Revista Internacional de Educación y Análisis Social Crítico Mañé, Ferrer & Swartz.

ISSN: 2990-0476

Vol. 3 Núm. 2 (2025)

 

Internacional Antifascista de Educación (IAdE)

The Antifascist Education International (AfEI)

Internacional Antifascista de Educação (IAdE)

 

Enrique-Javier Díez-Gutiérrez

Catedrático en la Universidad de León. España

https://orcid.org/0000-0003-3399-5318

enrique.diez@unileon.es

Manuel Fernández Navas

Profesor Titular en la Universidad de Málaga. España

https://orcid.org/0000-0002-5296-5248

mfernandez1@uma.es

Maria Patricia Angulo Soto

Directora Grupo de Estudios Avanzados por las Infancias Vulneradas

https://orcid.org/0000-0001-6437-6347

mpases@yahoo.es

Enrique Berjano Zanón

Catedrático en la Universitat Politècnica de València. España

https://orcid.org/0000-0002-3247-2665

eberjano@upv.es

 

 

Resumen

 

La Internacional Antifascista de Educación nace como una red global de personas, organizaciones e instituciones dedicadas a la docencia, la investigación y la acción educativa, comprometidas con una educación pública, democrática y antifascista. Esta red internacional promueve el pensamiento crítico, la justicia social y la defensa del derecho a una educación emancipadora frente a los discursos autoritarios y neoliberales.

Palabras clave: Pedagogía Antifascista, Educación anticapitalista, Educación democrática, Educación inclusiva, Pedagogía del Bien Común.

 

Abstract

 

The Antifascist Education International is a global network of individuals, organizations, and institutions dedicated to teaching, research, and educational action, committed to a public, democratic, and antifascist education. This international group promotes critical thinking, social justice, and the defense of the right to an emancipatory education in the face of authoritarian and neoliberal discourses.

Keywords: Antifascist Pedagogy, Anticapitalist Education, Democratic Education, Inclusive Education, Pedagogy of the Common Good

 

Resumo

 

A Internacional Antifascista para a Educação foi fundada como uma rede global de indivíduos, organizações e instituições dedicadas ao ensino, à investigação e à ação educativa, comprometidas com uma educação pública, democrática e antifascista. Esta rede internacional promove o pensamento crítico, a justiça social e a defesa do direito a uma educação emancipadora face aos discursos autoritários e neoliberais.

Palavras-chave: Pedagogia Antifascista, Educação Anticapitalista, Educação Democrática, Educação Inclusiva, Pedagogia do Bem Comum.

 

 

Introducción

Según la encuesta 40db de finales de 2024 para el periódico El País y la cadena de radio Ser (Fernández-Vila, 2024), más de uno de cada cuatro jóvenes, el 25,9% de los hombres entre 18 y 26 años, la llamada generación Z, considera que el autoritarismo puede ser preferible a la democracia "en algunas circunstancias". Es cierto, que, entre las chicas, esta cifra se reduce en ocho puntos. Lo sorprendente es que la mayoría de estos chicos y chicas, que afirman tolerar un régimen autoritario, desconocen en gran medida los sucesos que ocurrieron en España desde la guerra civil hasta la transición. Así lo evidencia un estudio realizado en 2022 por el Instituto de Investigación Social y de Mercados (Junquera, 2022): por eso pueden decir con total desparpajo que “con Franco se vivía mejor”: “porque no había paro y todo el mundo trabajaba”; que “podías comprar casa y coche” en esa época; o que “no había robos, había más seguridad y los delincuentes [refiriéndose a inmigrantes] no entraban por una puerta de comisaría y salían por otra”, hablando de la dictadura como si fuera un periodo idílico y casi una referencia de modelo social y de convivencia (Díez-Gutiérrez, 2025).

Pero esto no solo pasa en España. El crecimiento y auge de la extrema derecha en toda Europa se ha producido de manera lenta, pero inexorable (Fariza & Torralba, 2025). Mientras que los eurodiputados de extrema derecha representaban solo el 8,7% del parlamento europeo hace 20 años, esta cifra ha ido aumentando constantemente después de las elecciones de 2009 (11,8%), 2014 (15,7%) y 2019 (18%). Tras las elecciones europeas de junio de 2024 la extrema derecha ha crecido hasta rozar el 25% de la Eurocámara. Es decir, casi uno de cada cuatro europarlamentarios pertenece a algún partido de la extrema derecha. Estos partidos de extrema derecha, en sus diferentes versiones, han aumentado sus escaños en 16 de los 27 Estados miembros, y solo han retrocedido en tres. Y si se compara con el Parlamento anterior, la extrema derecha gana 48 diputados, un incremento de casi el 37%. Aunque la extrema derecha se divide en tres grupos en el Parlamento Europeo, lo cierto es que se ha convertido en la segunda fuerza más votada de Europa, por delante de los socialdemócratas.

Figura 1.

Porcentaje de escaños de la derecha radical en la Unión Europea.

Fuente: Parlamento Europeo (Flores, 2024)

Esto mismo se podría aplicar a buena parte de los países de América. La victoria de Daniel Noboa en abril de 2025 en las elecciones presidenciales de Ecuador impulsa el auge de los gobiernos de derecha y ultraderecha en América Latina en años recientes, con personalidades excéntricas y radicalmente libertarianas como Nayib Bukele, José Antonio Kast y Javier Milei, con un alineamiento sin matices con el neofascismo de los Estados Unidos de Donald Trump. El ultraderechista, supremacista y misógino Javier Milei ha sido el candidato a presidente más votado en las elecciones en Argentina (30%) y está aplicando un programa ultraneoliberal y neofascista al país “a sangre y fuego”. O el Partido Republicano de Chile, liderado por José Antonio Kast, una formación de extrema derecha que arrasó en las elecciones al Consejo Constitucional en 2023, y parece que gobernará en 2026. Igualmente, el ultraderechista Jair Bolsonaro perdió las últimas elecciones presidenciales brasileñas por la mínima, y eso que venía de gestionar desde el negacionismo una pandemia que mató a 700000 de sus compatriotas. Y qué decir de un personaje como Donald Trump, un empresario declarado culpable de 34 delitos, que repite como presidente de Estados Unidos en 2025, a pesar de estar condenado y, además, imputado por tres causas en las que acumula 48 cargos.

A lo anterior podemos sumar los fenómenos de Rodrigo Duterte, expresidente de Filipinas, en el sudeste asiático, que admitió dirigir “escuadrones de la muerte” y utilizar “ejecuciones extrajudiciales” para combatir la delincuencia, dejando una democracia desmantelada, una población aterrorizada (entre 12000 y 30000 muertos de su ‘guerra contra las drogas’) y dirigida actualmente por el hijo del anterior dictador Ferdinand Marcos. O el presidente de El Salvador, el mandatario Nayib Bukele, quien, con su triunfo en las elecciones de 2024, ve respaldada su batalla contra la delincuencia con una política sistemática de violencia estatal, la militarización de la seguridad pública y las detenciones arbitrarias, y el encarcelamiento masivo como únicas estrategias, y cuya reforma constitucional exprés en agosto de 2025 le permitirá la reelección indefinida consolidando su proyecto autoritario en El Salvador.

Se consolida así una progresiva ultraderechización de las políticas occidentales, que asumen muchas de las demandas de la extrema derecha para cerrar las fronteras y limitar el derecho de asilo, que dan marcha atrás en muchas de las medidas más avanzadas para luchar contra la crisis climática, o que impulsan la deriva belicista, como la Unión Europea, que ha anunciado que gastará ochocientos mil millones de euros en comprar armas a Estados Unidos, para sacarle de su recensión, y entregárselos a Ucrania para mantener la guerra contra Rusia (Kamenova, 2024).

 

El neofascismo educativo

Todas estas formaciones autoritarias han logrado conformar una narrativa que pretende definir y establecer las políticas educativas que determinen los sistemas de educación formales, pero también que impulse una pedagogía pública más amplia que redefina el sentido común y la visión colectiva de las sociedades, a cuyo conjunto de estrategias y planteamientos denominamos neofascismo educativo.

Esencialmente, buscan operar por medio de un doble juego: por un lado, amplían espacios de representación de los intereses del capital en las administraciones, escuelas y comunidades educativas, impulsando distintos mecanismos de privatización educativa exógena y endógena (Ball y Youdell, 2007). Por otro lado, pretenden incorporar en la normatividad del sector, los contenidos curriculares y las prácticas escolares lógicas neotradicionales: machismo, androcentrismo, racismo y homofobia, en tanto formas de control y gobernanza a distancia mediante la presión y el miedo a distintos actores educativos. Pero, a la vez, su guerra cultural e ideológica pretende enfrentarse a una supuesta “teoría de la conspiración” organizada mediante una suerte de complot de izquierdas que pretende infiltrar en las escuelas principios ideológicos peligrosos para la civilización occidental y sus valores tradicionales. Tal complot está vinculado con lo que, desde sectores conservadores, se ha denominado “marxismo cultural” entendido como una reminiscencia del bolchevismo que ha relocalizado su campo de operación en el ámbito de la cultura social en general, pero en donde la educación resulta un enclave estratégico.

Dicha amenaza debe ser combatida por medio de la vuelta a los “valores clásicos” teñidos por una mezcla extraña de patriotismo y “machismo patrio”. Combaten, por lo tanto, lo que denominan “ideología de género,” que consideran una aberración feminista; impulsan la recuperación de la agenda del sector privado en educación, ante el intento del Estado de “monopolizar el adoctrinamiento de las mentes de niños y niñas”, y con la intención de ampliar los espacios de reproducción del capital, dado que ven la escuela no solo como un negocio (para el capital) y una inversión (individual), sino como una fábrica de capital humano al servicio de las demandas del mercado y las empresas.

Además, esta estrategia busca crear un “nuevo sentido común”, un cambio cultural social. Trata de abrir esa “ventana de Overton” que hemos comentado. Es decir, conseguir que términos, ideas, gestos y referentes que, siendo en algún momento inaceptables socialmente, se vayan instalando poco a poco en la discusión pública hasta que se normalicen y se conviertan en parte de la agenda pública y se acaben debatiendo y planteando como una posibilidad más, entre otras. Es una táctica pedagógica y educativa, a la vez que política, comunicativa e ideológica, que busca impulsar una “pedagogía pública” que termine por consolidar elementos culturales que acompañen procesos de cambio social. Es parte de la actual batalla cultural, noción recuperada ya por la propia extrema derecha (Laje, 2022), que busca “re-educar a la sociedad” en clave reaccionaria.

Este marco de “intervención reeducadora” de la extrema derecha ha dado pie a que narrativas surgidas de la manosfera[1] se terminen por legitimar socialmente y a que agendas ultraconservadoras se conviertan incluso en política pública. Además, en su apuesta por radicalizar y polarizar la discusión pública, ha optado por rescatar símbolos previamente vetados del espacio público, como el saludo nazi por parte de iconos del neofascismo como Steve Bannon, Eduardo Verástegui o Elon Musk (Cammaerts, 2025).

De esta forma la extrema derecha está llevando a cabo dos operaciones globales de “re-educación” social y colectiva simultáneas. Por un lado, impulsar una usurpación de significados (Ramos, 2022) mediante la cual busca re-construir el sentido común colectivo y re-significar nociones como “libertad” o “justicia social” desde su enfoque ideológico, atribuidos tradicionalmente a los movimientos de izquierdas, progresistas o revolucionarios, convirtiéndolos incluso en auténticos gritos de batalla, en un sentido radicalmente opuesto al significado que tenían inicialmente. Por otro lado, mantiene una campaña para forzar una ventana de Overton (Bobric, 2021) con la cual, entre otras cosas, intenta convertir en “sentido común”, en el seno de la sociedad, ideas, lemas, temas y propuestas, algunas de las cuales serían impensables en otro tiempo. Lo hace combinando estrategias pedagógicas, comunicativas y psicológicas que llegan e inundan la percepción de la población joven (con un discurso que presentan como “antisistema” y que tanto atrae actualmente a los jóvenes en las aulas).

Así, el extremismo retórico ha llegado a tal grado que Agustín Laje, uno de los principales intelectuales del actual presidente de Argentina, ha terminado por señalar como “enemigos” a esos zurdos, con todas las implicaciones tanto epistemológicas como ideológicas, sociales, pedagógicas y políticas que conlleva tal calificativo. Además, ha afirmado que:

celebramos a la policía, los felicitamos, cada balazo bien puesto en cada zurdo ha sido para todos nosotros un momento de regocijo, cada imagen de cada zurdo lloriqueando por el gas pimienta en su cara ha sido para nosotros un momento muy placentero de ver, ha sido un momento donde nos ponemos de pie y aplaudimos. (Astillero, 2024).

No olvidemos, ante estas palabras, que el lenguaje es el horizonte sobre el que se construye la comprensión y la interpretación del mundo, y que nombrar la realidad impacta performativamente en cómo se configura. Como dijo el periodista Kapuściński (2002), las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del lenguaje en los medios. Es la guerra cultural de la extrema derecha que designa como “enemigo” a eliminar a quien no piensa como ella con un discurso performativo que tiene consecuencias en la realidad y en la educación.

Las estrategias educativas del neofascismo a nivel global, tanto al interior de los sistemas educativos como en su pedagogía pública, requieren una lectura política atenta porque es en el cambio cultural y educativo en donde dichas fuerzas han concentrado los esfuerzos más significativos de su batalla cultural. Esta estrategia de la extrema derecha dista de esa caricatura que algunos sectores de la izquierda han construido sobre ella, fundada esencialmente en plantear que “su único lenguaje es el odio” o que, en general, se trata de personas incompetentes o incapaces. Esa pereza intelectual de izquierdas ha permitido que dichos grupos avancen, aprendan de las propias izquierdas, expropien sus conceptos, aprovechen sus estrategias pedagógicas y comunicativas, y ahora, crezcan políticamente, electoralmente, y lo que es más importante, se consoliden en el plano de la cultura y el “sentido común”.

 

La internacionalización y organización transnacional del Neofascismo educativo

Otra de las características nuevas del actual neofascismo es su organización y coordinación a nivel global, configurando lo que se ha denominado una Internacional Reaccionaria o Neofascista (Díez-Gutiérrez & Jarquín-Ramírez, 2025). La ultraderecha ya no es solo una serie de partidos aislados que no tienen casi ningún peso en la Unión Europea o en Latinoamérica o Estados Unidos, sino que va creciendo y organizándose.

La cooperación transnacional de las nuevas ultraderechas latinoamericanas con las corrientes afines de EEUU y Europa se ha articulado en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que ya ha celebrado múltiples reuniones con destacados participantes de Argentina, Estados Unidos, Italia, Israel, El Salvador y Hungría (Tcach, 2023). La CPAC es un encuentro periódico organizado por la American Conservative Union (ACU) desde el año 1974. Con el paso del tiempo y un evidente proceso de internacionalización, se ha convertido paulatinamente en un punto de encuentro de la nueva derecha, la vieja derecha, la alt-right y la ultraderecha actual a nivel global. Es un evento que reúne a líderes del mundo ligados a este pensamiento, a cientos de organizaciones, miles de activistas y a millones de espectadores a través de los medios. Ha jugado históricamente un papel clave para articular la confluencia de políticos, intelectuales públicos, estrategas, y activistas con el fin de construir relaciones y mezclar agendas diversas. La CPAC actualmente se ha constituido en un espacio global de encuentro y en un foro prácticamente obligatorio de las distintas expresiones de ultraderecha global. La lista de invitados reúne a líderes de la extrema derecha y el libertarianismo como José Antonio Kast, excandidato a la presidencia de Chile; Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente de Brasil Jahir Bolsonaro; Santiago Abascal, líder de Vox en España; Ted Cruz, ultraconservador senador republicado por Texas, en Estados Unidos; Steve Bannon, conocido estratega político de la ultraderecha estadounidense o Javier Milei, actual presidente de Argentina, entre los más conocidos. A los que se suman, por supuesto, Elon Musk, que posó para la fotografía con una motosierra, como una estrella de rock, junto a Milei.

En 2024, se llevaron a cabo en Madrid dos eventos cruciales: el primero, “Madrid Europa Viva 24”, organizado por Vox y los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), que reunió a políticos mundiales de la extrema derecha: el presidente argentino, Javier Milei; el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán; el ex primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki; y la presidenta del Gobierno italiano Giorgia Meloni, entre otros/as. El segundo fue el encuentro regional del think tank Atlas Network llamado “Europe Liberty Forum 2024”, organizado por la Fundación para el Avance de la Libertad (Fundalib), un think tank de Madrid asociado a Atlas Network. La coincidencia de ambos eventos son un síntoma de la creciente organización de la extrema derecha a nivel político-electoral tanto en Europa como a nivel mundial en una Internacional Reaccionaria o Neofascista (Díez-Gutiérrez & Jarquín-Ramírez, 2025).

Se ha configurado así esta Internacional Neofascista que cuenta con múltiples apoyos de thinks tanks como El Yunque, el Instituto CATO, el Juan de Mariana o Atlas Network. De hecho, la red Atlas, con más de 500 socios en todo el mundo (un centenar en América Latina) y presente en más de 100 países del mundo, apoya semilleros de ideas ultraliberales, neofascistas y libertarianas en todo el mundo, y en su evento global anual, titulado Foro de la Libertad, une también a empresarios/as, economistas, directores/as de organizaciones y asociaciones, y líderes/as políticos/as ligados/as al libertarianismo y el neofascismo.

En educación, esta organización del neofascismo a nivel global permite rastrear un conjunto de tendencias ideológicas comunes que son transversales a las distintas expresiones de ultraderecha a nivel mundial. Por eso hablamos de una Internacional Neofascista en Educación. Estas son: 1) denuncia de la amenaza izquierdista en educación, caracterizada en ocasiones como un efecto del “marxismo cultural”; 2) un rechazo generalizado a propuestas educativas que buscan atender las diferencias culturales en las escuelas, especialmente respecto a las políticas de igualdad, educación sexual y de análisis crítico de las relaciones étnicas, y 3) una apuesta por la “libertad” de elección de los individuos y las familias respecto a la educación. Además, dicho llamado a la libertad lo vinculan también con una perspectiva de mercado respecto a los contenidos desarrollados en las aulas, lo cual desarrolla una retórica antigubernamental, particularmente en contexto de gobiernos progresistas o de centro-izquierda. Todos los puntos anteriores convergen en un proyecto orientado a un mayor control de la educación pública por parte de estos actores, al mismo tiempo que ésta es criticada de forma constante por sus prácticas, contenidos y resultados.

Sus estrategias pasan por organizar los sistemas educativos desde la centralización y el control estatal de los mismos, con la clara excepción alemana debido a su historia y tradición, para que se puedan supervisar los contenidos de los libros de texto y que el profesorado no pueda tener posición “en cuestiones políticas, ideológicas y religiosas”. Organizativamente, también consideran que las escuelas se deben gestionar como empresas, desde su apuesta por la ideología neoliberal como principio esencial del funcionamiento social, devolviendo el poder a los hombres en una profesión “demasiado feminizada”, según la extrema derecha. En consonancia con ello la extrema derecha aboga por la privatización, abriendo la educación a la empresa privada, como nuevo nicho de negocio y por la “libre elección” de centro educativo, impulsando los centros privados subvencionados públicamente (conciertos educativos) y el bono o “cheque escolar”.

En cuanto al currículo y los contenidos educativos consideran que éstos deben perpetuar y legitimar la cultura hegemónica y reforzar la identidad nacional “patriótica” a través de la educación y enfrentarse al interculturalismo e impulsar un marcado asimilacionismo que “defienda la cultura dominante de manera segura y orgullosa”. Contenidos escolares que deben estar acordes a su ideología basada en la recuperación de un supuesto pasado épico, de “identidad nacional” heroica y mítica, ligado a valores tradicionales religiosos, raciales, culturales o una combinación de todas esas características. Por ello, se ha de controlar lo que se imparte en las escuelas públicas y plurales a través de mecanismos como el “Pin parental”, que conlleva poder vetar actividades complementarias impartidas en horario escolar con contenidos relacionados con la educación afectivo-sexual, la educación en derechos humanos o la educación para la paz, con el argumento de “defender a los menores del adoctrinamiento” (Consejo General del Trabajo Social, 2021). Frente a ello, promueven una educación “patriótica” que ensalce “las gestas y hazañas de los héroes nacionales” y valores ligados a la meritocracia, exigiendo terminar con la “discriminación positiva”, de la que se beneficia especialmente la población inmigrante, según ellos.

En coherencia con lo anterior, exigen la recuperación de la cultura y la ideología del esfuerzo como base de la metodología educativa, así como de la disciplina y la competencia entre el alumnado como pilar fundamental de la mejora de la calidad educativa, lo cual culpabiliza al estudiante como único responsable de su fracaso escolar. En sintonía con esta ideología del esfuerzo abogan por leyes de autoridad que “le den poder al profesorado” para imponerla. De hecho, exigen considerar un “delito de atentado contra la autoridad las agresiones a profesionales docentes”, asemejando el papel del profesorado a la lógica policial.

En definitiva, vemos cómo para el neofascismo la educación “es el método”. Quieren hacer de la escuela y de la educación en general el bastión de su batalla ideológica y cultural. Pretenden intervenir no únicamente en las escuelas y las universidades, sino también, y prioritariamente, en el sentido común de la población por medio de una batalla cultural en distintos niveles. Parafraseando a Thatcher, podríamos decir que para la extrema derecha la educación es el método, pero el fin es cambiar, -en clave reaccionaria-, el corazón y el alma de las sociedades (Beauvallet, 2015).

Figura 2

Propuestas del neofascismo en educación.

 

 

Fuente: Díez-Gutiérrez & Jarquín-Ramírez (2025)

 

La Internacional Antifascista de Educación (IAdE)

Como vemos, el fantasma del neofascismo, con su odio, su intolerancia y su sed de dominación, resurge con fuerza en todos los espacios educativos del planeta. Frente a esta ofensiva que busca segregar, silenciar y someter, la educación se convierte en el campo de batalla primordial. No podemos ser neutrales. Quienes creemos en la libertad, la igualdad y la solidaridad debemos organizarnos. Por ello, nace la Internacional Antifascista de Educación (IAdE).

Porque el fascismo no es solo una ideología del pasado: hoy el neofascismo reaparece disfrazado de populismo reaccionario, de libertarianismo, de extrema derecha o de derecha extrema, que promueve el odio y políticas excluyentes que buscan convertir la escuela y la universidad en un lugar de adoctrinamiento, censura y miedo. Ante ello, levantamos la voz para afirmar que la educación es un derecho universal, emancipador y profundamente político, que debe orientarse hacia la justicia social, la igualdad y la libertad. Por eso nos unimos desde distintos países, tradiciones pedagógicas y luchas sociales para construir una red internacional de docentes, estudiantes, familias, comunidades y movimientos sociales comprometidos con la defensa activa de la democracia, la memoria y la dignidad humana.

La Internacional Antifascista de Educación (IAdE) es una red global de personas dedicadas a la docencia, la investigación y la acción educativa, comprometidas con una educación pública, democrática y antifascista. Promovemos el pensamiento crítico, la justicia social y la defensa del derecho a una educación emancipadora frente a los discursos autoritarios y neoliberales.

Parte de ejes fundamentales que se vertebran en torno a cuatro postulados: (a) la educación no puede ser neutral ante el odio, la discriminación o el negacionismo: educar es siempre tomar partido por la vida, la paz y los derechos humanos; (b) la escuela debe ser un espacio libre de censura y persecución ideológica, donde florezcan el pensamiento crítico, la memoria histórica y la creatividad colectiva; (c) la docencia no es una mera profesión técnica, sino un acto de compromiso ético y político con las generaciones presentes y futuras; y (d) la lucha contra el neofascismo actual exige alianzas internacionales que superen fronteras y nacionalismos excluyentes.

En cuanto a sus principios, se fundamentan en cinco propuestas que han permitido confluir a las distintas tradiciones pedagógicas críticas, diferentes contextos geográficos y diversas luchas sociales, políticas y educativas:

1.     La educación es un acto político de emancipación. Rechazamos la falsa neutralidad que encubre la perpetuación de las injusticias. La verdadera educación debe dotar a las personas de un espíritu crítico para analizar el mundo, comprender sus desigualdades y transformarlo. Es un arma contra la ignorancia y el miedo, pilares fundamentales del neofascismo y el libertarianismo.

2.     Contra el adoctrinamiento y el revisionismo histórico. Los neofascistas manipulan la historia para construir relatos de pureza y grandeza étnica, borrando las luchas de los oprimidos y glorificando la opresión. Nos oponemos a este secuestro del pasado. Defendemos una memoria histórica veraz, crítica y plural que honre a las víctimas de la barbarie fascista y enseñe los horrores del autoritarismo para que nunca se repitan.

3.     Educación pública, gratuita, laica, antipatriarcal, inclusiva, democrática, intercultural, anticolonial, antineoliberal, anticapitalista y del bien común.  Defendemos una educación comprometida con el bien común, que luche contra el machismo, la LGTBIfobia, el racismo,el maltrato animal, la violencia y toda forma de discriminación, que eduque sin dogmas, que no deje atrás a nadie, que practique la democracia de forma radical, que cuestione el etnocentrismo y que desarrolle un currículum claramente antineoliberal, anticapitalista y antifascista. Porque para ser demócrata hay que ser antifascista.

4.     Por una pedagogía de la pregunta, no de la obediencia. El fascismo exige sumisión y dogmatismo. Nosotras y nosotros promovemos la curiosidad, el debate, la duda y la creatividad. Una educación antifascista fomenta el pensamiento complejo, la capacidad de hacerse preguntas incómodas y la valentía de desafiar toda autoridad injusta.

5.     Internacionalismo y antirracismo. La reproducción de las relaciones de opresión de clase, género y etnia es la esencia del proyecto neofascista, dentro del cual se ha construido una narrativa hostil a quienes, supuestamente, representan una amenaza para la civilización occidental: migrantes, “zurdos” y ahora antifascistas. Frente a ello, impulsamos una educación que en el reconocimiento de la diversidad encuentre una fuente de riqueza cultural y política que conforme las bases de la lucha activa contra el racismo, la xenofobia y la aporofobia. Buscamos educar en que la liberación es para todas y todos. 

La Internacional Antifascista de Educación (IAdE) no es solo un foro de debate. Es un llamado a la acción coordinada. Las acciones que ha puesto en marcha se pueden condensar en las siguientes:

¾      Tejer una red global de apoyo mutuo, formación y acción coordinada frente al avance del autoritarismo, de educadoras, estudiantes, académicos, intelectuales, familias y comunidades para compartir recursos, metodologías y estrategias de resistencia pedagógica.

¾      Impulsar pedagogías críticas y emancipadoras que siembren solidaridad y esperanza.

¾      Denunciar y boicotear toda iniciativa educativa, pública o privada, que promueva valores neofascistas, xenófobos, sexistas u homófobos o de maltrato animal. Denunciar y combatir cualquier intento de colonizar la educación con el odio, el miedo o la mercantilización.

¾      Elaborar y difundir materiales educativos libres (currículos, libros de texto, unidades didácticas) que reflejen nuestros principios antifascistas, internacionalistas y emancipadores.

¾      Proteger y apoyar al profesorado y al alumnado perseguido por su compromiso con la justicia social, el antifascismo y la democracia en cualquier lugar del mundo.

¾      Ocupar todos los espacios educativos, desde la escuela primaria hasta la universidad, desde la educación formal hasta las aulas populares en los barrios, convirtiéndolos en trincheras de dignidad y resistencia.

En torno a estos principios y a estas acciones, la Internacional Antifascista de Educación (IAdE) propone a todas aquellas personas y todos aquellos colectivos que creen que otra educación es posible, que otro mundo es posible, a quienes sueñan con una sociedad de personas libres, justas e iguales, a unirse a esta Internacional Antifascista de Educación (IAdE). La Internacional Antifascista de Educación proclama que otro futuro es posible: un futuro en el que las escuelas y universidades sean territorios de libertad, justicia y dignidad compartida por el bien común.

Discusión y conclusiones

Es cierto que se dice habitualmente que, al fascismo, en este caso al actual neofascismo, se le combate tanto las calles como en las mentes. Entendemos que, aunque las condiciones materiales resultan estratégicas para evitar su crecimiento, la batalla por la creación de una conciencia colectiva antifascista es decisiva.

Por eso, debemos analizar cómo es posible que tantas personas (muchas de clase trabajadora) hayan pasado por las aulas y el sistema educativo público en contextos democráticos y defiendan en pleno siglo XXI postulados e ideologías neofascistas, patriarcales, xenófobas, aporófobas, neoliberales y capitalistas, apoyando sistemas basados en el egoísmo, la lógica depredadora del más fuerte y la desigualdad. ¿Qué hemos hecho en la educación pública en los últimos sesenta años?

Nos tenemos que preguntar qué hemos hecho todos estos años en la educación para que contemplemos este auge del neofascismo en España, en Europa y en el mundo. Cómo es posible que, estableciendo leyes y programas internacionales para educar en derechos humanos, en justicia social, equidad, solidaridad e igualdad, tantos jóvenes en todo el mundo estén apuntándose a la moda de la ultraderecha. ¿No nos habremos centrado demasiado en lo técnico en la escuela, en dedicar la mayor parte del esfuerzo en preparar a los jóvenes para el mercado, y no para lo importante: el modelo de sociedad y de principios y valores por los que han de regirse una sociedad del bien común? ¿No habrán influido tantas exigencias de las empresas por preparar al alumnado para el siglo XXI con competencias, bilingüismo, robótica, esfuerzo, competitividad y éxito y tan pocas para combatir el actual neofascismo, promover el apoyo mutuo, la cooperación, etc.?

Necesitamos repensar el actual modelo de educación. Necesitamos un sistema educativo que ayude a construir otro modelo de sociedad donde no sea posible, ni siquiera pensable, el neofascismo y sus doctrinas del odio al diferente, de antifeminismo, de antiecologismo y de desprecio a los derechos humanos más fundamentales. Un modelo de educación basado en el bien común.

Como plantean Nichols & Berliner (2007), deberíamos ser el número uno en el mundo en porcentaje de jóvenes de 18 años que están política y socialmente implicados. Mucho más importante que nuestras puntuaciones en matemáticas y nuestras puntuaciones en ciencia es la implicación de la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y en la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan: los/as jóvenes, los/as enfermos/as, los/as ancianos/as, los/as parados/as, los/as desposeídos/as, los/as analfabetos/as, los/as hambrientos/as y los/as desamparados/as. Se deberían identificar las escuelas que no pueden producir ciudadanía políticamente activa y socialmente útil y divulgar sus tasas de fracaso en los periódicos.

Para eso se requiere una labor conjunta de familias y profesorado que se esmeran por enseñar a sus hijos e hijas y a su alumnado que lo más importante no son los resultados, ni el éxito individual, sino la justicia social y la solidaridad hacia sus compañeros y compañeras y el bien común que enriquece a la comunidad y el planeta. Pero también se requiere la labor de “toda la tribu”. Especialmente, los medios de comunicación y las redes sociales que están contribuyendo profundamente a “educar” a las actuales y futuras generaciones. Es imprescindible que el beneficio económico y el afán de lucro de unos pocos dejen de regir los criterios y el funcionamiento de los medios para convertirse en un servicio al bien común y contribuyan, junto con el sistema educativo, a educar en derechos humanos, en solidaridad, en apoyo mutuo, en decrecimiento, en feminismo, en todos esos principios y valores que se proclaman en todos los tratados y acuerdos internacionales pero que no se cumplen.

Debemos seguir avanzando hacia un modelo educativo que contribuya al bien común de las futuras generaciones y de toda la comunidad educativa y social actual. Un modelo de educación global, en la que se implique toda la tribu, que impulse la formación de personas más iguales, más libres, más críticas y más creativas. Lucio Anneo Séneca, en el siglo IV antes de nuestra era, afirmaba: “No nos atrevemos a hacer muchas cosas porque aseguramos que son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas” (Díez-Gutiérrez, 2022). Tenemos que atrevernos a soñar. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, el de la sociedad y el del planeta en su conjunto.

Paulo Freire decía que “la educación es siempre un quehacer político, en tanto quehacer humanista y liberador en lucha por la emancipación” (Gijón, 2022). Por eso, como comunidad social, debemos educar en la igualdad, en la inclusión, en la justicia social, en el bien común y en los derechos humanos desde una pedagogía claramente antifascista. Sin concesiones ni medias tintas. Educación antifascista o barbarie, no hay neutralidad posible.

 

Bibliografía

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[1] La manosfera es una red de webs, blogs y foros online, asociados políticamente con la extrema derecha y la altright, que promueven la masculinidad tradicional agresiva, la hostilidad hacia las mujeres o misoginia, y una fuerte oposición al feminismo, donde se mueven y expresan incels, MGTOW (Men Going Their Own Way), hombres agraviados, y toda una amplia gama de personas y colectivos que se refuerzan entre sí contra lo que denominan “ideología de género”.