La poesía como desvelamiento: Proceso de autoborrado, de Elena Pedrosa (Ediciones Fantasma)
Poetry as unveiling: Self-erasing process, by Elena Pedrosa (Ediciones Fantasma).
A poesia como desvelamento: processo de auto-apagamento, de Elena Pedrosa (Ediciones Fantasma).
Inés Mendoza
Escritora. Profesora en la Escuela de Escritores (Madrid, España)
https://orcid.org/0009-0001-2136-0895
ines_mendoza_a@yahoo.es
Proceso de autoborrado es un libro publicado en 2024 por Ediciones Fantasma, dentro de la colección “Poesía por otros medios”. Se pregunta por el sentido oculto de los discursos hegemónicos del pensamiento actual. De ahí que cada poema del libro venga a ser una indagación urgente alrededor de las posibilidades y problemas concretos de una pérdida de soberanía que nos afecta a todos/as. Personal como toda poesía lo es, la trayectoria lectora que propone este volumen atestigua las vicisitudes de una transformación identitaria que jamás olvida los vínculos problemáticos que el sujeto mantiene con el mundo. Su autora, Elena Pedrosa, reflexiona sobre el complejo entramado de vacío inherente a la existencia humana, poniéndolo en relación con el nuevo modelo de realidad. Vacío de la espera que deviene imagen de la pérdida de experiencia vital. Vacío de conciencia equivalente al del alma. Vacío de palabras en tanto último medio para resistir.
Palabras clave: Poesía, Autoborrado, Desvelamiento, Libertad, Autobiografía, Pandemia, Acoso, Pensamiento Crítico.
Abstract
Self-erasing process is a book published in 2024 by Ediciones Fantasma, within the collection “Poetry by other means”. This book asks about the hidden meaning of the hegemonic discourses of current thought. Hence, each poem in the book becomes an urgent inquiry into the possibilities and concrete problems of a loss of sovereignty that affects us all. Personal as all poetry is, the reading trajectory proposed by this volume attests to the vicissitudes of an identity transformation that never forgets the problematic links that the subject maintains with the world. Its author, Elena Pedrosa, reflects on the complex network of emptiness inherent to human existence, putting them in relation to the new model of reality. Void of waiting that becomes an image of the loss of life experience. Void of consciousness equivalent to that of the soul. Void of words as the last means to resist.
Keywords: Poetry, Self-erasing, Unveiling, Freedom, Autobiography, Pandemic, Harassment, Critical Thinking.
Resumo
Processo de autoapagamento é um livro publicado em 2024 pela Ediciones Fantasma, dentro da coleção “Poesia por outros meios”. Este livro questiona o significado oculto dos discursos hegemónicos do pensamento actual. Assim, cada poema do livro torna-se uma investigação urgente sobre as possibilidades e os problemas concretos de uma perda de soberania que nos afecta a todos. Por mais pessoal que seja toda poesia, o percurso de leitura proposto neste volume atesta as vicissitudes de uma transformação identitária que nunca esquece os vínculos problemáticos que o sujeito mantém com o mundo. Sua autora, Elena Pedrosa, reflete sobre a complexa rede de vazios inerente à existência humana, relacionando-os com o novo modelo de realidade. Vazio de espera que se torna imagem de perda de experiência de vida. Vazio de consciência equivalente ao da alma. Vazio de palavras como último meio de resistir.
Palavras-chave: Poesia, Autoapagamento, Revelação, Liberdade, Autobiografia, Pandemia, Assédio, Pensamento Crítico.
Cuerpo de la reseña
“La libertad es una carga pesada, extraña y abrumadora para el espíritu que ha de llevarla. No es cómoda. No es un regalo que se recibe, sino una elección que se hace, y la elección puede ser difícil.”
Úrsula K. Le Guin (2001).
Dijo el poeta André Breton (2001) que la poesía ha de expresar el contenido latente de una época. Una premisa que Proceso de autoborrado cumple a cabalidad. Porque en efecto, la poesía es el medio del que se vale la fotógrafa, artista visual, escritora y editora Elena Pedrosa, a lo largo de estas páginas, para señalar el peligroso contenido oculto de ciertas doctrinas que se van asentando en las sociedades occidentales; un nuevo discurso único totalitario que, en la historia reciente, empieza a ser percibido como admisible y hasta “normal”. Personal como toda poesía lo es, el volumen que el/la lector/a tiene en sus manos es por un lado el testimonio de una evolución íntima y por otro un manifiesto libertario. Y es que quizá no haya impulso más genuino, vocación más ligada al fenómeno poético que el principio de libertad, a condición de que rehúya cualquier sesgo abstracto. Pero lejos de caer en vaguedades, Proceso de autoborrado sondea el trasfondo de situaciones concretas de la vida contemporánea que afectan a los individuos. Para preguntarse por su contenido latente, Pedrosa se apoya en estrategias poéticas tan originales como brillantes que provienen de las vanguardias. Y lo hace, además, sin perder un ápice del atributo universal que distingue a la mejor poesía.
Dividido en dos grandes secciones, “el olor de la mudanza” (que a su vez contiene otras tres) y “Proceso de autoborrado”, la trayectoria lectora que propone este volumen atestigua las vicisitudes de una transformación identitaria que jamás olvida los vínculos problemáticos que el sujeto mantiene con el mundo. Nada que ver, aclarémoslo cuanto antes, con los insufribles productos autoficcionales que llenan las mesas de novedades de las librerías. Muy por el contrario, en su investigación lírica, Pedrosa se vale de la rica e inteligente metáfora del borrado, que aborda con elegancia y acierto desde distintos planos de la experiencia colectiva e individual.
Entre los referentes de Proceso de autoborrado se cuentan algunas de las corrientes más avanzadas del pensamiento contemporáneo. La Antipsiquiatría deleuziana (Deleuze & Gauttari, 1985), el Situacionismo (Internacional Situacionista, 1999), o las teorías de Umberto Eco (1995) que invocan los versos “Yo daba vueltas/en mi mente/apocalíptica/e integrada”; pero en especial la “tradición de vanguardia” -valga la contradicción-, inseparable siempre del principio de libertad. Es echando mano de este bagaje como Proceso de autoborrado se enmarca en el arte insurgente. Después de todo, sobra decirlo, en tanto tal la poesía de vanguardia no puede ser sino subversiva. Ya la propia noción de “autoborrado” recuerda la práctica vanguardista de los “nombres múltiples”, cuyo origen se remonta al dadaísmo berlinés. Resurgidos alrededor de las últimas décadas del siglo XX en el contexto del Arte Postal, los nombres colectivos suponen un asalto a la identidad sacrosanta de los artistas, y un asalto, además, ligado a la “Huelga de Arte” que promovieron La Red Neoísta y el grupo Praxis (Home, 1995), que posiblemente se cuente entre las últimas vanguardias de la historia. Salta a la vista hasta qué punto Proceso de autoborrado participa del espíritu de tábula rasa típico del Dadá.
Con todo, la idea de autoborrado no es la única estrategia vanguardista del libro que nos ocupa. También hallamos aquí el significante “proceso”, que impregna el pensamiento de vanguardia desde sus más tempranas manifestaciones. Llamado a poner el énfasis en las prácticas y no en el resultado final de la obra, el recurso al proceso intentaba sustraer la actividad artística a cualquier pauta que la encadenara a lo acabado, lo genérico o lo fijo, con el fin de inscribirla en lo vivencial y lo experimental. Igualmente, Proceso de autoborrado se coloca, ya desde el título, bajo la advocación de lo procesual, cosa que de paso favorece esa participación lectora tan cara a la conciencia moderna.
El proceso que atraviesa este
poemario se inicia en “El olor de la mudanza”, dividido en tres “actos”. En el
primero, Pedrosa denuncia con ironía el nuevo discurso único que inaugura y
legitima el más reciente modelo de realidad. Nada inusual en el capitalismo, si
no fuera porque en los últimos años ha dado un salto cualitativo que, no por
azar, nace en un panorama inédito de escasez de recursos materiales. Modelo de
realidad, decimos, y no de gobierno o de mundo: un ingente trabajo de
ingeniería social encaminado a “refundar” no sólo las leyes o las finanzas,
sino también las conductas de la ciudadanía y hasta los modos de subjetivación.
Es este trabajo de ingeniería lo que Pedrosa saca a la luz, sobre todo en el Primer
acto. De entrada, denunciando la desactivación del componente autocrítico
que en otro tiempo tuvieron algunas corrientes históricamente emancipadoras,
como el feminismo o el ecologismo. Metáfora de la inocuidad de estas corrientes
en su versión actual, es el disparo que en Sociedad futura equivoca al
enemigo: “Dispararás a bocajarro/a los cojones de una rana/macho”, “(con un
mayor porcentaje/de proteína/y menor grasa/que la carne animal)”. Claro está
que semejante desplome programado no sería posible sin el colaboracionismo de
ciertos actores sociales. Algunos son viejos conocidos, como los sindicatos y
medios de comunicación, que señala el dedo poético del verso “Hay un
programa/en La Sexta/que hace seguimiento de la Policía”. Otros son
grupos de poder en ascenso. Paradigmático entre estos grupos es el sector
sanitario que, durante el confinamiento del 2020, “argüía/su aguja
hipodérmica/como única razón”. Tras éste análisis minucioso del nuevo statu
quo, el primer acto de Proceso de autoborrado cierra con el gesto
sonoro de un simbólico bofetón.
Más intimistas son las piezas del “Segundo acto”, que reflexionan sobre el complejo entramado de vacíos inherentes a la existencia humana, y a los que Pedrosa pone en relación con el nuevo modelo de realidad. Vacío imprescindible para asimilar las vivencias personales en el bellísimo poema El olor de la mudanza, donde leemos: “con tiempo/de integrar/los ruidos/que no digerimos”. Vacío de la espera que deviene imagen de la pérdida de experiencia vital. Vacío de conciencia equivalente al del alma. Vacío de palabras en tanto último medio para resistir. Junto a ellos, la autora despliega una isotopía de lo que se deshace: huellas dactilares, acuarelas desdibujadas, humo, o términos derivados de las artes plásticas (“desvanecerte”, “difuminado”, “des-materializándote”, “desvaída”). En realidad, la isotopía del vacío no es privativa de esta sección, y recorre el libro una red de lexemas contrafácticos: “Escribir/sin fuerza”, “no llegará el diluvio a este desierto”.
En contraste con el segundo, el “Tercer acto” tiene un perfil más beligerante. A la elegía se opone aquí una lucha valerosa. Porque ahora el sujeto, abocado a la soledad que siempre sufren los desobedientes, se niega a reconocerse entre aquellos que aplauden el nuevo orden mundial. Inspirados en el confinamiento del 2020, los poemas de este acto ponen sobre la mesa algunas circunstancias concretas que sostienen el nuevo discurso único. Circunstancias que Pedrosa presenta como manifestaciones de la muerte. La pretendida inocencia del ciudadano medio, amparada en una “Ostentosa mentira que tragan con un poco de azúcar los corazones frágiles”; la actual percepción “insalubre del cosmos” diseñado con toda probabilidad en los lobbys de las altas esferas; los itinerarios “marcados con tiralíneas” de la famosa “distancia social”, que Pedrosa compara con las fronteras geopolíticas; la tecnocracia de “los códigos binarios” y “los planes de futuro”, y sobre todo la ciencia que, vendida al imperativo económico, lo mismo sufre de “Osteoporosis emocional” que de “incongruencia iatrogénica”. Ahora bien, si el sujeto contemporáneo está rodeado por estas manifestaciones letales, también tiene a mano manifestaciones de vida, que encarnan aquí en la metáfora de lo pasional como las “miradas cómplices” o “la voz al otro lado del auricular”.
Se diría, pues, que en Proceso de autoborrado, la pasión constituye una fuerza capaz de volverse contra “la muerte (que) nos susurra al oído” y reunir a los “afines que prenden la mecha que arde”. Con esta idea se cierran los tres actos que forman la primera parte, y en los que la autora nos revela lo que ha cambiado y estaba oculto, precisamente “el olor de la mudanza”.
La última sección, que da título al libro, está ocupada por un único poema. Se diría que aquí el yo poético se responde y nos responde a la pregunta por la identidad en relación con el mundo. Si en la primera sección del libro el borrado era todavía una imagen de la duda, la memoria o el desamor (“tu imagen se va borrando”, leemos en el Igual que el miedo), en la segunda la necesidad de borrarse es literal, como anuncia el primer verso al decir “Posiblemente hoy/sea el primer día/de mi autoborrado”. El esfuerzo inútil de Sísifo o Ícaro, el fallo informático que designa la palabra “Glicht”, son símbolos del esfuerzo del sujeto por vivir en un mundo que se derrite “como los relojes/de Dalí”. En estas condiciones, el individuo elige el autoborrado en un acto “consciente y voluntario”, disponiéndose a un despojamiento absoluto que abarca los discursos más recónditos del poder. La pasión que aparecía en la sección previa, se une a esta “huelga” identitaria, como puede comprobarse en el verso final: “Pero tú y yo/nos decidiremos/de una vez por todas/a bajar los brazos/a soltarlo todo/y a pasar el resto/ de nuestras vidas simplemente/mirándonos a los ojos”.
Los artistas-activistas que idearon
la huelga de arte y los nombres múltiples, buscaban desmantelar la noción
burguesa de arte, evidenciar las jerarquías que rigen la actividad artística y,
en suma, poner la industria cultural en “contradicción consigo misma”, para decirlo
con Alain Jouffroy (Padin, 2000). El fin último de estos designios no era
estético, sino político: revelar el contenido latente que subyace a la dinámica
cultural y que, entre otras cosas, encubre una guerra de clases. En consonancia
con este propósito, Proceso de autoborrado se pregunta por el sentido
oculto de los discursos hegemónicos del pensamiento actual. De ahí que cada
poema del libro venga a ser una indagación urgente alrededor de las
posibilidades y problemas concretos de una pérdida de soberanía que nos afecta
a todos/as. Tarea ardua en la que Pedrosa hace gala de enorme valor, en un
mundo donde cualquier disidencia se convierte en blanco de las injurias más
absurdas e infundadas. Si como dijera André Bretón, la poesía ha de expresar lo
oculto, si aún el arte puede cumplir con esa tarea, si todavía existen lectores
y lectoras dispuestos/as a entender un libro como lugar del desvelamiento,
entonces este manifiesto libertario, este poema ardiente que es Proceso de
autoborrado supondrá para quienes se acerquen a sus páginas un antes y un
después.
Bibliografía
Breton, A. (2001). Manifiestos del surrealismo. Argonauta.
Deleuze, G. & Gauttari, F. (1985) El antiedipo. Paidós.
Eco, U. (1995). Apocalípticos e integrados. Tusquets.
Home, S. (1995). Neoismo, plagiarismo y praxis. https://www.merzmail.net/home.htm
Internacional Situacionista. (1999). Internacional Situacionista Vol. 1. La revolución del arte. Textos íntegros de la revista “International Situationniste”. Col. Literatura Gris. Ed. Traficantes de sueños.
K. Le Guin, U. (2001). The tombs of Atuan. Aladdin Paperbacks.
Padin, C. (2000). La
huelga de arte. https://www.merzmail.net/huelgapadin.htm