
Trump, neofascismo y fascismo preventivo: la barbarie del capitalismo oligárquico occidental intensificado
Trump, Neo-Fascism and Pre-Emptive Fascism: the barbarism of intensified oligarchic Western capitalism
Trump, neofascismo e fascismo preventivo: a barbárie do capitalismo oligárquico ocidental intensificado
Dave Hill
Anglia Ruskin University, Chelmsford and Cambridge, England
https://www.researchgate.net/profile/Dave-Hill-8
davehilljceps@gmail.com
Resumen
Donald Trump y Elon Musk son, por excelencia, “guerreros de clase”, representantes de la oligarquía de la clase capitalista. Han realizado un ataque masivo contra la clase trabajadora de Estados Unidos, intentando despedir sumariamente a cientos de miles de trabajadores federales y cerrando numerosas agencias gubernamentales nacionales e internacionales. Han destruido los programas de bienestar social a nivel nacional y los programas de ayuda a nivel mundial. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es una de esas agencias que muerde el polvo.
Palabras clave: Capitalismo, Donald Trump, Economía, Elon Musk, Liberalismo, Economía de Mercado, Política, Estados Unidos de América, Clase Obrera.
Abstract
Donald Trump and Elon Musk are, par excellence, “class warriors,” representatives of the oligarchy of the capitalist class. They have made a massive attack on the US working class, attempting to summarily lay-off/ dismiss hundreds of thousands of federal workers, close-down numerous government national and international agencies. They have shredded welfare programmes at home, and aid programmes globally. United States Agency for International Development (USAID) is one such agency that bites the dust.
Keywords: Capitalism, Donald Trump, Economics, Elon Musk, Liberalism, Market Economy, Politics, United States of America, Working class.
Resumo
Donald Trump e Elon Musk são, por excelência, “guerreiros de classe”, representantes da oligarquia da classe capitalista. Lançaram um ataque maciço à classe trabalhadora americana, tentando despedir sumariamente centenas de milhares de funcionários federais e encerrando inúmeras agências governamentais nacionais e internacionais. Destruíram os programas de bem-estar social a nível nacional e os programas de ajuda a nível global. A Agência dos Estados Unidos para o Desenvolvimento Internacional (USAID) é uma dessas agências que mordem o pó.
Palavras-chave: Capitalismo, Donald Trump, Economia, Elon Musk, Liberalismo, Economia de Mercado, Política, Estados Unidos da América, Classe Operária.
Introducción. Guerra de clases, Trump y el capitalismo occidental tardío.
Más de dos millones de empleados federales estadounidenses están amenazados. Los programas sociales, en peligro de sufrir recortes -incluyendo Medicaid[1], cupones de alimentos, y educación pública-, pese a ser los salvavidas para millones de personas: El gobierno tiene en el punto de mira a profesionales de la salud, de la ciencia, docentes, personas dedicadas al cuidado de día, jueces/zas, a la tercera edad, a controladores aéreos e inspectores/as de seguridad nuclear. ¿Qué programas de bienestar social están en la línea de fuego? Al menos el programa de cupones de alimentos, la Seguridad Social, Medicare y Medicaid… serán los siguientes (Corbett, 2025).
Lo que Trump está haciendo es, y no es, nuevo. Lo que es nuevo -la novedad- es la absoluta apertura del control oligárquico y plutocrático del gobierno de EE. UU. con esta guerra contra los trabajadores y contra las agencias sociales de bienestar que complementan los ingresos de los pobres. Lo que es novedoso es la transparencia, la apertura de la barbarie capitalista oligárquica intensificada.
La intensificación de la explotación capitalista, los niveles aumentados de explotación y superexplotación de la fuerza laboral de los trabajadores, en esta etapa actual del Capitalismo Occidental Tardío, promueve a niveles nacionales:
1. Desigualdades de riqueza, que aumentan enormemente.
2. Reducción de los ingresos de los trabajadores; declive en el “valor real” de los salarios y sueldos, represión y supresión de salarios, empobrecimiento y pauperización de millones de estadounidenses.
3. Declive en el salario social, desmantelamiento del bienestar, del salario social, servicios y empleos.
4. Desregulación de protecciones como las ambientales, de salud, sociales, laborales y judiciales, así como de los derechos de los trabajadores y sindicatos.
5. Despidos masivos y amenazas a los empleos. Los contratos laborales están siendo anulados, los derechos al debido proceso pisoteados, y los trabajadores despedidos; las actuales acciones de Musk y el Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE) del que estaba a cargo, amenazan con el mayor despido masivo en la historia de Estados Unidos.
Repito, lo que Trump está haciendo no es nuevo. Se trata de “reducir el Estado”, agotar todo el gasto social, dejar que los pobres perezcan, forzar a los trabajadores a trabajar más duro y de manera más insegura. Es la filosofía cruel y antihumana, antiempatía, antibondadosa, anticomunidad, del ultraindividualismo de Ayn Rand[2], a través de las voces de Elon Musk, Donald Trump y sus promotores y partidarios neocon y neonazis. Estamos viendo una ‘intensificación cada vez más rápida de la explotación de la fuerza laboral de los trabajadores y la intensificación de la desigualdad, de la riqueza, los ingresos, la vivienda, la salud, la infancia, la educación, la vida y la muerte (Hill, 2022; Hill y Zhao, 2024).
Esto es ‘guerra de clases desde arriba’, con venganza. Desde la crisis económica de mediados de los años 70 (‘la crisis del petróleo’), la clase capitalista ha estado arrebatando exponencialmente a la clase trabajadora una mayor parte de la riqueza pública, del ingreso y la riqueza nacional, en gran parte del mundo capitalista (Piketty, 2014). No es solo la USA de Trump. Fue la norteamérica de Biden y Obama y, en mayor o menor medida, es cierto también para las economías del Capitalismo Occidental Tardío a nivel global.
El socialismo con características chinas, mezcla de capitalismo y control estatal/colectivo, es diferente (Hill y Zhao, 2024). Ninguna, de las cinco características enumeradas arriba, son evidentes en China. De hecho, millones de chinos están siendo sacados de la pobreza, no empujados a ella. Pero en el Capitalismo Occidental Tardío, los asaltos tanto al salario social (beneficios proporcionados por el Estado como desempleo, salud, jubilación, discapacidad, apoyo a las familias y a la infancia), como al salario individual de los trabajadores, han sido deliberados y de larga duración. Los ataques al salario real por los trabajos prestados -incluso la supresión y represión del salario del trabajador, a través del despido directo- han sido más que destacables, crudos y desastrosos, para millones de personas.
El contraste entre “Wall Street” y “Main Street”[3] es tan extremo que ahora es obvio, frente al discurso de hace 45 años de que No Hay Alternativa (There is no alternative, TINA) a la austeridad, y que ‘no hay un árbol mágico de dinero’. Lo que ahora está claro es que cuando el capitalismo está amenazado, de hecho, siempre hay un bosque de árboles mágicos de dinero para rescatar a las empresas (Hill, 2022). En el periodo de la crisis financiera después de 2008, y en los años posteriores a la crisis del Covid-19 de 2020, miles de millones de dólares, y de libras, fueron sacados del árbol mágico de dinero, para subsidios a los ricos y a la clase capitalista[4]. Y, junto al bosque de árboles mágicos del dinero, hay un cementerio, un cementerio de esperanzas, vidas y memorias apenas recordadas de una sociedad más civil, más socialdemócrata, más igualitaria, más amable, más socialmente compasiva. Esos recuerdos avivados por las voces de los ancianos, y avivados por organizaciones y movimientos socialistas, marxistas y comunistas, que proclaman esto “no tiene que ser así” (Hill, 2022).
Guerra de clases: Desigualdad macroeconómica, represión salarial y derechos laborales.
En Estados Unidos, la represión de los salarios ha estado en el centro del aumento de la desigualdad social. Mishel y Bivens (2021) señalan que, en EE.UU., la "gran desaceleración salarial para la gran mayoría de los trabajadores después de 1979" fue una política deliberada. Esto contrasta marcadamente con los salarios del 90% más bajo. Gould y Kandra (2022) muestran que
entre 1979 y 2021, los salarios del 1% y el 0,1% más rico se dispararon un 206,3% y un 465,1%, respectivamente, mientras que los salarios del 90% más bajo solo crecieron un 28,7%. Anualmente, los salarios del 90% inferior aumentaron solo un 0,6%, en comparación con el 2,7% y el 4,2% de crecimiento salarial anualizado para el 1% y el 0,1% más ricos, respectivamente. (Haskell, 2023).
En su informe para el Economic Policy Institute, y refiriéndose específicamente a EE.UU., Bivens y Kandra (2023) revelan que "en 2022, los CEOs (Chief Executive Officers) ganaron 344 veces más que un trabajador promedio, en contraste con 1965, cuando ganaban 21 veces más". Mishel y Bivens (2021) analizan la proporción de los salarios totales obtenidos por el 1% más rico en comparación con el 90% más bajo:
La participación de los salarios totales obtenidos por el 1% más rico casi se duplicó entre 1979 y 2019, pasando del 7,3% al 13,2%. En correspondencia, la participación del 90% más bajo se erosionó durante este período, pasando del 69,8% en 1979 al 60,9% en 2019.
Citando a Taylor y Ömer (2020) en su obra Macroeconomic Inequality from Reagan to Trump, Beams (2020) señala:
La participación de las ganancias en el ingreso nacional comenzó a aumentar después de 1970 a una tasa del 0,4% anual, acumulando ocho puntos porcentuales en 50 años... Esta reducción de 8 puntos en la participación laboral del ingreso nacional significa que, con un PIB en EE.UU. que supera los 20 billones de dólares, los trabajadores estarían recibiendo aproximadamente 1,12 trillones más si se mantuviera la distribución previa entre salarios y ganancias.
Esta represión y contención salarial bajo el capitalismo tardío occidental es lo que el fascismo suele imponer. Chile, el primer laboratorio del neoliberalismo -con el dictador fascista Pinochet en el poder entre 1973 y 1988, instaurando un Estado fascista y su correspondiente dictadura- dejó al descubierto los efectos de lo que comúnmente se tipifica como capitalismo neoliberal, pero que, en su extremo, también puede calificarse de fascista:
En el Chile de Augusto Pinochet, la mayoría de los trabajadores ganaban menos en 1989 que en 1973 (ajustado por inflación). La participación laboral en el ingreso nacional cayó del 52% en 1970 al 31% en 1989. El salario mínimo se redujo casi a la mitad durante la década de 1980, y para fines de ese año, la pobreza alcanzaba al 41% de la población, mientras que el 40% de los chilenos carecía de vivienda adecuada (frente al 27% en 1972). Para 1983, un tercio de la fuerza laboral estaba desempleada. (Systemic Disorder, 2015).
Resultados similares ocurrieron en Argentina tras el golpe militar y el gobierno dictatorial de facto (1976-1983). Dolack (2020) destaca:
En Argentina, se abolió la principal federación sindical, se prohibieron las huelgas, aumentaron los precios, se controlaron estrictamente los salarios, y se recortaron programas sociales. Como resultado, los salarios reales cayeron un 50% en un año. La drástica reducción de aranceles dejó al país expuesto a importaciones y a la especulación extranjera, provocando el cierre de numerosas industrias locales. Entre 1978 y 1983, la deuda externa argentina pasó de 8.000 a 43.000 millones de dólares, mientras que la participación salarial en el ingreso nacional se desplomó del 43% al 22%.
Más recientemente, en Argentina, el gobierno de Milei, en el poder desde diciembre de 2023, ha lanzado un ataque frontal contra los derechos de los trabajadores: relajando regulaciones destinadas a limitar el empleo informal, recortando drásticamente el gasto social, devaluando la moneda (con la consecuente depreciación de los salarios), eliminando subsidios a la energía y al transporte, y liberalizando precios (Erdosain, 2023). Los resultados, detallados por la International Trade Union Confederation (ITUC) en diciembre (2024a), incluyen una reducción del 22% en el poder adquisitivo de las pensiones en solo un año, y una caída severa en el valor de los salarios reales, donde el salario mínimo ahora cubre menos del 30% de los gastos básicos de vida, y solo el 50% de las necesidades alimentarias esenciales.
La administración de Milei no solo ha marginado a los trabajadores, sino que ha reprimido activamente su derecho a protestar. Nuevas leyes imponen penas severas a los organizadores de manifestaciones sociales, incluyendo posibles condenas de prisión de hasta seis años. (International Trade Union Confederation - ITUC, 2024b).
En Estados Unidos, la represión salarial fue facilitada por leyes antisindicales, por el debilitamiento o eliminación de los derechos y protecciones laborales, y por la abolición de los derechos de negociación colectiva. Un ejemplo reciente: Trump firmó el 27 de marzo una orden ejecutiva que eliminó numerosos contratos sindicales federales previamente negociados, bajo el pretexto de defender la ‘seguridad nacional de Estados Unidos’ (Crosse, 2025). Esto no es más que la continuación de décadas de políticas y prácticas antisindicales en el país. Gould y Kandra (2022) señalan que la legislación laboral actual no protege adecuadamente el derecho de los trabajadores a sindicalizarse:
Con la posible excepción del desempleo excesivo, el declive en la afiliación sindical es el factor más determinante en el lento y desigual crecimiento salarial. Esta erosión no se debe a la falta de interés de los trabajadores, sino a la oposición sistemática de los empleadores, junto con políticas estatales y federales que han hecho casi imposible formar sindicatos frente a empleadores hostiles.
Organizaciones como la OIT (Organización Internacional del Trabajo), y la CSI (Confederación Sindical Internacional), documentan ataques contra los derechos, la seguridad y la vida de los sindicalistas en todo el mundo (ITUC, 2024b). Desde que escribí un informe para la OIT en 2006 (Hill, 2006), la situación de los trabajadores y los sindicatos ha empeorado drásticamente. Como señala la CSI (ITUC, 2024b):
Mientras millones de hogares luchan contra una crisis asfixiante de ingresos reducidos y el alza del costo de vida, los responsables políticos y los líderes empresariales están restringiendo activamente el derecho de los trabajadores a exigir salarios justos o a ejercer legalmente su derecho a huelga.
Si no se resiste con éxito, esto es un indicio de lo que le espera a la clase trabajadora en EE.UU. y en otros países. Los despidos masivos de empleados federales en USA por la administración Trump[5], son una señal ominosa. Y el modelo se está replicando: en el Reino Unido, el primer ministro ‘laborista’ (Keir Starmer) promete también recortar drásticamente el número de funcionarios públicos.
Fascismo y neofascismo
El término fascista se utiliza de manera amplia y a menudo imprecisa. Podemos analizar:
1. La naturaleza real del fascismo: El Estado fascista, su gobierno, su forma de gobernar, sus acciones y políticas.
2. El debate sobre las causas del fascismo: Las condiciones sociales, económicas y políticas necesarias para su surgimiento, crecimiento y toma del poder. Aquí es donde introduzco el concepto de ‘Fascismo Preventivo’, como un complemento al análisis clásico trotskista.
3. La personalidad, creencias, acciones e intentos de acción de un líder (como Trump, Erdogan, Orbán, Modi -India-, Milei). Existe un debate sobre si Trump es fascista o no, sus creencias, su retórica y su comportamiento.
Díez-Gutiérrez et al (2024) definen lo que ellos llaman el ‘neofascismo del siglo XXI’ y señalan: en los últimos años, hemos presenciado un resurgimiento de la extrema derecha en todo el mundo. El término ‘neofascismo’ es más apropiado para describir las fuerzas que actualmente ocupan el espacio de la ultraderecha. Su programa no se refiere tanto al fascismo clásico de los años 30, sino más bien al objetivo de acelerar y profundizar el modelo neoliberal, con un Estado cada vez más ‘deconstruido’… excepto en los ámbitos militar y policial, para acelerar la ‘libertad’ del poder del capital y reactivar la acumulación ampliada.
El neofascismo del siglo XXI, con un discurso basado en el odio de clase, étnico y de género, apela al miedo y al resentimiento para librar la ‘batalla cultural’ por la hegemonía ideológica. Busca imponer la agenda mediática y política mediante estrategias de provocación constante. Domina la propaganda, los mensajes populistas, y las noticias falsas en las redes sociales. Se apropia de los instrumentos de acción utilizados por los movimientos sociales, ocupando espacios públicos. Además, redefine el lenguaje de la defensa de lo común (libertad, democracia, justicia social...) en clave individualista y capitalista-“libertaria,” para atacar todo lo que implique solidaridad, derechos colectivos, y la lucha por el bien común. Su salida a la crisis y su programa político en su conjunto muestran un claro compromiso con el neoliberalismo, lo que lo diferencia del coqueteo que tuvieron inicialmente los fascismos del siglo XX con los aspectos sociales.
Paradójicamente, este neofascismo se ha nutrido del descontento popular originado por los efectos sociales del capitalismo gestionado por la socialdemocracia, aunque este se disfrace bajo distintos eufemismos… ‘con rostro humano’ o ‘tercera vía’. El aumento de la desigualdad, la pauperización y la individualización de la clase trabajadora, han generado un caldo de cultivo que ha alimentado sus mensajes de rechazo a la migración, y desconfianza hacia las instituciones. Su respuesta a los efectos del neoliberalismo y el capitalismo ha sido más neoliberalismo y más capitalismo.
El fascismo clásico del siglo XX
Citando al propio Trotsky:
El fascismo alemán, como el italiano, llegó al poder sobre los hombros de la pequeña burguesía, a la que convirtió en un ariete contra las organizaciones de la clase obrera y las instituciones democráticas. Pero el fascismo en el poder es, ante todo, la dictadura más despiadada del capital monopolista. (Trotsky, 1933).
Para Woods (2025), principal teórico del Partido Comunista Revolucionario (RCP) en el Reino Unido, el fascismo es un "Estado totalitario en el que la burguesía entrega el poder a una burocracia fascista", cuya característica principal resulta ser "una extrema centralización y un poder estatal absoluto, donde los bancos y los grandes monopolios son protegidos, pero sometidos a un fuerte control central por parte de una burocracia fascista grande y poderosa."
Fuera de los círculos marxistas, pocos recuerdan que fueron (y son) las organizaciones obreras -partidos, sindicatos y sus cuadros dirigentes- las primeras y principales víctimas de asesinatos y encarcelamientos bajo los regímenes fascistas y nazis. Es decir, aquellas organizaciones y líderes locales/nacionales de la clase trabajadora, que amenazan directamente al capital, son los primeros en ser encarcelados, torturados y asesinados. Esto ocurrió en la Alemania nazi de Hitler, la Italia fascista de Mussolini, la Hungría de Horthy, durante la Guardia de Hierro en Rumania, en el Portugal de Salazar, la España franquista, el Chile de Pinochet, y en las dictaduras militares argentina, brasileña, y muchas otras de extrema derecha.
Cuando los fascistas llegan al poder, rutinariamente difaman y convierten en chivos expiatorios a minorías étnicas y religiosas (judíos, musulmanes, inmigrantes). Esto ha sido evidente en los disturbios de extrema derecha y ataques a hoteles de solicitantes de asilo, en Inglaterra, en julio de 2024, como cuando una turba intentó incendiar un albergue de refugiados en Rotherham[6].
Son, la clase trabajadora y sus representantes, y organizaciones, a quienes los fascistas y nazis persiguen una vez están en el poder. Son las organizaciones y cuadros obreros a quienes buscan destruir. Los partidos fascistas y nazis tenían una base de masas y ejércitos callejeros que asesinaban, atacan brutalmente, y aterrorizaban, a activistas obreros, atacando sus organizaciones, sindicatos, partidos políticos, y prensa.
Explicaciones clásicas trotskistas sobre las condiciones para el auge del fascismo
En cuanto a las condiciones sociales, económicas y políticas para el crecimiento del fascismo, el análisis clásico trotskista (Trotsky, 1944/1993), resumido por Silverman (2025), señala: "El fascismo significa la entrega voluntaria del poder político directo por parte de la clase capitalista a un aparato de fuerza bruta en condiciones de crisis y estancamiento en la lucha de clases." Silverman contrasta esto con los gobernantes autoritarios de derecha actuales y añade:
Hoy, la sociedad se ha polarizado de manera grotesca; la riqueza se ha concentrado monstruosamente y la clase capitalista, tan monopolizada, siente que puede prescindir de delegar sus intereses colectivos en una agencia política especializada: ahora quiere gobernar directamente en su propio nombre. El poder personal desnudo será ejercido por los mismos dueños del capital. Esto no tiene casi precedentes.
La definición clásica de Trotsky (1944/1993) es muy específica: se refiere a regímenes como los de Hitler, Mussolini y Franco, instalados con el apoyo de la burguesía nacional tras años de guerra de clases abierta y de fuerza obrera (sindicatos, huelgas, ocupaciones, partidos políticos). La fuerza de la clase trabajadora -su número, organización y acciones- aterrorizó a la clase capitalista. Entre las formas de acción más claras, poderosas y amenazantes -capaces de poner en peligro los beneficios, el control y, por tanto, la propiedad de la clase dominante-, estaban las huelgas (desde pequeños paros hasta huelgas nacionales o generales), las ocupaciones directas, como las tomas de fábricas (tales como el Biennio Rosso es decir, los dos años rojos -1919-1921- de ocupación de fábricas en Turín), las expropiaciones de latifundios, como las llevadas a cabo por campesinos bajo el liderazgo del Partido Comunista en el Alentejo (sur de Portugal) durante la Revolución de los Claveles (25 de abril de 1974)… que cubrí como joven fotoperiodista al final de los años 70 (Hill, 1983).
Fascismo Preventivo
El equilibrio de fuerzas de clase y políticas, así como la capacidad numérica, organizativa y de movilización de las dos grandes clases sociales, son hoy manifiestamente diferentes a los analizados por Trotsky (y posteriormente por trotskistas clásicos como Silverman y Woods) respecto al fascismo del siglo XX.
En el capitalismo tardío occidental, la clase trabajadora actual está políticamente debilitada y, en gran medida, desmovilizada organizativamente. Sin embargo, a medida que aumenten la resistencia obrera y la conciencia de clase, los niveles de represión y empobrecimiento se intensificarán hasta desembocar en luchas masivas. De hecho, en la primavera de 2025, ya estamos viendo ejemplos de estas luchas en Grecia y Turquía.
Cuando el poder de la clase trabajadora estalle en las calles -en huelgas, ocupaciones y otras formas de acción directa-, figuras como Trump y sus acólitos, podrían imponer, o intentar imponer, un régimen fascista. Sus discursos y algunas medidas legislativas ya apuntan en esa dirección.
En otras palabras, en este momento, su neofascismo, cuasi-fascismo, o protofascismo, es preventivo, puesto que busca anticiparse, obstaculizar y cortar de raíz cualquier resistencia obrera antes de que esta se consolide.
Trump/Musk como neofascistas, cuasi-fascistas o protofascistas: ¿Fascismo preventivo?
¿Cómo clasificamos a Trump (y a figuras como Musk, Milei, Bolsonaro y Orbán)? ¿Como fascistas, fascistas preventivos, neofascistas, o cuasi-fascistas o protofascistas? (Foster, 2025).
Woods (2025) critica el uso simplista de etiquetas, señalando que EE.UU. sigue siendo una democracia burguesa. A nivel individual, figuras como Trump, Musk y Hegseth[7] pueden exhibir rasgos fascistas, pero el Estado estadounidense no es (aún) un Estado fascista.
Trump encarna un neofascismo remodelado, cuasi-fascista o protofascista. Aún no está acompañado por milicias callejeras ni ha instaurado una dictadura unipartidista (Foster, 2025), pero los elementos están ahí: sus intentos de controlar el poder judicial, las detenciones arbitrarias de migrantes por parte de ICE (Inmigración y Control de Aduanas), las sanciones económicas contra universidades ‘antipatrióticas’ o ‘izquierdistas,’ y su retórica de purga contra disidentes.
Trump y sus aliados prometen destrozar, eliminar a los inhumanos, aquellos que, según su ideología, han perdido el derecho a vivir. En Unhumans: The Secret History of Communist Revolutions (and How to Crush Them) (Posobiec & Lisec, 2024) -un libro avalado por el vicepresidente de Trump, J.D. Vance[8], y prologado por Steve Bannon[9]-, se elogia a fascistas asesinos como Pinochet y Franco, mientras se argumenta que izquierdistas, comunistas y liberales woke no merecen ser considerados humanos. El periodista Nathan J. Robinson (2024) lo calificó como ‘el libro más paranoico, odioso y aterrador que he leído’, mientras que Anita Waters (2024) lo denuncia como un ‘revisionismo histórico fascista’.
Estas políticas son el complemento ideológico del Proyecto 2025[10] (iniciativa de la Heritage Foundation), un plan de gobierno ultraconservador que busca imponer un régimen autoritario. Según Ragland y Radosovich (2024), es ‘un manual para una administración autoritaria’ que eliminaría libertades básicas, recortaría salarios, prohibiría el aborto a nivel nacional y aumentaría la edad de jubilación.
Trump y Musk aún no lideran un Estado fascista, pero muestran claros rasgos fascistas.
Trump y Musk aún no encabezan un Estado fascista, aunque sus discursos y políticas revelan características personales fuertemente fascistas. No se trata o no es lo mismo que un régimen fascista consolidado.
En mi poema Pescado y fascismo (Hill, 2019), donde aludo a figuras como Bolsonaro (Brasil), Milei (Argentina) y Trump (EE.UU.), sugiero lo siguiente sobre estos líderes (más que sobre los Estados que gobiernan):
Si parece fascista,
si suena como fascista,
si actúa como fascista,
si huele a fascista...
Entonces es fascista.
Aunque la etiqueta diga ‘demócrata’.
Capitalismo, democracia liberal/burguesa, defenestración y muerte
Los componentes clave de lo que está haciendo la administración Trump no son nuevos. Estados Unidos tiene una tiranía corporativa. El duopolio Republicano-Demócrata aplasta las críticas (por ejemplo, sobre el genocidio israelí en Gaza), persigue a quienes denuncian los crímenes del gobierno israelí y demoniza, aterroriza y deporta a migrantes -incluso encadenados-. Estas deportaciones masivas ocurrieron bajo presidentes demócratas como Obama y Biden, al igual que ahora bajo el republicano Trump. Los tres son políticos burgueses que, en última instancia, representan los mismos intereses de clase. Pero eso no excluye la posibilidad de que surjan diferencias agudas entre distintas facciones de esa misma clase.
Por supuesto, hay algunas diferencias entre demócratas y republicanos. Trump es más claramente un guerrero racista y misógino, enemigo de las personas de color, las mujeres, el antirracismo, el antisexismo, y la comunidad LGBTQ+, mientras recuerdan con nostalgia el imperialismo genocida y expansionista del siglo XIX. Este ultraconservadurismo social es idéntico en esencia al de los nazis y los autoritarismos clásicos, en contraste con el relativo ‘progresismo’ y las políticas identitarias de los demócratas. Mientras libran ‘guerras culturales’, están unidos en las ‘guerras económicas’: la lucha de clases en nombre del capital. Ambos partidos explotan a los trabajadores, recortan salarios y enriquecen a los plutócratas, esos ‘amos del universo’ con sus miles de millones y sus patologías sociales, cuya crueldad es evidente en cada acción.
La crítica marxista a la ‘democracia liberal/burguesa/parlamentaria’ revela que sus elecciones -ya sean parlamentarias o presidenciales- son una farsa, una ilusión de elección entre ‘Tweedledum y Tweedledee’[11]: partidos y programas que operan dentro de los límites estrictos del capitalismo nacional y global. La muerte real o simbólica, y la defenestración, esperan a aquellos líderes y partidos -y a veces a cientos de miles de miembros y simpatizantes de partidos, como en Indonesia en 1965-1966- que desafíen el discurso y la práctica del gobierno capitalista oligárquico basado en la clase social, legitimado por la democracia burguesa y la hegemonía capitalista de los Estados Unidos (Sachs, 2025). Ejemplos de esta represión capitalista y del imperialismo son: el asesinato del presidente marxista Salvador Allende (Chile, 1973), el asesinato de Patrice Lumumba (1960)[12], el ‘Método Yakarta’[13]: el exterminio masivo de comunistas, izquierdistas y líderes sociales que se interponían a los ‘intereses estadounidenses’, tema que abordaremos más adelante.
Defenestración política al estilo británico: el caso de Corbyn
Las muertes pueden ser simbólicas. Como en el caso de la defenestración política de Jeremy Corbyn, líder socialdemócrata de izquierda del Partido Laborista británico entre 2015 y 2019. Corbyn ni siquiera era marxista, sino un socialdemócrata de izquierda de estilo nórdico/escandinavo que deseaba redistribuir parte de la renta, nacionalizar los antiguos servicios públicos (privatizados) e, históricamente, desvincular al Reino Unido de la política proisraelí, belicista y de guerra permanente, y de su adhesión a Estados Unidos.
Es interesante ver algunos de los puntos principales de este manifiesto socialdemócrata de izquierda, el Manifiesto del Partido Laborista en el Reino Unido de 2017. Entre otras políticas, proponía...
• Eliminar las tasas universitarias estudiantiles.
• Nacionalizar las nueve compañías de agua (privatizadas) de Inglaterra.
• Reintroducir el tipo impositivo del 50 peniques para las personas con mayores ingresos (superiores a 123.000 libras esterlinas).
• Impuesto sobre la renta de 45 peniques para las personas con ingresos superiores a 80.000 libras esterlinas.
• Más guarderías gratuitas, ampliando las prestaciones gratuitas para niños de dos, tres y cuatro años.
• Fin de los contratos de cero horas[14].
• Medidas para imponer a las empresas un impuesto sobre los salarios superiores a 330.000 libras esterlinas (BBC, 2017).
Peor aún, para los neoliberales del Partido Conservador y del Partido Laborista, Corbyn casi ganó las elecciones generales de 2017. El programa de la izquierda fue muy popular. El Partido Laborista de Corbyn obtuvo el 40% de los votos, su mayor porcentaje en 16 años. De hecho, en los 50 años anteriores, el Partido Laborista solo había obtenido una mayor proporción de votos en Inglaterra y Gales en una ocasión, en 1997 (Smith, 2021). ¡Sus políticas relativamente izquierdistas fueron populares! Para sorpresa y horror de la clase capitalista, los medios de comunicación capitalistas, el Partido Conservador y la derecha del Partido Laborista.
Así que Corbyn tuvo que irse. Y el Partido Laborista se hizo seguro, una vez más, para el capital y el imperialismo capitalista proestadounidense. Por ello, Corbyn fue políticamente defenestrado y expulsado del Partido Laborista, reemplazado como líder en 2019 por Keir Starmer (Booth, 2025), cuyo gobierno laborista está profundizando la austeridad -eliminando las prestaciones sociales y de bienestar-, tras 15 años de austeridad conservadora (y de coalición conservadora-liberaldemócrata). Con Starmer, la política es de ‘armas antes que mantequilla’[15], el militarismo a expensas del bienestar y de los salarios. Como ocurre en Alemania, con diferencias insignificantes entre el anterior gobierno del Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholtz, reemplazado por el conservador Partido Demócrata Cristiano (CDU) de Friedrich Mertz, Tweedledum y Tweedledee. Y en numerosos otros Estados europeos.
Política exterior de Estados Unidos: Poder blando de la USAID, masacre y cambio de régimen
Por supuesto, Estados como Norteamérica, Reino Unido, Francia y China, utilizan el ‘poder blando’ de la ayuda humanitaria, de relaciones culturales, y de otro tipo, para promover lo que consideran los intereses económicos y políticos de sus propios Estados a nivel global.
Pero USAID[16] es de otra índole. Además de distribuir ayuda vital a millones de grupos y países empobrecidos por el capitalismo neocolonialista y las guerras estadounidenses, USAID es una rama sanguinaria de la CIA, que trabaja para destruir y erradicar a aquellos gobiernos y organizaciones considerados por los sucesivos gobiernos estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, como amenazas al imperialismo estadounidense y a los intereses capitalistas hegemónicos. Más allá de su imagen cuidadosamente cultivada, como agencia humanitaria, “USAID ha funcionado durante mucho tiempo como un instrumento de la política exterior estadounidense, participando activamente en la interferencia política, la influencia mediática y la difusión de narrativas estratégicamente seleccionadas” (Lee, 2025). Lee continúa:
Sus extensas relaciones financieras con ONGs, medios de comunicación e instituciones de investigación, facilitaron un sofisticado mecanismo para moldear narrativas globales alineadas con los imperativos estratégicos de Washington. Entre los beneficiarios más destacados de estas asignaciones se encuentran la British Broadcasting Corporation (BBC), y el Australian Strategic Policy Institute (ASPI), ambos fundamentales en la difusión de informes que retratan a China de forma sistemáticamente negativa. La BBC ha publicado numerosos artículos y vídeos con carga política sobre temas relacionados con China, incluyendo Xinjiang y Hong Kong; a menudo, basándose en afirmaciones no verificables, y fuentes de dudosa credibilidad, o en individuos y organizaciones sesgados, lo que ha influido significativamente en la opinión pública occidental.
Özkan (2025), refiriéndose a Schellenberger, señala que USAID, en particular, es el mayor donante de los supuestos ‘medios de comunicación independientes’ a nivel mundial. Y es cómplice e impulsor, de cambios de régimen. "Los defensores de USAID dicen que se trata de caridad y desarrollo en países pobres. No es así. Es un impulsor de 40 mil millones de dólares para el cambio de régimen en el extranjero" (Shellenberger, citado en Özkan, 2025).
Mateus (2025) resume las actividades de USAID como "un instrumento para imponer políticas económicas pro-corporativas, financiar movimientos políticos pro-estadounidenses, esfuerzos de contrainsurgencia, y socavar los movimientos socialistas y nacionalistas en todo el mundo en desarrollo". El libro de William Blum (2003), Killing Hope: US Military and CIA Interventions since World War II, detalla crímenes y asesinatos (masacres) cometidos en nombre del imperialismo estadounidense por USAID, directa e indirectamente. Mateus (2025) concluye:
Las numerosas operaciones de USAID en todo el mundo a lo largo de las décadas incluyeron operaciones de contrainsurgencia y cambio de régimen en América Latina, apoyo a dictadores africanos, y extracción de recursos en beneficio de corporaciones estadounidenses, implementación de políticas de liberalización económica tras el colapso de la Unión Soviética, y la garantía del acceso corporativo estadounidense, así como la financiación de movimientos de oposición en Ucrania y Europa del Este, y la reestructuración de Oriente Medio tras las guerras de Irak.
Para retomar el doble papel de USAID como organización humanitaria y herramienta de la política exterior estadounidense, además de facilitar masacres, USAID interviene rutinariamente en elecciones extranjeras. Por ejemplo, en Bulgaria, de 1990 a 2007, USAID invirtió más de 600 millones de dólares en el país para apoyar su desarrollo político y económico, y prepararlo para la adhesión a la OTAN en 2004, y a la Unión Europea en 2007. Parry (2025) continúa criticando este mismo patrón en Europa del Este y Latinoamérica, donde algunos gobiernos afirman que “los programas de USAID sirven… no solo como asistencia humanitaria, sino también como dudosos esfuerzos de promoción de la democracia que a menudo ocultan segundas intenciones y resultan en revoluciones de color y operaciones de cambio de régimen”.
Me referí anteriormente al golpe de Estado en Indonesia de 1965-66, inspirado y apoyado por Estados Unidos, donde, bajo el dictador general Suharto, con respaldo norteamericano, “entre quinientas mil y un millón de personas fueron masacradas, y un millón más fue conducida a campos de concentración” (Blakeley, 2020, citando a Bevins, 2020). Bevins (Blakeley, 2020) documenta la virulenta cruzada anticomunista de Washington en varios continentes:
El siguiente campo de pruebas para el método de Yakarta fue Latinoamérica, donde cientos de miles de personas serían asesinadas, o desaparecieron, en nombre del anticomunismo durante décadas posteriores... una red informal de programas de exterminio anticomunistas respaldados por Estados Unidos... llevó a cabo asesinatos masivos en al menos veintidós países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Timor Oriental, El Salvador, Guatemala, Honduras, Indonesia, Irak, México, Nicaragua, Paraguay, Filipinas, Corea del Sur, Sudán, Taiwán, Tailandia, Uruguay, Venezuela y Vietnam.
La enfermera sonriente -financiada por USAID- que inocula a un niño pobre del Sur Global, hace que a veces no se pueda ver a primera vista, qué es la contra, que son quienes queman un poblado y hacen una masacre con quienes allí había. Poder disfrazado de blando, pero que es un poder, oh, tan duro.
Conclusión
Trump, rodeado del cálido abrazo de su multimillonario (Elon Musk), y de sus seguidores cristianos y sionistas de extrema derecha, es un presidente que desprecia y desmantela con virulencia toda pretensión de reforma social, tanto en el país como en el extranjero, porque el imperialismo estadounidense, el capitalismo occidental tardío, está en bancarrota y ya no puede permitírselo (Piette, 2025). La élite gobernante, los plutócratas multimillonarios que financian y promueven a Trump y Musk (y a quienquiera que los reemplace con depredaciones similares) son los rostros del fascismo preventivo en Estados Unidos.
Hasta cierto punto, el trumpismo, ya sea bajo el mando de Trump o de quien lo reemplace, comenzará a fracturarse en líneas de clase, y los trabajadores lo abandonarán. La oligarquía capitalista gobernante recurrirá cada vez más a la violencia brutal para defender sus intereses contra la clase trabajadora, tanto en el ámbito nacional como en el extranjero. Y en muchos otros países.
Y encontrarán resistencia.
Ningún delirio dura para siempre. Ningún imperio dura para siempre. Ninguna clase dominante gobierna para siempre. Ningún sistema económico perdura para siempre. Ninguna una economía esclavista asalariada. Ni una economía, ni una sociedad capitalistas que denigran, degradan, disminuyen, subordinan y subalternizan a su clase trabajadora, a la clase obrera y, en particular, mediante la superexplotación, a determinados grupos de género, «raza» y migrantes dentro de la clase obrera en las economías nacionales y globales. (Hill, 2022).
En palabras de Lenin (1918/2002), ‘hay décadas en las que no ocurre nada. Hay semanas en las que ocurren décadas’. Las décadas están sucediendo ahora… La naturaleza de clase -la naturaleza de la lucha de clases- de la sociedad capitalista se revela ante nuestros ojos, y ahora se comprende de forma mucho más amplia y directa que antes. (Hill, 2022).
Referencias
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[1] Medicaid es un programa de seguros de salud en USA para los más necesitados, instituido por Lindon B. Johnson. Cada Estado tiene su propio programa de Medicaid y el CHIP (Children Healht Insurance Program), complementario del Medicaid, puede llegar a atender a más de 31 millones de niños y niñas. Junto a este programa está el Medicare, que atiende a personas mayores de 65 años. (Nota del Traductor).
[2] Alisa Zinóvievna Rosenbaum conocida como Any Rand (1905-1982) fue una filósofa y escritora rusa, nacionalizada norteamericana. Defensora del individualismo, el egoísmo racional y el capitalismo laissez faire, rechazando el altruismo y el socialismo. Una de sus obras más importantes se titula La rebelión de Atlas de 1957, texto fundamental para la corriente libertaria-capitalista actual. (N. del T.).
[3] ‘Main Street’ y ‘Wall Street’ son términos opuestos utilizados en la economía financiera. ‘Main Street’ hace referencia a empresas locales, a los consumidores y la economía real y básica, en general. ‘Wall Street’ representa, netamente, los mercados financieros y las grandes corporaciones globales, incluidos los fondos de inversión. (N. del T.).
[4] En España, durante el pasado gobierno de M. Rajoy, se han empleado 60.718 millones de euros para el rescate de la banca, según el Tribunal de Cuentas. Al menos 45.500 millones del dinero público de los españoles invertido en estos rescates ya puede darse por perdido. En la comunidad europea la inyección de fondos públicos ha alcanzado la astronómica cantidad de 747.000 millones de euros. (N. del T.).
[5] A través del Departamento de Eficiencia Gubernamental, que estaba dirigido por Elon Musk. (N. del T.).
[6] Para más información consúltese: https://www.theguardian.com/uk-news/article/2024/aug/04/rioters-try-to-torch-rotherham-asylum-seeker-hotel-amid-far-right-violence (N. del T.).
[7] Peter Brian Hegseth (1980), antiguo presentador de televisión en la cadena FOX, es el actual Secretario de Defensa de USA. (N. del T.).
[8] J.D. Vance (1984) es el actual vicepresidente de USA. (N. del T.).
[9] Steve Bannon, exbanquero de inversiones, es un estratega político de extrema derecha, consejero de Trump en su primera legislatura. Ha sido también vicepresidente de Cambridge Analytica, que extrajo información de unos 87 millones de usuarios de Facebook sin su consentimiento. Sobre el escándalo Facebook-Cambridge Analytica véase https://es.wikipedia.org/wiki/Esc%C3%A1ndalo_de_datos_de_Facebook-Cambridge_Analytica
[10] Es un proyecto ultraconservador creado por la Fundación Heritage (organización conservadora fundada en 1973) para remodelar el gobierno de USA a través de la administración de Trump. Sobre el proyecto 2025 consúltese https://es.wikipedia.org/wiki/Proyecto_2025 y sobre la Fundación Heritage: https://es.wikipedia.org/wiki/Fundaci%C3%B3n_Heritage (N. del T.).
[11] Tweedledum y Tweedledee son personajes mellizos de la novela A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, de Lewis Carroll, y de una canción de cuna inglesa anónima. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Tweedledum_y_Tweedledee (N. del T.).
[12] Sobre Patrice Lumumba y su asesinato véase https://es.wikipedia.org/wiki/Patrice_Lumumba (N. del T.)
[13] El Método Yakarta es el título de un libro de Vicent Bevins de 2020, subtitulado La Cruzada Anticomunista de Washington y el Programa de Asesinatos en Masa que Configuró Nuestro Mundo, que describe detalladamente las estrategias de los asesinatos masivos de militantes o simpatizantes comunistas, de la mano de las fuerzas militares indonesias respaldadas por USA. (N. del T.).
[14] Un contrato de cero horas es un tipo de contrato por el que el empleador no está obligado a proporcionar un mínimo número de horas de trabajo, y el trabajador está obligado a aceptar cualquier trabajo que le ofrezcan. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Contrato_de_cero_horas (N. del T.)
[15] "Guns before butter" es una expresión que describe la elección de un gobierno entre priorizar el gasto militar (armas) sobre programas domésticos (mantequilla), como programas de bienestar social o de educación. (N. del T.)
[16] USAID (United States Agency for International Development) es la agencia principal del gobierno de Estados Unidos encargada de brindar asistencia económica, de desarrollo y humanitaria a nivel mundial. (N. del T.)