: difusión y buenas prácticas en centros Comunidad de Aprendizaje, celebradas en Málaga en abril de 2024, y organizadas por todos los CEP de la provincia, tuvimos el privilegio de escuchar a Rocío García Carrión, investigadora Ikerbasque en la Universidad de Deusto. Con una destacada trayectoria internacional en universidades como Cambridge y Harvard, su investigación se centra en intervenciones educativas basadas en evidencias científicas, entornos dialógicos de aprendizaje, inclusión de grupos vulnerables y participación de familias y comunidad. Durante su intervención, Rocío nos ofreció un recorrido por la evolución de las comunidades de aprendizaje. Estos espacios de formación y reflexión nos reafirman en la importancia de trabajar desde la evidencia y la comunidad, construyendo una educación más inclusiva, equitativa y transformadora.

 

Tuvimos el privilegio de compartir nuestra experiencia sobre la fusión entre comunidad de aprendizaje y neuroeducación, con especial énfasis en la puesta en marcha del modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos. Una conexión que reafirma cómo todo está interrelacionado: las palabras, la psicología del Lenguaje y la neuropsicología han realizado grandes aportaciones al bienestar interior, al aprendizaje y a la construcción de relaciones positivas.

 

En educación, las palabras importan. No solo lo que decimos, sino también cómo lo decimos, cómo nos hablan, qué nos decimos a nosotros mismos y qué significado tienen los silencios. Todo ello condiciona nuestra actitud, nuestras emociones y nuestras relaciones. El lenguaje tiene fuerzas tanto constructivas como destructivas, y ser conscientes de su impacto nos permite crear espacios de aprendizaje basados en el respeto, la motivación y el crecimiento personal.

 

Esta reflexión es clave en la convivencia escolar, pues nuestras palabras influyen en cómo se sienten y se relacionan el alumnado, las familias y los profesionales del centro. Hablar desde el respeto, el diálogo y la confianza no solo previene conflictos, sino que también fomenta la empatía y la cohesión social.

 

Cada año, el Encuentro Internacional de Comunidades de Aprendizaje nos brinda una oportunidad única para compartir experiencias, reflexionar sobre nuestra práctica educativa y seguir aprendiendo juntos/as. Un espacio donde docentes, familias, voluntariado, investigadores y otros agentes educativos nos reunimos con un objetivo común: impulsar una educación transformadora basada en el diálogo y la inclusión. Además, compartimos un recurso visual que recoge el calendario anual de las diferentes Actuaciones Educativas de Éxito llevadas a cabo como comunidad de aprendizaje (Sarmiento, 2025).

 

Conclusiones. Los directores y directoras en los colegios públicos rurales.

Ser directora de un colegio no es una tarea sencilla. Es un camino lleno de desafíos, momentos de incertidumbre, toma de decisiones complejas y una gran responsabilidad sobre los hombros. Sin embargo, cada reto conlleva un aprendizaje, cada obstáculo una oportunidad de crecimiento y cada día es una nueva posibilidad para transformar la educación y la vida de quienes forman parte de la comunidad escolar.

Este puesto profesional en un contexto donde persisten ciertas desigualdades de género presenta desafíos particulares. A pesar de los avances en la equidad de género, las mujeres, especialmente aquellas que ocupan cargos de liderazgo en general, aún se enfrentan a barreras y desafíos derivados de estereotipos y roles tradicionales. Aunque este tema daría para otro artículo completo, solo quiero hacer referencia brevemente a él para contextualizar los obstáculos que a menudo deben superar las mujeres en el liderazgo educativo.

Desde el inicio, este rol me ha exigido adaptabilidad, resiliencia y una vocación inquebrantable. Aprender a gestionar equipos, fomentar un ambiente de aprendizaje respetuoso y seguro, mediar en conflictos y construir una comunidad educativa unida son algunas de las responsabilidades que he asumido con compromiso y pasión. La educación no es solo transmitir conocimientos, es inspirar, guiar y acompañar el desarrollo integral de cada estudiante.

A lo largo de esta experiencia, he comprendido que no estoy sola. La comunidad educativa es el pilar fundamental de este viaje. He contado con el apoyo incondicional de docentes comprometidos, de familias que creen en la educación como motor de cambio, de las orientadoras del centro y de alumnos/as que nos enseñan día a día con su creatividad, sus sueños y su manera de ver el mundo.

En la vida profesional de un docente, hay momentos que ponen a prueba nuestra vocación, nuestra paciencia y nuestra capacidad de liderazgo. Situaciones inesperadas, desafíos emocionales y la necesidad de tomar decisiones complejas pueden hacer que el camino se sienta solitario y abrumador. Sin embargo, en esos momentos cruciales, el acompañamiento y el apoyo de personas clave pueden marcar la diferencia entre el agotamiento y la resiliencia.

Uno de los momentos más difíciles de mi carrera, pero no el único, me enseñó, con más claridad que nunca, la importancia de contar con una red de apoyo. En esa etapa de incertidumbre y dificultades, tuve la suerte de recibir el respaldo incondicional de mi inspector José Antonio Guerrero. Su presencia no solo fue un sostén institucional, sino también un faro de orientación y confianza.

Lejos de limitarse a una función burocrática, mi inspector estuvo disponible en todo momento, escuchando con atención, asesorando con criterio y ofreciendo su ayuda sin importar la hora o el día de la semana. Su compromiso no se basaba en la supervisión desde la distancia, sino en un acompañamiento real, cercano y humano.

La experiencia me dejó una lección valiosa, el liderazgo educativo no se ejerce solo desde el conocimiento, sino desde la cercanía y la capacidad de generar confianza. Agradezco profundamente haber contado con alguien que entendiera esto en un momento tan crucial. Y hoy, al mirar atrás, reafirmo mi compromiso de replicar ese modelo de apoyo con mis compañeros/as y con la comunidad educativa en la que trabajo. Porque en educación, el cambio y la mejora siempre nacen del trabajo conjunto y del respeto mutuo.

La educación, cuando se vive con pasión, se convierte en un acto de amor, de entrega y de confianza en el futuro. Y aunque no siempre sea un camino fácil, las recompensas están siempre ahí, en cada mirada curiosa, en cada logro alcanzado, en cada lazo humano que se construye.

No fue fácil al principio, y a lo largo del camino han surgido momentos de incertidumbre y desafío, incluso de mis propios compañeros/as. Sin embargo, cada día encuentro mi mayor recompensa justo delante de mí: en cada alumno/a que ha pasado por estas aulas y ha compartido conmigo su crecimiento, en cada compañero/a director, docente y no docente que me ha acompañado, enseñándome tanto en los momentos buenos como en los difíciles. He aprendido que la lealtad es real, que somos seres profundamente sociales y que el vínculo humano está por encima de todo. Y, lo más valioso, he descubierto que en este viaje algunas personas se convierten en amigas para siempre.

También quienes nos aguantan cuando llegamos a casa después de un día de reuniones interminables, de resolver conflictos, de intentar que todo fluya en armonía mientras el sistema educativo sigue imponiendo barreras. Nuestra pareja, nuestros padres, nuestras hermanas y amigos que nos escuchan sin juzgar, que nos sostienen cuando sentimos que no podemos más, que valoran nuestro esfuerzo incluso cuando nosotras mismas dudamos de si lo estamos haciendo bien. Son ellos quienes nos recuerdan quiénes somos más allá de nuestro rol de dirección, quienes respetan nuestros silencios, nuestras ausencias y nuestra mente siempre inquieta, siempre inventando, siempre buscando maneras de mejorar y transformar. Porque ser directora no es solo una cuestión de liderazgo y toma de decisiones, es un proceso constante de aprendizaje y de carga emocional. Y no se habla lo suficiente de la parte humana de este trabajo, de cómo afecta a quienes nos rodean, de cómo nuestras preocupaciones profesionales a veces se filtran en lo personal, de cómo nuestros momentos de creatividad también pueden ser momentos de desconexión forzada para quienes nos quieren y nos acompañan.

Por eso, hoy quiero reivindicar el valor de esas personas que están ahí, que nos abrazan cuando estamos frustradas, que nos dan un empujón cuando lo necesitamos y que, sin esperar nada a cambio, nos acompañan en este camino. Gracias por ser nuestro refugio.

Bibliografía

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