Revista Internacional de Educación y Análisis Social Crítico Mañé, Ferrer & Swartz.
ISSN: 2990-0476
Vol. 3 Núm. 2 (2025)
De la sociedad de clases a la sociedad de masas neoliberal: Transformaciones sociales y culturales impulsadas por el neoliberalismo chileno
From class society to neoliberal mass society: Social and cultural transformations driven by Chilean neoliberalism
Da sociedade de classes à sociedade de massas neoliberal: transformações sociais e culturais impulsionadas pelo neoliberalismo chileno
Camilo Reyes Valle
Archivo Histórico Atilio Eulefi. Centro de Estudios de Historias Locales, Cultura y Arte. Chile.
https://orcid.org/0009-0002-5172-057X
camilo.s.reyes@gmail.com
En el siguiente artículo se desarrolla una reflexión crítica sobre la formación de la sociedad neoliberal chilena, a partir del uso de las categorías analíticas de “espectáculo” (Debord), de “control” (Deleuze) y de “masas” (Amorós), con el objetivo de realizar una lectura longitudinal de las transformaciones neoliberales, que articule reflexiones en torno a la subjetividad, el control social y la cultura política, para ayudar a definir mejor los mecanismos específicos de producción de los imaginarios sociales y de la producción de la deseabilidad. A partir de la consideración de variables económico-legales, culturales, sociales y políticas, desarrollamos un marco analítico referencial que pretende superar las limitaciones de los marcos interpretativos de corte economicista e institucionalista, para avanzar hacia la caracterización cultural y social de lo que denominamos “sociedad de masas neoliberal”; es decir, de una sociedad de masas que se ha forjado al calor del espectáculo capitalista y de nuevas formas de control social surgidas con el neoliberalismo democrático. Al vincular estas categorías políticas con procesos históricos específicos de la realidad chilena, pretendemos no solamente lograr una caracterización más profunda y completa de los mecanismos de control y producción social que operan bajo la sociedad neoliberal -como son la publicidad, el endeudamiento y la precarización-, sino que también posicionar y sugerir este marco conceptual para su aplicación sobre las realidades de otros países latinoamericanos que enfrentaron procesos similares de instalación de dictaduras cívico-militares y de procesos de neoliberalización de sus sociedades.
Palabras clave: Chile, neoliberalismo, sociedad de clases, sociedad de masas, sociedad del espectáculo, sociedades de control, sociedad de masas neoliberal, cambio cultural, producción de subjetividad, historia del neoliberalismo, sociología crítica.
Abstract
This article presents a critical reflection on the formation of Chilean neoliberal society, employing the analytical categories of “spectacle” (Debord), “control” (Deleuze), and “masses” (Amorós). The aim is to conduct a longitudinal analysis of neoliberal transformations, articulating reflections on subjectivity, social control, and political culture. This analysis seeks to better define the specific mechanisms for producing social imaginaries and the production of desirability. By considering economic-legal, cultural, social, and political variables, we develop a referential analytical framework that aims to overcome the limitations of economistic and institutionalist interpretive frameworks, advancing toward a cultural and social characterization of what we call “neoliberal mass society”; that is to say, a mass society forged in the heat of capitalist spectacle and new forms of social control that emerged with democratic neoliberalism. By linking these political categories to specific historical processes in Chile, we aim not only to achieve a deeper and more complete characterization of the mechanisms of social control and production operating under neoliberal society -such as advertising, indebtedness, and precarity- but also to position and suggest this conceptual framework for its application to the realities of other Latin American countries that faced similar processes of the establishment of civic-military dictatorships and the neoliberalization of their societies.
Keywords: Chile, neoliberalism, class society, mass society, society of the spectacle, control societies, neoliberal mass society, cultural change, production of subjectivity, history of neoliberalism, critical sociology.
Resumo
Este artigo apresenta uma reflexão crítica sobre a formação da sociedade neoliberal chilena, empregando as categorias analíticas de “espetáculo” (Debord), “controle” (Deleuze) e “massas” (Amorós). O objetivo é realizar uma análise longitudinal das transformações neoliberais, articulando reflexões sobre subjetividade, controle social e cultura política. Essa análise busca definir melhor os mecanismos específicos de produção de imaginários sociais e de desejabilidade. Ao considerar variáveis econômico-jurídicas, culturais, sociais e políticas, desenvolvemos um arcabouço analítico referencial que visa superar as limitações dos arcabouços interpretativos economicistas e institucionalistas, avançando em direção a uma caracterização cultural e social do que denominamos “sociedade de massas neoliberal”; ou seja, uma sociedade de massas forjada no calor do espetáculo capitalista e em novas formas de controle social que emergiram com o neoliberalismo democrático. Ao vincular essas categorias políticas a processos históricos específicos no Chile, buscamos não apenas alcançar uma caracterização mais profunda e completa dos mecanismos de controle social e produção que operam sob a sociedade neoliberal — como a publicidade, o endividamento e a precariedade —, mas também posicionar e sugerir esse arcabouço conceitual para sua aplicação às realidades de outros países latino-americanos que enfrentaram processos semelhantes de estabelecimento de ditaduras cívico-militares e neoliberalização de suas sociedades.
Palavras-chave: Chile, neoliberalismo, sociedade de classes, sociedade de massas, sociedade do espetáculo, sociedades de controle, sociedade de massas neoliberal, mudança cultural, produção da subjetividade, história do neoliberalismo, sociologia crítica.
Introducción
El sistema neoliberal implementado en dictadura, jamás se podría haber sostenido continuamente en el tiempo sobre la base de una pura represión, ni tampoco por la pura atracción del mercado y de los productos de consumo, sin apoyarse además en los medios de comunicación de masas que permitieron la mutación y transformación subjetiva de la sociedad, añadiendo una connotación seductora al conjunto de mercancías, y preparando el terreno para una autocomprensión de las clases sociales como masas neoliberales. Necesariamente, tuvo que apoyarse en medios hegemónicos de propaganda de masas y de marketing político, que le permitieran desarrollar una producción de subjetividades neoliberales, con una atracción suficiente para lograr coaccionar y cautivar a la sociedad con su embrujo mercantil. Con estas finalidades, la sociedad neoliberal ha desplegado su espectáculo mediático-cultural y un control social que permite crear las posibilidades y expectativas de la nueva sociedad consumista que nace con el capitalismo neoliberal, como un conjunto de imágenes de progreso que impulsan a los/as ciudadanos/as al consumo de sus estilos de vida. Es decir, creando y operando mecanismos fundamentales para capturar los deseos y subjetividades de los miembros de la sociedad, para volverlos/as susceptibles de una territorialización capitalista, de una internalización de lo mercantilizado en lo más profundo de la mentalidad y del imaginario social de las personas, para en definitiva producir una opinión pública atingente a los intereses capitalistas de la oligarquía nacional.
De este modo, podemos identificar uno de los problemas centrales a abordar, el poder comprender en mayor profundidad los mecanismos neoliberales que operan tanto en la dimensión económico-social como en la dimensión de la producción cultural de los imaginarios colectivos y sociales. Para conseguir nuestro objetivo, debemos abrirnos paso entre las convencionales caracterizaciones del neoliberalismo -como las de corte economicista e institucionalista-, para poder lograr establecer un dialogo interdisciplinario entre las ciencias sociales dedicadas a esta clase de estudios -como son la sociología histórica, los estudios culturales y la ciencia política-, esto con la finalidad de revelar los mecanismos específicos basados en la producción de espectáculo, en el control social y la autocomprensión de las masas. Evidentemente, con respecto a estos campos analíticos, deseamos reconocer y destacar los aportes fundamentales desarrollados por Guy Debord en La sociedad del espectáculo (2005), de Gilles Deleuze en Postdata sobre las sociedades de control (1990), y de Miguel Amorós en la conferencia titulada Los cambios de la modernidad tardía (2005), que consideramos como trabajos fundamentales para lograr una interpretación más definida del neoliberalismo y para lograr desarrollar una lectura longitudinal de las transformaciones culturales y sociales iniciadas bajo el régimen social del neoliberalismo chileno. De este modo, pretendemos vincular las categorías filosóficas desarrolladas por estos autores -“espectáculo” de Debord, “control” de Deleuze y “masas” de Amorós-, con los procesos históricos específicos, desarrollados en la región chilena desde la institucionalización neoliberal iniciada en 1977, promulgada con la Constitución de 1980, y consolidada durante el periodo de la transición a la democracia (del retorno a la democracia hasta la actualidad).
De este modo, las categorías elaboradas por Debord, Deleuze y Amorós operarán como un marco teórico referencial que permitirá acercarnos y describir el funcionamiento de estos mecanismos neoliberales en la realidad chilena. Mientras que la categoría analítica de “espectáculo” permite el acercamiento a las nuevas formas de la cultura neoliberal dominante, la de “control” nos permite reconocer los novedosos condicionamientos sociales a los que se encuentran sometida la ciudadanía y los trabajadores neoliberales, así como a su vez, las condiciones creadas por el espectáculo y el control neoliberal permiten la explicación de la producción y la autocomprensión de las clases sociales como una sociedad de masas neoliberal.
Para desarrollar un método de estudio y análisis adecuado, debemos primeramente reconocer las variables que nos empujan a desarrollar un análisis crítico de las transformaciones sociales y culturales iniciadas en la región chilena bajo el neoliberalismo:
(a) Variables económico-legales: la Constitución política de 1980 (Ministerio del Interior, 1980), que en el artículo 1 establece -implícitamente-, que no se permite la asistencia económica a los sectores populares y marginales que lo necesiten, bajo la excusa de la no intervención estatal en favor de un grupo particular de la sociedad, mientras reconoce, por otra parte, el fomento y la subvención de las asociaciones comerciales, por ser estas consideradas como grupos intermedios, que sí son susceptibles de verse favorecidos por políticas económicas (Cea, 2002, p. 184). También se promulgó el Decreto Ley N° 2756 de 1979 (1987), que estableció nuevas e importantes normas sobre la organización sindical, al promover la libertad de afiliación o desafiliación sindical (Título I, 4.), la despolitización de los sindicatos y su orientación estrictamente económica (Título I, 7.), la atomización sindical (Título I, Art. 1), y al limitar la negociación colectiva a los sindicatos de empresa (Título I, art. 6). El contenido de este decreto luego será absorbido, dispuesto y reintroducido en el Código del Trabajo de 1987 y 1994 (2025), como se expresa en el Título Preliminar (art. 3) y en el Título I De las organizaciones sindicales (Cap. 1, Art. 202). Además, debemos considerar el deficiente desempeño del sistema de pensiones (AFP) en la entrega de pensiones dignas, y su función reversa de maquinaria principal para la inversión de capital neoliberal en el país (Jiménez-Yáñez, 2020).
(b) Variables culturales: la brecha social reconocible a través del sistema educativo chileno, que según los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior, 2024, sigue repitiendo los mismos desiguales resultados de las décadas anteriores (dentro del 20% del más alto nivel nacional, un 61,3% de los estudiantes proviene de colegios particulares pagados, mientras que un 16,8% representa a los subvencionados, y tan solo un 9,5% proviene de los colegios públicos), lo que refleja la desigualdad del sistema en el acceso a la cultura (Bascur, 2025); así como también, el desarrollo de la centralidad del consumo en la cultura y de la inversión publicitaria, que se duplica durante los 90’; junto con la expansión del crédito y su reverso del endeudamiento estructural de la sociedad chilena (Ruiz-Tagle et. al., 2013), en el que la deuda de los hogares se ha mantenido constante, a lo menos desde 2014 hasta el 2024 en que alcanzó el 48,1%.
(c) Variables sociales: precarización y encarecimiento de la vida, al punto de que Chile es considerado el país más caro de América Latina en cuanto al costo de los servicios públicos, con uno de los sistemas de educación superior más caros del mundo, y con los valores más altos de Latinoamérica en cuanto a medicamentos, siendo el segundo país con la gasolina más cara de la región y el tercero con el IVA más alto de todo el continente americano (Jiménez-Yáñez, 2020). También debemos considerar en esta variable a los movimientos sociales de protesta desarrollados del 2000 en adelante: el mochilazo del 2001, el movimiento antiglobalización y anti-APEC del 2004, el movimiento secundario-pingüino del 2006, en contra el extractivismo de Hidroaysen el 2011, el movimiento estudiantil secundario y universitario del 2011, el movimiento feminista y Niunamenos florecido entre el 2016 y el 2018 (Gómez-Leyton, 2010, pp. 371, 374-376, 388-389, 400; 2020); y las protestas callejeras desarrolladas como respuesta al asesinato de Camilo Catrillanca en La Araucanía el 2018, que en cierta medida anticipaban el alcance del movimiento colectivo que se desarrollaría durante el estallido.
(d) Variables políticas: el rechazo y el descredito de la política, los políticos y los partidos políticos, debido a los casos de corrupción acontecidos: casos MOP-GATE, Penta, Soquimich, Caval, y por los casos de colusión de las farmacias, navieras, papel higiénico, de los pollos y de los pañales. (Jiménez-Yáñez, 2020)
La consideración de estas variables económico-legales, culturales, sociales y políticas nos ayudan a delimitar y explicitar mejor la elección de nuestro método de estudio, que como ya adelantábamos consistirá en la realización de una lectura longitudinal crítica sobre el marco de estas variables, a partir de los conceptos exploratorios del “espectáculo”, el “control” social y la “sociedad de masas”, trabajando en gran medida contra-inductivamente en relación a las hipótesis economicistas e institucionalistas, para obtener información y resultados que de otro modo no se podrían lograr (Feyerabend, 1986), esto con el fin de producir una caracterización más específica y completa de la sociedad de masas neoliberal y sus dinámicas sociales y culturales. De esta forma se pretende vincular estas importantes categorías filosóficas con la interpretación de los procesos históricos específicos del neoliberalismo en la región chilena, con la proyección de que este conjunto de categorías se puedan integrar en un programa de investigación del neoliberalismo chileno, para ser aplicado al estudio más amplio de sus transformaciones sociales y culturales, y también, sobre otras realidades de América Latina que atravesaron procesos similares de dictaduras cívico-militares y de una posterior apertura a los procesos de neoliberalización de sus sociedades.
Es así como, en primer lugar, nos adentraremos en el uso de la categoría de “espectáculo” de Debord, para luego centrarnos en la de “control” de Deleuze, y finalmente concluir con la aplicación de la categoría de “masas” de Amorós. A la par de los resultados que se vayan presentando, se aportaran unas reflexiones finales sobre las posibilidades de liberación dentro de la sociedad de masas neoliberal chilena.
La dictadura militar y el espectáculo neoliberal de carácter concentrado (1973-1990)
Siguiendo el análisis de Guy Debord (2005) con respecto al desarrollo de la cultura espectacular en las sociedades dictatoriales, podemos destacar algunos elementos iniciales sobre la forma de espectáculo capitalista que se presentó bajo las condiciones históricas iniciales del neoliberalismo en Chile:
La dictadura de la economía burocrática no puede dejar a las masas explotadas ningún margen notable de elección, puesto que ha debido elegir todo para sí misma, y cualquier otra elección exterior, ya se refiera a la alimentación o a la música, es ya por consiguiente la elección de su destrucción total. Debe acompañarse de una violencia permanente. La imagen compuesta de bien, en su espectáculo, acoge la totalidad de lo que existe oficialmente y se concentra normalmente en un solo hombre, que es el garante de su cohesión totalitaria. Cada uno debe identificarse mágicamente con esta vedette absoluta que es, de hecho, la acumulación primitiva acelerada por el terror. (…) allí donde domina lo espectacular concentrado domina también la policía. (Debord, 2005, p. 18).
Evidentemente, las formas del espectáculo capitalista durante la dictadura se concentraron en crear y proyectar la imagen de mundo que los representantes militares y civiles de la dictadura militar deseaban presentar. Restringir las libertades políticas y artísticas hasta el punto de suprimirlas para dejar toda la producción “cultural” en manos de los agentes dominantes dentro del régimen militar. Propaganda política que fue alentada por medio del terrorismo de Estado, y que preparó el espacio social, eliminando y prohibiendo toda posibilidad de divergencia política y cultural, bajo la excusa de extirpar el peligro incitado por el terrorismo y la influencia marxista sobre la sociedad chilena.
La dictadura instauró su propio espectáculo sobre la base de un discurso y una estética basada en la uniformidad, el orden y la disciplina, donde estos aspectos debían abarcar, ocupar y colonizar espacios antes impensados; como, por ejemplo, cuando se desarrolló una veta sindicalista “amarilla” propiciada por la propia dictadura militar, una suerte de show de sindicalismo en orden. Lo hicieron desplegando aparatos de producción de subjetividad en todos los órdenes sociales, e inclusive algunos de estos mecanismos o tácticas del poder uniformes han sido defendidos hasta la actualidad como métodos validos del gobierno entre los sectores más conservadores, aunque minoritarios de la sociedad. Y la promoción y aceptación de esta forma espectacular, por parte de la población, también se ha servido de las condiciones de vigilancia permanente de un Estado policíaco, para lograr persuadir, por la razón o la fuerza, de la aceptación de esta forma espectacular basada en el orden, la disciplina y la uniformidad cultural.
Obviamente este espectáculo tuvo su vedette predilecta, su concentración simbólica bajo la figura del dictador Pinochet, que poco a poco fue destacándose por sobre los otros miembros de la Junta y desarrollando liderazgo y conducción absoluta del proceso, tras su consolidación como líder del grupo golpista. Al mismo tiempo pasó a ser considerado el símbolo garante de la cohesión autoritaria, del orden y el poder gubernamental, al convertirse en un ícono de identificación con el régimen militar mismo en toda su expresión.
La democracia autoritaria y el espectáculo de carácter difuso (1990-actualidad)
La dictadura fue un show que poco a poco, a lo largo de 17 años, fue desanimando hasta a los más entusiastas ultraliberales -considerando que el gobierno militar fue el que logró el milagro de la refundación mercantilista sin oposición-, gracias a la implantación de reformas neoliberales radicales. El tipo de espectáculo cultural concentrado de la dictadura ya no encajaba con el modelo de estructuras abiertas a los negocios y a las empresas transnacionales, que configuraba el nuevo mercado neoliberal, por lo cual no podría seguir sosteniéndose más en el tiempo bajo un sistema abiertamente dictatorial. No se quiso arriesgar el modelo a un levantamiento popular que pudiera echar por la borda de cuajo los esfuerzos por instalar la nueva institucionalidad oligárquica.
De este modo, la gris imagen del espectáculo dictatorial, poco a poco fue cediendo paso a una escena más colorida, carnavalesca y pomposa, que escapaba a las estrechas concepciones estéticas de la uniformidad, el orden y la disciplina -y añadiremos nosotros, de la improductividad, la decadencia y la mediocridad- instaladas durante el periodo totalitario-autoritario del espectáculo concentrado. En cambio, con la nueva forma de democracia autoritaria se soltó en cierto grado la estricta disciplina social y se abrió el espacio público para el consumo de múltiples mercancías y formas de vida, para la construcción de sujetos deseables, pertenecientes a las comunidades imaginadas por la publicidad, muchas veces contradictorias, antagónicas y complementarias en su relación con otros múltiples paraísos artificiales, dispuestos por el nuevo espectáculo cultural neoliberal. Y en vez de reproducir la imagen emblemática de un solo hombre soberano central, la gran vedette que territorializa todos los espacios sociales con su presencia sublime y patética, imprimiendo su estética de uniformidad, orden y disciplina, se abrió el espacio para la irrupción del multitudinario carnaval de vedettes adorables y consumibles, que vienen a repletar los espacios televisivos con su imagen y a competir por la adoración popular, proyectada como un conjunto de modelos a seguir, consumibles cada uno como productos prefabricados de vida, máscaras, impulsores de consumo de vidas “soñadas”, donde existe una vedette diferente adherida a cada mercancía, para suplir cada deseo particular y “especial”, para satisfacer hasta los gustos más exóticos, mientras estos deseos se puedan vender, comprar y consumir.
Es así como se dio paso a una forma distinta de espectáculo abierto, bajo una expresión difusa, es decir, bajo la forma publicitaria de un conjunto de mercancías y servicios mercantiles:
Lo espectacular difuso acompaña a la abundancia de mercancías, al desarrollo no perturbado del capitalismo moderno. Aquí cada mercancía se justifica por separado en nombre de la grandeza de la producción total de objetos, de la que el espectáculo es el catálogo apologético. Afirmaciones inconciliables se disputan sobre la escena del espectáculo unificado de la economía abundante, igual que las diferentes mercancías-vedettes sostienen simultáneamente sus proyectos contradictorios de organización de la sociedad; donde el espectáculo de los automóviles requiere una circulación perfecta que destruye las viejas ciudades, el espectáculo de la ciudad misma necesita a su vez barrios-museos. En consecuencia, la satisfacción ya de por sí problemática que se atribuye al consumo del conjunto queda inmediatamente falsificada puesto que el consumidor real no puede tocar directamente más que una sucesión de fragmentos de esta felicidad mercantil, fragmentos en los que la calidad atribuida al conjunto está siempre evidentemente ausente. (Debord, 2005, p. 18).
Es importante destacar que el consumo de mercancías encierra análogamente el consumo de imágenes de progreso, adheridas a las múltiples “vedettes” que van ligadas al consumo material de los productos. Esta separación irremediable entre el “valor de uso” (satisfacción material) y el “valor de cambio” de la mercancía (el plus social de goce, la connotación, la satisfacción simbólica o emblemática), proporciona una satisfacción incompleta y limitada a las personas, que no pueden satisfacer nunca en lo simbólico las exigencias de sus deseos materiales. La imagen de lo que consumen va sustituyendo constantemente al consumo real. Y este consumo simbólico encierra la promesa rota de la satisfacción de un deseo, pero con el gusto amargo del displacer producido por la postergación de la completitud del placer material. En este juego, la difusión constante de nuevas imágenes de progreso, vuelven obsoletas y reemplazan en valor a las anteriores producciones; como también, por ejemplo, ocurre típicamente con el problema de la satisfacción en las compras con crédito, que por extensión de la deuda suscita el desplazamiento de la posesión de un producto que se consume, sin ninguna clase de propiedad real sobre lo consumido (Foa y Magrin, 2019; Peskin, 2023, p. 178; Valsega-Piazza, 2025, pp. 166, 170).
Régimen extraño el neoliberalismo cultural, pues si bien en su etapa “democrática” el espectáculo pasa de expresarse como “concentrado” a “difuso”, con este movimiento solo constituye ser una continuación y evolución mejor tecnificada de una forma espectacular anterior. Esta modernización de sus recursos y mecanismos se logra por medio de la masiva importación y las nuevas posibilidades de un consumo abundante de mercancías que se abren con la globalización. De esta forma se logra producir un régimen abierto de competencia capitalista que captura y produce una subjetividad social controlada, y que en materia política se manifiesta como un teatro o simulacro político que opera con su propio show de las elecciones populares.
En el despliegue de estas nuevas condiciones de espectáculo difuso, no se desarrollan reformas sustanciales o estructurales al sistema institucional y económico, sino que más bien se reafirman y potencian los mismos principios establecidos por la dictadura (es decir, la Constitución y las Leyes Laborales), pero ahora revestidos bajo códigos y coordenadas simbólicas democráticas, en el marco de un mercado abierto a condiciones de hegemonía establecidas por los monopolios comerciales. La democracia y su transformación jurídica “incorporal”, “simbólica” de la dictadura, es otra máscara cultural y expresión espectacular de un aparente cambio en todo, pero que realmente o profundamente no cambia nada sustancial. Parte de este mecanismo espectacular consiste en la introducción de una estrategia publicitaria y comunicacional que pretende alterar en la superficie lo que no se toca estructuralmente. Esto supuso un nuevo impulso para el neoliberalismo en condiciones que le permitían un mayor desarrollo comercial, ahora bajo la apariencia de un modelo democrático, abierto y difuso, que alienta más que durante la dictadura a un modelo de vida consumista de mercancías y endeudamiento.
El paso de la sociedad disciplinaria tradicional a la sociedad de control neoliberal
Desde la perspectiva relacionada con el desarrollo del control social bajo el neoliberalismo, debemos reconocer el paso de una sociedad chilena tradicional determinada por las disciplinas sociales (cuya existencia reconocíamos notoriamente durante el periodo dictatorial inicial del neoliberalismo, penetrado en los ideales estéticos de la uniformidad y un orden cultural homogéneo impuesto a la población civil), hacia una sociedad determinada por un tipo de dominación nuevo, basado en un control al aire libre. De una forma de neoliberalismo sustentada en el control de no dejar elegir, pasamos progresivamente a una forma en que se deja elegir de manera controlada. Este proceso de transformación de las sociedades contemporáneas ha sido expuesto con claridad por Gilles Deleuze en un famoso pero breve artículo titulado, Postdata sobre las sociedades de control:
Estamos frente a una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fabrica, escuela, familia. (…) todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Solo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando la puerta. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias. “Control” es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como nuestro futuro próximo. Paul Virilio no deja de analizar las formas ultrarrápidas de control al aire libre, que reemplazan a las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema cerrado. (Deleuze, 1990, p. 1).
Nuestra actual sociedad democrática de control, evidentemente, posee varias de las características descritas en torno al surgimiento de este tipo de sociedad. Evidentemente el fin de la dictadura se encuentra íntimamente implicado al agotamiento y decadencia de las instituciones y los mecanismos disciplinarios de persecución y encierro, con su consecuente transformación en aras de la conformación de nuevos aparatos de control al aire libre. Nos referimos a formas tan diversas que abarcan desde el control de los deseos, la subjetividad y opinión personal, al control de los accesos a las instituciones, al control de los espacios de la ciudad, al paso de un segmento de la ciudad a otro dividida por peajes, a la fiscalización permanente en las calles, a la promesa del crédito y la vigilancia por el endeudamiento, a la observación permanente de la población en tiempo real mediante cámaras, entre estos y otros medios de control masivamente dispuestos, como por ejemplo, en el caso de la manipulación social ejercida por medio de la producción de opinión publica conjurada por los mass media (como la televisión, los matinales, los noticiarios, la radio y la prensa).
Para poder controlar la opinión pública y a las masas votantes, se hace uso extensivo de la información personal recopilada por medio de ordenadores, teléfonos móviles, y de las redes sociales; esto con el fin de que las empresas puedan influir en la opinión personal y pública, y también con el fin de orientar adecuadamente la publicidad al consumo de mercancías (Uriarte, 2010). Todo un conjunto de medios tecnológicos de poder dispuestos para la captura de los deseos y para la producción de subjetividades controladas.
En la actualidad se ha creado un importante mecanismo de control social, que se aplica al trabajador neoliberal por medio de los llamados “salarios modulares” (Deleuze, 1990). La volatilidad de los salarios neoliberales es una característica fundamental de la sociedad de control que comienza a desarrollarse en Chile tras el final de la dictadura. Históricamente el trabajador, bajo la sociedad disciplinaria, tenía asegurado su salario de acuerdo al pago de un sueldo mínimo, de un tarifado especifico, pero, sin embargo, a partir de la instalación de los salarios modulares, el control de los empresarios sobre los trabajadores rebasa los propios límites tradicionales, pues a partir del salario se controla la libre circulación de los trabajadores y sus acciones, al condicionar parte del salario por medio de pago de bonos por asistencia, puntualidad, producción, entre otros.
De este modo, la condicionalidad de un porcentaje importante de los sueldos, ayuda al desarrollo de un control empresarial que sobrepasa al propio lugar de trabajo, articulando un sometimiento de los horarios y de la vida fuera del trabajo, bajo la tarea y exigencia del cumplimiento de una serie de compromisos con la empresa, y de la generación de ideas atingentes para mejorar la producción y con ello poder aumentar el valor del salario. Ya no se trata del viejo control y la supervisión directa del trabajador dentro de la empresa, sino que de un autocontrol que se extiende al espacio libre de la calle, al transporte, a la casa, y de los tiempos que se encuentran por fuera del propio trabajo, que desde este punto de vista, se encuentran organizados de acuerdo a los intereses empresariales, determinadas por las nuevas formas del trabajo inmaterial (Lazzarato y Negri, 2001).
En este sentido, las informaciones y resultados obtenidos durante la evaluación empresarial son las que determinan el valor de los salarios modulares: “(…) las sociedades de control operan sobre máquinas de tercer tipo, maquinas informáticas y ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido y el activo, la piratería o la introducción de un virus. Es una evolución tecnológica pero más profundamente aun, una mutación del capitalismo” (Deleuze, 1990, p. 2).
Otra profunda transformación la constituye el paso de una economía de base productivista a otra de carácter consumista. El consumismo se llega a inscribir sobre la base económica de la sobreproducción capitalista, que es lo que realmente le permite orientarse a la meta de las ventas, más que a la producción:
En cuanto al mercado, (…) el capitalismo ya no se basa en la producción, que relega frecuentemente a la periferia del tercer mundo, incluso bajo formas complejas del textil, la metalurgia o el petróleo. Es un capitalismo de sobreproducción. Ya no compra materias primas y vende productos terminados: compra productos terminados o monta piezas. Lo que quiere comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la producción, sino para el producto, es decir para la venta y para el mercado (Deleuze, 1990, p. 2).
Precisamente Chile ha vivido un proceso similar al descrito, donde ya en dictadura ha abandonado su posición de desarrollar una vía productivista, y se ha entregado a la práctica de comprar productos terminados, es decir, de importaciones (Ffrench-Davis, 2017).
Debemos destacar la importancia que adquiere la publicidad y el marketing en el marco de las transformaciones descritas, pues bajo las sociedades de control actúan con el objetivo de ejercer una producción de los deseos de los consumidores, insertando el deseo de compra, para que estos puedan añorar estilos de vidas apoteósicos consumibles. Y la trampa consiste en articular este dispositivo de poder con todo un sistema de créditos ad-hoc, es decir, con un sistema de endeudamiento:
El marketing es ahora el instrumento de control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado sino el hombre endeudado. (Deleuze, 1990, p. 2).
Este rasgo se evidencia notoriamente en la sociedad chilena, si consideramos que la tasa de endeudamiento de los ciudadanos creció bastante desde los años del retorno a la democracia hasta ahora, en que alcanza una deuda histórica en un porcentaje equivalente al 73,3% del ingreso disponible al 2019 (CNN Chile, 2019).
Para concluir la aplicación de la categoría de control social a la realidad chilena, debemos presentar una última apreciación de Deleuze en torno a las sociedades de control, que nos parece importante destacar:
(…) los diferentes aparatos de control son variaciones inseparables, que forman un sistema de geometría variable (…). Los controles son modulaciones, como un molde autodeformante que cambiaría continuamente de un momento a otro”, “(…) en las sociedades de control nunca se termina nada: la empresa, la formación, el servicio son los estados metaestables y coexistentes de una misma modulación, como un deformador universal. (Deleuze, 1990, p. 2).
Evidentemente esta conceptualización de los dispositivos de poder y control social, que lo conciben como un deformador universal, es de gran utilidad para comprender las funciones más oscurantistas del neoliberalismo, que tienden a alentar y administrar la decadencia de sus instituciones sociales: la familia, el hospital, la escuela, la cárcel, las fábricas, entre otras. A continuación, presentamos algunas situaciones conjuradas dentro de la sociedad neoliberal que consideramos como muestras manifiestas de control y manipulación social, en el sentido de operaciones de poder que actúan como deformadores universales de las instituciones sociales:
-La penetración de las drogas en las poblaciones bajo el contexto de la dictadura militar neoliberal, para desorganizar a las y los pobladores (Osses y Henríquez, 2005).
-La normalización de un sistema educación (Villalobos y Quaresma, 2015) y de salud pública (Goic, 2015) precarios y deficientes.
-El sistema de endeudamiento como medio de adquirir y consumir productos (Lemus y Pulgar, 2023).
-Las nuevas formas tecnificadas de extracción de plusvalía que afectan a los salarios (AFP y aplicación del salario modular) para generar mayores ingresos empresariales (Gálvez y Kremerman, 2019).
-El desarrollo de espacios públicos bajo control privado y la producción de la ciudad neoliberal (Duhau, 2001; Amorós, 2012).
-La Constitución neoliberal y el sistema de leyes liberales como deformadores de los conceptos de trabajo, derecho, sindicalización, y de la idea de preservación del Bien Común (Cea, 2002, p. 186) y la deformación del concepto de propiedad colectiva.
-Distorsión del Estado social o de bienestar, mediante las privatizaciones de empresas públicas; control privado de instituciones encargadas de promover el bienestar social y la comercialización de sus objetivos: vivienda, alimentación, educación y salud (Mönckeberg, 2001). Los derechos convertidos en mera capacidad de demandar productos y servicios.
-En economía: deformación ideológica y material del concepto de “libre mercado”, y subordinación del mercado bajo los intereses de los grandes monopolios de capital (acumulación de nuevas riquezas patrimoniales) (Fazio, 1997, 2023).
-Deformación del sistema laboral: creación artificiosa de una tasa natural de cesantía en dictadura (Llanos, 2018), con el fin de estabilizar artificialmente el precio de los salarios, y para la desfiguración y limitación de los procesos de negociación colectiva, y el desarrollo de un Código del Trabajo anti-obrero (López et al., 2015, p. 15).
-Deformación de la verdad o torsión del estatuto ético de veracidad, por parte de los medios de comunicación de masas y las noticias (Salinas y Cabalin, 2019). La opinión sobrepasando y suplantando los propios saberes y conocimientos científicos: aplicación de principios de marketing político de Goebels; aplicación de neolenguas para desorientar la significancia común de las cosas y confundir; establecimiento de la falacia de la objetividad política de los noticiarios, y las interpretaciones distorsionadas sobre las protestas sociales expuestas por los medios de comunicación oficiales y privados.
-Desarrollo de un ambientalismo neoliberal que entrega el control de la explotación de las reservas naturales a privados, a la vez que privilegia la explotación capitalista de la tierra sin considerar las externalidades negativas, por sobre los intereses de las poblaciones locales y regionales (Sato, 2020).
-Deformación de la producción industrial, para convertirla en un sistema desenfrenado de consumo de mercancías importadas (Salazar y Pinto, 2014, pp. 86-87; Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, 2014).
-Deformación de la participación política ciudadana sobre la base de su delimitación bajo el sistema político de partidos (limitando la participación ciudadana a las elecciones). Formación de redes de financiamiento empresarial de la política (Matamala, 2015; Vera, 2016).
-Deformación del concepto y la identificación de la libertad, por su reducción instrumental a la libertad de compra y venta, de consumo (Ferrajoli, 2008).
-Deformación de la igualdad bajo un sistema que aplica los mismos derechos al conjunto diverso de realidades, sin asegurar la igualdad básica de condiciones y posibilidades, ni la aplicación de una justicia distributiva (Candia et al., 2021).
-Deformación del sistema solidario bajo fórmulas de capitalización individual (AFP) (Fundación Sol, 2020).
-Deformación de la personalidad y de la cultura local por la introducción y la oferta de productos deseables y de paraísos artificiales: tener y consumir productos para ser, en vez de ser a partir de la autenticidad y desde lo local; tener dinero o buscar la belleza para ser socialmente aceptado (Fromm, 2011).
-Deformación de las relaciones sociales mediante la mercantilización y la privatización de estas, según los intereses egoístas materialistas individuales (Boito, 2020).
Situación de la clase trabajadora chilena bajo el neoliberalismo: paso de la sociedad de clases a la sociedad de masas neoliberal
En la sociedad de clases predominaba la economía sobre todo lo demás y el intercambio de bienes era considerado como la actividad social por excelencia. La fuerza productiva principal era el trabajo, por lo que el movimiento obrero constituía un factor necesario en la transformación social. En la sociedad de masas domina la tecnología y las actividades sociales determinantes son la circulación y el consumo. La fuerza productiva principal en una producción automatizada son las máquinas, por lo que en los saberes científicos y técnicos reside el potencial transformador. El movimiento obrero, o no existe, o es irrelevante. (Amorós, 2005, p. 1).
Es imposible quedarse indiferente frente a estas duras palabras del historiador anarquista valenciano Miguel Amorós, porque sin duda alguna reflejan el debilitado estado del movimiento obrero dentro de las actuales sociedades capitalistas contemporáneas. En nuestra opinión, describe el proceso por el cual la sociedad de clases ha sido transformada en una verdadera sociedad de masas. Es decir, que la misma clase trabajadora y su potencial revolucionario han sido vaciadas y convertidas en inertes e infértiles masas neoliberales.
Estamos hablando de la producción del trabajador neoliberal, que primero se identifica con las masas y el espectáculo capitalista, antes que identificarse con la clase o estrato social al cual pertenece. Esta distorsión subjetiva ha implicado un proceso brutal de cambio cualitativo de la sociedad que ha permitido otras transformaciones estructurantes, entre ellas, algunas que ya hemos esbozado anteriormente, junto con nuevas interpretaciones que parecen delimitar mejor los fenómenos acontecidos contemporáneamente, señalados por Amorós (2005, p. 1): surgimiento de una sociedad en condiciones postindustriales y postmodernas; de la sociedad de consumo a partir de los años 70’; la sociedad del espectáculo de Guy Debord; la sociedad tecnológica de Jacques Ellul; la sociedad de control de Deleuze, y entre ellas, la particular sociedad de masas de Ortega y Gasset que es un tema que trata con mucho interés (Amorós, 2005):
Las masas pertenecen a un mundo unificado por el espectáculo, constituyendo agregados informes, sin lazos, sin raíces, sin experiencia y sin medios propios. Los individuos que las componen están aislados, no cuentan por sí mismos sino por el número, por lo que todos son intercambiables. La sociedad de masas nació de la disolución de la sociedad de clases. (Amorós, 2005, p. 2).
Pero determinante en este proceso de transformación de la clase trabajadora en masas brutas, es la posición de especialización en la conducción que ha desarrollado la clase dominante:
La clase dominante es la oligarquía dirigente, un conglomerado jerarquizado y móvil de políticos ejecutivos y expertos; el resto son masas dirigidas (…) Las masas, amenazadas por el aburrimiento, la soledad y la exclusión, son un producto histórico, pero no un sujeto. No tienen más que vida privada; sus deseos son objetivo económico y en consecuencia son manipulados y explotados. (Amorós, 2005, p. 2).
Fueron la dictadura militar y la instalación del neoliberalismo chileno quienes posibilitaron el paso de la sociedad de clases a la sociedad de masas (proceso que corre más o menos paralelo al del paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control y de la sociedad del espectáculo concentrado a la difusa). En estas condiciones sociales, la fuerza productiva del trabajo ha sido ya sustituida por la producción automatizada o derechamente comercializada e importada desde otros países. El papel que jugaba el movimiento obrero sobre el potencial revolucionario de la sociedad ha sido transformado y reducido bajo las condiciones impuestas por la sociedad de masas, que en cambio se encuentra entregada en sus esperanzas de cambio al mundo del espectáculo capitalista, disolviendo los medios ideológicos tradicionales que la entrelazaban y conducían desde las condiciones materiales objetivas de la clase trabajadora hasta su autocomprensión subjetiva. Ese camino que conducía a la conciencia de clase ha sido socavado, distorsionado y suplantado por un mercado de imágenes espectaculares de progreso, por mundos apoteósicos añorados que conducen a los miserables nichos materiales precarizados del mercado capitalista.
Los lazos que unían a los individuos, bajo la sociedad de clases, a la localidad o a su identificación con la clase trabajadora, han sido sustituidos por formas de vida y moda consumibles, y por las comunidades imaginadas por los publicistas. La persona pobre ya no se encuentra sometida y asechada desde fuera por el sistema económico -provocando un repliegue de defensa sobre su clase-, sino que más bien, se encuentra estimulada y azuzada por medio del consumismo, para ser sacada fuera de la esfera concreta de su existencia y de la producción, para ser enlazada y captada por los estilos de vida mercantilizados, y arrastrada hacia el interior del sistema cultural por el marketing político y económico, con el fin de que se corten los lazos de las personas con su identidad local y de clase, para producirlas de este modo bajo las nuevas características de las masas neoliberales.
Otra característica importante -señalada por Amorós-, hace relación con la psicología de las masas proletarias:
Las masas son incapaces de mantenerse unidas mucho tiempo detrás de alguien o de algo. Al perder la capacidad de razonar han perdido la capacidad de ser manipuladas por el discurso. Eso no quiere decir, tal como la proliferación de religiones demuestra, que no puedan ser manipuladas de otra forma, por ejemplo, a través del deseo, del sentimiento o del miedo, y que no puedan ser controladas mediante la tecnovigilancia y un suplemento de cárcel. El Estado “mínimo” de la globalización es el Estado penal. (Amorós, 2005, p. 2).
La situación de la clase trabajadora ha sido transformada y distorsionada por el neoliberalismo, al punto de que la subjetividad proletaria ha sido radicalmente mediatizada, captada y codificada por medio de la instalación del deseo de consumo de mercancías y estilos de vida prefabricados. Las formas espectaculares que se publicitan bajo el sistema neoliberal, apelan directamente a la captura del deseo, la producción de sentimientos comunitarios virtuales y al control subjetivo, mediante la manipulación, la confusión y el miedo (Iglesias et. al., 2014, p. 189) difundido a través de los medios de comunicación de masas.
Posibilidades de liberación dentro de la sociedad de masas neoliberal
Por último, debemos tratar el tema de las posibilidades de liberación de las masas de las condiciones capitalistas estructurantes ya descritas. ¿Existen posibilidades de reorganización de un movimiento social que pueda poner en peligro al régimen neoliberal?:
El establecimiento de zonas de defensa opacas en su interior por parte de los supervivientes rebeldes es una necesidad perentoria, puesto que para la dominación espectacular estos constituyen una reserva “antisistema” de “enemigos”. Han de formar una especie de sociedad dentro de otra, en la que rijan los viejos valores de la amistad, la solidaridad y la libertad. En ella ha de quedar a resguardo la experiencia y la memoria, manteniendo una conciencia histórica subterránea que deberá salir a la luz cuando el nihilismo de las masas las llame. Hacia dentro los resistentes han de cultivar los valores comunitarios pero hacia afuera deben mantenerse totalmente negativos. Para cambiar la sociedad de masas hay que destruirla primero. La destrucción empieza por la interrupción del movimiento de la economía globalizada. La estrategia revolucionaria ha de debutar antes que en una huelga general, en un bloqueo de la circulación. Los primeros objetivos a ocupar no han de ser los lugares de trabajo sino las autopistas, los trenes y los puertos. (Amorós, 2005, p. 2).
Sin duda Amorós está esbozando en gran medida las tareas actuales del movimiento anarquista autónomo y contracultural, bajo las condiciones de existencia neoliberal, que luego serían puestas a prueba en la región chilena durante la revuelta del 2019.
Las posibilidades de liberación dentro de una sociedad de control de masas, tienen que ver con la posibilidad de construir organización y resistencias contrahegemónicas, que puedan tender puentes hacia la consciencia y la memoria histórica perdida de las clases trabajadoras, para producir las organizaciones basadas en la amistad, la solidaridad y la libertad que señala Amorós, orientadas por el saber del contenido histórico de luchas sociales. El propio estallido social de octubre del 2019 desembocó en un fenómeno de ruptura social en contra de la sociedad de control, de espectáculo y de masas neoliberal, provocando el surgimiento de un verdadero nihilismo de masas, en plena época de consolidación espectacular del neoliberalismo en Chile, situación que expresó un verdadero rechazo y pérdida de control por parte de la cultura espectacular por sobre los deseos; o dicho de otro modo, sobre la subjetividad de los individuos integrantes de la clase trabajadora, que fue sustituyendo su deseo neoliberal por un deseo revolucionario de transformación y de cambio social.
Este fenómeno social del 2019 tuvo una gran identificación dentro de la juventud, y no una con la época inmediatamente anterior a la suya -con el pasado dictatorial-, sino que más bien -en una especie de renacimiento de las ideas revolucionarias-, con el pasado más lejano de las tradiciones del socialismo revolucionario y el anarquismo, es decir, con las tradicionales corrientes de pensamiento crítico desarrolladas en el seno de la clase trabajadora (Gómez-Leyton, 2020).
Precisamente, el panorama necesario descrito por Amorós, para salir de las masas, coincide con la experiencia chilena y con los hechos ocurridos durante el estallido social. Durante esta experiencia se desarrollaron dos conjuntos de hechos importantes que deseamos destacar preliminarmente:
(1) Desarrollo de expresiones populares de organización social, control territorial y de desarrollo de asambleas comunitarias y territoriales (Acontratiempo, 2020, pp. 29-31, 35, 41-42, 45, 49-50, 54, 59, 61). Esto quiere decir, la creación de sociedades de resistencia dentro y en contra de la sociedad neoliberal, donde se produjeron procesos de desarrollo de las experiencias individuales y comunitarias (con el consecuente desarrollo de una ética social y de los valores de la amistad, la solidaridad y una libertad no alienada), así como también de rescate, resguardo y transmisión de la memoria y de las experiencias históricas a las nuevas generaciones, junto con el restablecimiento de la conciencia histórica subterránea y de los valores comunitarios y locales. Sin embargo, hay que señalar críticamente, que estos fenómenos sociales y organizativos fueron hábilmente reconducidos por la política neoliberal desde la desmovilización hasta la desorganización del movimiento social.
(2) Destrucción de las lógicas de la urbe totalitaria, es decir, la ruptura del espacio estriado y organizado por el Estado capitalista. La respuesta popular al sistema neoliberal condujo a la interrupción sistemática del proceso de desarrollo normalizado del capitalismo en la región chilena. Estas acciones implicaron el bloqueo de la circulación de productos, capitales y personas en diversas regiones del país, con ocupación de autopistas y la destrucción de peajes, paralización del servicio del metro y el transporte, entre otros bloqueos a lo largo de la región chilena, así como la ocupación de las calles, plazas y avenidas en las principales ciudades y puertos del país. Movilización constante de la población que provocó cortes y la paralización de las principales rutas neoliberales que alimentan su sistema.
Conclusiones
Este ejercicio de exploración del neoliberalismo chileno a partir del uso de las categorías de “espectáculo”, “control” y “masas”, nos ha permitido examinar a lo menos tres grandes transformaciones sociales y culturales que ocurrieron como producto de la instalación de la sociedad neoliberal y que actúan en la actualidad de manera yuxtapuesta y articulada:
1° Hemos examinado el paso de la sociedad neoliberal que reproducía formas de espectáculo concentrado y en bloque durante la dictadura, hacia formas de espectáculo difuso y publicitario bajo la nueva democracia autoritaria neoliberal.
2° Examinamos el paso de la sociedad neoliberal disciplinaria propia de la dictadura a la sociedad neoliberal de control, con sus nuevas formas de coacción y control al aire libre.
3° Por último, señalamos el paso de una autocomprensión de la sociedad de clases hacia una identificación con la sociedad de masas, y hemos advertido algunos aspectos preliminares sobre sus posibilidades de transformación.
Estos procesos históricos identificados, integran nuestra caracterización de las transformaciones culturales y sociales experimentadas por la sociedad chilena, y se podrían sintetizar de la siguiente manera:
4° Dada la formula combinada de estas transformaciones, podemos concluir que, durante el desarrollo del neoliberalismo chileno hemos transitado desde una sociedad capitalista disciplinaria de clases con una forma de espectáculo concentrado durante la dictadura cívico-militar chilena, a una sociedad capitalista de control de masas con una forma de espectáculo difuso, bajo un sistema de democracia autoritaria neoliberal. Esta mutación social y cultural de la sociedad chilena implica una serie de nuevos condicionamientos que deben enfrentar los ciudadanos y trabajadores de la región chilena, que ya hemos descrito en mayor profundidad a lo largo de este artículo, bajo nuestro análisis del espectáculo y del nuevo control social iniciados por el neoliberalismo chileno.
Esperamos que esta propuesta de marco de análisis referencial pueda ser profundizado, criticado y desarrollado en pleno, si es que se juzga necesario, y replicado y aplicado sobre otras realidades latinoamericanas que han vivido procesos de neoliberalización similares, para lograr contrapuntos y evidenciar los contrastes existentes entre los diversos procesos históricos de la región, y sus diversas evoluciones en cuanto al despliegue o repliegue de estos factores sociales y culturales reconocidos.
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