Cambios en el modelo socialista en Cuba: claves para la luz o el abismo

 

Jorge Luís Guach Estévez[1].

Universidad de Holguín. Departamento de Gestión sociocultural para el desarrollo.

E-Mail jguash@uho.edu.cu,

https://orcid.org/0000-0002-9583-1362

 

RESUMEN

El actual proceso de cambios en Cuba, caracterizados por el crecimiento exponencial del mercado, formas de propiedad y gestión no estatal; profundización de los vínculos con la emigración y su protagonismo inversionista en el país, determinado desgaste del modelo tradicional de construcción socialista, su sistema de valores y símbolos que lo acreditaron históricamente en la discursividad como una realidad superior, humana y liberadora ante la mayoría abrumadora del pueblo, emergencia de nuevas clases y grupos sociales, proliferación de diferentes ideologías, proyectos de vida, intereses políticos, etc, impone un conjunto de desafíos a la preservación de la unidad socialista del pueblo, que deberán tener un seguimiento exhaustivo por parte del nuevo liderazgo revolucionario. El objetivo del presente trabajo es valorar  los cambios que se deben realizar en la sociedad cubana actual para evitar fenómenos implosivos hacia el futuro cercano y a la vez preservar el sistema social en construcción. Para ello, se profundiza en el contexto interno y externo-contradictorio y cada vez más retador, en que transcurren los cambios. Se concluye, que la preservación de la unidad socialista solo es posible mediante el reemplazo  de un modelo de desarrollo anterior basado en el estatismo omnipresente, que no ha originado los avances deseados por el pueblo, por otro multiactoral y eficiente, donde las mayorías alcancen los niveles de bienestar que aseguren una calidad de vida digna como se establece en la Constitución. Ello demandará sabiduría política, valoración de las diferentes estrategias posibles y a la vez, la participación sustantiva de las mayorías.  

Palabras claves: Modelo socialista en Cuba; proceso de cambios; preservación del socialismo; mercado e ideología; vida digna en socialismo.

 

Changes in the socialist model in Cuba: keys to the light or the abyss
 
ABSTRACT
The current process of changes in Cuba, characterized by the exponential growth of the market, forms of ownership and non-state management; deepening of the links with emigration and its investment role in the country, certain erosion of the traditional model of socialist construction, its system of values ​​and symbols that historically accredited it in the discursivity as a superior, human and liberating reality before the overwhelming majority of the people, emergence of new classes and social groups, proliferation of different ideologies, life projects, political interests, etc., imposes a set of challenges to the preservation of the socialist unity of the people, which must be exhaustively monitored by the new leadership. revolutionary. The objective of this work is to assess the changes that must be made in current Cuban society to avoid implosive phenomena in the near future and at the same time preserve the social system under construction. To do this, we delve deeper into the internal and external-contradictory and increasingly challenging context in which the changes take place. It is concluded that the preservation of socialist unity is only possible by replacing a previous development model based on omnipresent statism, which has not caused the advances desired by the people, with another multi-actor and efficient one, where the majorities reach the levels of well-being that ensure a decent quality of life as established in the constitutional text. This will demand political wisdom, assessment of the different possible strategies and, at the same time, the substantive participation of the majorities as fundamental actors of the transformations underway, committed and efficient.
Keywords: Socialist model in Cuba; process of changes; preservation of socialism; market and ideology; dignified life in socialism.
 

INTRODUCCIÓN:

El modelo socialista de desarrollo en Cuba ha sido sacudido hasta los cimientos tectónicos a partir de los cambios geopolíticos en el escenario internacional y las transformaciones que se producen al interior del mismo, como consecuencia del agotamiento del viejo sistema económico social y las exigencias de las nuevas realidades en el país que demandan actualizaciones nunca antes vistas en el panorama nacional. El dilema es uno: o se cambia para mejor o perece. El tiempo político, económico, social e ideológico se agota. Surgen inmediatamente varias interrogantes: ¿Qué percepción existen sobre los cambios en los diferentes actores sociales?¿Qué y cómo cambiar? ¿Cuál debe ser el ritmo de los cambios, “sin prisa pero sin pausa” al decir de Raúl Castro o con prisa y sin pausa?  ¿Qué impactos tendrán los cambios en el delicado tejido estructural y espiritual del país? ¿Se marcha al éxito o al abismo?

Hasta la fecha el modelo cubano ha demostrado gran capacidad de resiliencia, adaptación e innovación de acuerdo a las condiciones cambiantes de los escenarios internos y externos. En ello han influido los niveles de consenso formados históricamente por el liderazgo, fundamentalmente de Fidel Castro, en torno al socialismo por las mayorías. En su devenir el modelo  ha transitado de la originalidad fundacional en los albores de los primeros años al copismo acrítico y de nuevo a la innovación a partir de las características propias del país, que la actual dirección lo ha caracterizado como “resistencia creativa”.

El modelo o “los modelos” han transitado desde formas originales fundacionales, al copismo acrítico de experiencias exógenas sovietizantes, combinaciones de formas de hacer de otras realidades “socialistas” con soluciones y prácticas tropicales endógenas; sucesivas negaciones de las relaciones monetario mercantiles y de igual forma su aprobación y ejecución  en determinados períodos históricos como algo necesario y vital, de la estatalización a ultranza, la planificación centralizada y el consumo verticalista al cálculo económico sustentado en principios de mercado hasta la situación actual, contradictoria y cargada de incertidumbre, donde las miradas parecen enfocarse en las experiencias de China y Vietnam como la posible solución  a la falta de eficiencia y los resultados necesarios de las experiencias conocidas hasta ahora. El futuro inmediato está colmado de interrogantes, acechanzas, zonas inexploradas y la adopción de posibles decisiones que serán trascendentales para la nación.

En las condiciones actuales se necesita diseñar y aplicar un modelo que se mantenga en el tiempo a partir de su funcionalidad, eficiencia y resultados en correspondencia con las aspiraciones del pueblo. Ello exige inteligencia, abundancia de pensamiento que excomulgue el dogmatismo tradicional y a la vez una gran dosis de realismo del socialismo posible. Los márgenes del tiempo económico y político para soluciones que no admiten dilación en medio de la crisis agudizada son cada vez más escasos. Se corre el riesgo real de perderlo todo.

La sociedad cubana es otra muy diferente  a la que existió hasta los años 90. Los cambios han dejado enseñanzas y también heridas abiertas que no se pueden subestimar. La unidad monolítica que se creó desde los inicios de la revolución se resiente cada vez más bajo los influjos de las nuevas realidades emergentes. En las condiciones actuales, se manifiestan de forma creciente las identidades propias de los diferentes grupos que participan en el pacto social: ideológicas, de clases, de género, de diversidades sexuales, raciales, espaciales y generacionales así como los valores diferenciadores  que los caracterizan.

El sistema de valores socialistas y humanos en general, otrora con un fuerte protagonismo de orientación y control social, se ha resentido bajo el influjo de los procesos de crisis y cambios que singularizan a la sociedad cubana  en los primeros decenios del siglo XXI. Se asiste a evidentes fracturas y abandono  de de principios y normas tradicionales por parte de importante grupos de la sociedad cubana actual que han reconceptualizado sus formas de pensar y actuar en correspondencia con las nuevas realidades. Cuba ha cambiado y los cubanos también.

Como constata Rafael Hernández (2021), director de la revista TEMAS, existe

(…..) una crisis de normas y valores muy debatidos en diversos espacios y medios de comunicación públicos. El sentimiento de pertenencia se ha debilitado. Lo demuestra el desarrollo de la marginalidad en barrios y grupos subordinados, y también la proliferación de delitos en otros espacios sociales e institucionales donde se desarrolla la corrupción. En cuanto a la desesperación, el arte y la literatura difundidos en la isla son un buen reflejo de ello. El consenso es más heterogéneo, más frágil, el disenso está en adelante presente. Hoy día, los ciudadanos pueden juzgar a sus dirigentes, felicitarlos o burlarse abiertamente de ellos (p, 14).

La unidad socialista monolítica, históricamente alcanzada por la sociedad cubana, se caracteriza ahora por el tránsito de la unidad sin contestación a la unidad condicionada y crítica. Del unanimismo, prácticamente absoluto de las mayorías al ejercicio creciente del criterio personal y grupal selectivo. Del centralismo democrático verticalista y homegeneizador predominante como opción política al republicanismo democrático en construcción, mucho más libre, plural,  participativo, ecuménico, liberador, con todas las diferencias que ello implica. Es una nueva realidad desconocida por casi medio siglo. Los retos son también superiores

La construcción de la nueva arquitectura socio política del país como consecuencia de los cambios en marcha, exigen prudencia y a la vez abundancia de pensamiento para poder asimilar las nuevas realidades sin prejuicios ni dogmas que han existido en otros momentos de la construcción socialista sobre la amplitud de la unidad y el comportamiento de los actores. Sería ingenuo pensar que la emergencia de las transformaciones en marcha podría coexistir con las formas tradicionales que han imperado en la gestión de la sociedad, en los modos de pensar y hacer y que responden a otras realidades en vías de superación. O se cambia de forma consciente y organizada para bien de la sociedad en función de estimular y consolidar el nuevo pacto, que es lo deseado, o las realidades se impondrán por otras vías con todos los traumatismo que ello origina en la concordia civilizada. Nunca como ahora necesita Cuba la simetría entre los tiempos económicos, políticos y de la acción social. Ello demanda sabiduría, eficiencia y oportunidad en las decisiones estratégicas que aseguren la invulnerabilidad futura y también las cortoplacistas de las necesidades multidimensionales inmediatas.

Nunca se debe olvidar aquella sentencia martiana: “hay que prever, y marchar con el mundo. La gloria no es de los que ven para atrás, sino para adelante” (Martí, 1975). Quién no prevé el futuro malgasta el presente y al final deja de existir.

Teoría o antecedentes teóricos:

Sobre los procesos de cambios  que se producen en la sociedad cubana actual y los retos que ello implica existe una amplia literatura de producción nacional e internacional. Dentro  de los autores fundamentales sobre el asunto se pueden señalar:

Martí, J (1975), Castro F (2023), Castro, Raúl (2012), Cecilia Bobes, V (2010), Constitución de la República de Cuba (2019), Díaz Canel Bermúdez, Miguel (2023), Díaz Vázquez, J (2012), Dieterich, Heinz (2009), Espina, M (2008),  Espina, M y Echavarría, D (2020), Gómez Sánchez, J (2023), Hernández, F (2021), Hernández, R (2021), James Figueroa, Joel (1994), Martínez Heredia, F (2005), Mesa-Lago, C (2023), Partido Comunista de Cuba (2021), Triana Cordoví, J (2016, 2021), Valdés, Gilberto (2017) y otros.   

            Los actuales procesos de cambios en Cuba, imponen crecientes retos a los principios fundacionales que han sustentado la Revolución Socialista hasta fecha reciente. La unidad, que ha sido y es el fundamento esencial del nuevo sistema, en las condiciones actuales, vuelve a tener como sustento las visiones y prácticas que se desarrollaron por el liderazgo revolucionario a inicios del proceso, en medio de un tejido social heterogéneo, multiforme, plural. En aquellas condiciones y las actuales sirven de horizonte orientador las palabras de Fidel Castro a los intelectuales en 1961, cuando afirmó:

(….) la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo, a contar no solo con los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos, que aunque no sean revolucionarios —es decir, que no tengan una actitud revolucionaria ante la vida—, estén con ella. La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios (Castro, F, 2023, p 18)

Esa visión holística, ecuménica, tolerante, integrativa, desprejuiciada, plural, democrática  de unidad, significa un cambio trascendental que impacta en todo el sistema de cultura política, de relacionamiento de los diferentes actores sociales y políticos, de las maneras de hacer política y refundar el pacto social, de tratar y solucionar los conflictos en medio de la diversidad realmente existente y se corresponde además, con el artículo 1 de la Constitución aprobada en el 2019 donde se declara: “Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos….” (Constitución de la República de Cuba, 2019).

METODOLOGÍA

La investigación tiene como objeto la valoración del actual proceso de cambios en Cuba desde un enfoque multidimensional, las diferentes dimensiones en los cuales se realizan las transformaciones en lo político, económico, social, cultural, ético y su impacto en el tejido social tradicional y en construcción. La histórica homogeneidad ha dado paso a una creciente heterogeneidad, diferentes actores y fuerzas que singularizan los encuentros y desencuentros, tensiones y equilibrios en medio de cuestionamientos, dudas, incertidumbres y en determinada medida asimetrías entre el pensamiento oficial y las visiones de grupos y sectores que participan en el consenso desde posiciones cada vez más críticas pero también propositivas. Los caminos son dos: o los actuales cambios enrumban en la dirección de la superación de la actual crisis por la vía de la prosperidad y la calidad de vida digna para las mayorías o sencillamente estaremos asistiendo a la profundización  de las contradicciones, las fracturas, las posiciones contestarías y la reversibilidad del sistema, algo que no es deseado que ocurra.

 Para la fundamentación del presente trabajo se han utilizado diferentes estudios que se han realizado sobre los procesos de cambios y los retos en Cuba tanto provenientes del pensamiento oficial como de la academia y sus producciones científicas en el país y fuera de él. Ello ha permitido  adoptar diferentes posiciones teóricas y la sistematización de los cambios y sus impactos en toda la sociedad así como las tendencias de su desenvolvimiento futuro. Se concluye en el contenido complejo de los actuales procesos que transcurren en el país, las potenciales tendencias disruptivas-de no atenderse con premura y eficiencia así como las vías para su solución desde la política y la ciencia.

La metodología empleada  realiza la triangulación de diferentes fuentes nacionales e internacionales a partir de las relaciones sistémicas entre los cambios en marcha en la sociedad cubana y sus impactos en todo el tejido político, económico, social y cultural, así como ético que configura una situación nueva desde el punto de vista estructural, funcional e ideológica. Las valoraciones cualitativas inmersivas permiten profundizar en la realidad cubana actual en medio de una profunda crisis sistémica por razones externas y también internas, acumulativas en todo el proceso de construcción socialista que no se pueden desdeñar. La triangulación de las diferentes epistemologías, concepciones y  enfoques permite arribar a conclusiones científicas que arrojan luz sobre la gravedad de los problemas tratados y las posibles vías de solución sin renunciar a los principios fundacionales que sostienen la nación cubana.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN:

El socialismo cubano en su evolución histórica ha transitado por diferentes niveles, de avances y retrocesos, de reconocimientos y críticas a lo existente; emergencia de nuevas realidades como lo político y científicamente necesario, para luego volver sobre lo criticado como lo realmente indispensable  y viable. En su construcción por más de 60 años se han cometido innumerables errores y también aciertos innegables. Todo ello caracterizado  por el volumen y el  papel  que ha jugado la propiedad estatal, el grado de centralización en la planificación así como el nivel de desarrollo del mercado y la permisividad en su despliegue en los diferentes espacios de la vida económica. Se ha transitado de la excomulgación y demonización de las relaciones monetario mercantiles como las “armas melladas”, tóxicas en el socialismo a su aprobación y presencia extendida como ángel salvador en medio de la crisis que agobia al país.

A pesar de los grandes avances alcanzados en la construcción socialista, los modelos desarrollados hasta la fecha no  han dado respuesta integral a las necesidades y aspiraciones distintivas del pueblo cubano, a sus singularidades ideológicas, antropológicas, psicológicas, identidades y formas de asumir la vida.

El pueblo cubano en su evolución histórica manifiesta un conjunto de características que singularizan su esencia como nación y que deben ser tenidas muy en cuenta en los procesos políticos y culturales para asegurar su unidad hacia el futuro:

El pueblo es una realidad transétnica y transcultural, donde están presentes en sus orígenes y mezclas caracterizadas por Don Fernando Ortiz como “el ajiaco cubano”[2] más de 17 etnias y sub-etnias españolas e italianas y 80 africanas, fundamentalmente de Benín, Nigeria, Camerún, Gabón y el norte de Angola, además de las raíces indígenas y asiáticas que mantienen su influencia en el genoma nacional.  Según los estudios realizados el 70,3% de los genes son de origen europeo, el 20,2% africano, 8,1% amerindio y 1,3% asiático[3].

Existe una policromía extensa y multiforme desde el punto de vista racial y cultural. De las 110 tonalidades de la piel existentes en la humanidad, 105 están presentes en Cuba. De igual forma una extraordinaria diversidad  religiosa. Junto a las religiones cristianas que proliferan en el país, tanto católicas, ortodoxas como protestantes, existen múltiples religiones de origen africano, Regla de Ocha o Santería, Regla Palo o Mayombre, Abakúa y otras como  budistas, musulmanes, judía. Etc. Todo ello impacta  en los sistemas cosmovisivos e ideológicos,  filosóficos, religiosos, éticos e incluso políticos de la sociedad cubana. Lograr la unidad orgánica de las mayorías populares en tales condiciones se convierte en una misión que exige dominio pleno de la realidad, de lo que “se manifiesta en el suelo y el subsuelo”, inteligencia, liderazgo ubicuo, entrega, resiliencia, paciencia, capacidad de negociación, de alianzas y pactos, de hacer concesiones y a la vez defender principios a cualquier precio y en algunos casos mano dura que evite el relajamiento, la indisciplina y la anarquía.   

Cuba es un país occidental, cosmopolita, con una multiplicidad de influencias ideológicas, estéticas, éticas, religiosas, culturales, etc. La existencia de una comunidad cubana o de ese origen en el exterior, con cerca de 3 millones de personas y en más de 120 países de todas las  latitudes y culturas, aporta ingredientes adicionales a ese conglomerado de influencias, cosmovisiones, objetivos e intereses diversos así como pautas familiares que no se pueden ignorar desde la dirección política. El estrechamiento de los lazos familiares con la diáspora y el crecimiento de las redes en el ámbito nacional, implica también una mayor influencia de las cosmovisiones políticas, ello es una mayor influencia del liberalismo y el capitalismo, sobre todo en las nuevas generaciones. Cada  vez es más claro que el proyecto de emancipación humana que se edifica en el país-no sin errores y tropiezos es impensado sin la activa participación de la emigración como parte de la nación.

El ideal socialista ha sido impactado por las andanadas de la propaganda hegemónica, los lazos familiares, las redes y las evidencias de bienestar material alcanzadas por  el “occidente global” y los modos innovadores con que logra socializarlos en las mayorías  a la vez que neutraliza la conciencia crítica. Las comparaciones en medio de restricciones económicas muchas veces de subsistencia se hacen cada vez más difíciles. Hasta dónde han penetrado esas concepciones en la sociedad cubana y que cambios han originado en el sistema de valores socialista, tradicionalmente creado y ejercido, es un fenómeno que estar por estudiar desde la ciencia.   

Es un país mercantil e individualizado desde el siglo pasado sin comunidades autónomas previas en su devenir lo que influye en los modos de percibir el desarrollo y el comportamiento individual, familiar y comunitario y el sistema de valores que rigen los modos en que se realiza la posesión y disposición de los recursos. A ello contribuyó en grado sumo la penetración en el país por todas las vías, de la cultura norteamericana por más de medio siglo y su permanencia aún en las condiciones de la revolución. La música, el cine, los animados, los símbolos, la mística de ese país mantienen una fuerte presencia en el ADN cultural e identitario de una parte significativa de la población cubana.

Cuba posee una población con altas expectativas de desarrollo estimuladas por el acceso masivo a la cultura y las luces universales potenciado por la Revolución[4]. A mayor desarrollo cultural e intelectual y conectividad con el mundo mayores son las necesidades de realización de las personas. Las miradas de los cubanos se dirigen a los polos desarrollados del norte y no al sur donde de forma natural pertenece su existencia y debería dirimir sus expectativas. Históricamente ha pretendido vivir con los estándares de niveles y calidad de vida del norte desarrollado aunque por diferentes causas no ha sido capaz de forjar la cultura material para asegurarlo con sus propias fuerzas. Algunos autodefinen a lo cubano como una “raza” con sus características propias en el concierto latinoamericano y caribeño. Eso es una gran fortaleza como potencialidad, pero de no ser atendida debidamente se puede convertir en una amenaza estratégica disfuncional aniquiladora por la no convergencia entre las luces espirituales de realización individual, grupal y societal y las necesidades materiales sentidas no alcanzadas mediante el trabajo creador endógeno. Todo ello impone crecientes retos a la preservación del modelo socialista.

La grandiosa idea del Che Guevara de crear al “Hombre Nuevo” masivo, libre, comprometido, desenajenado, pulcro éticamente y creador ha sufrido importantes impactos bajo el influjo  de las nuevas realidades de la crisis en el país. Como aspiración es justa y necesaria, como un hecho histórico posible de alcanzar es muy cuestionada y extremadamente difícil de realizar en las magnitudes y calidades deseadas. El peso de las realidades económicas, las fracturas y cuestionamientos a la utopía que se magnificó como humanizante y redentora, gravitan cada vez más en las posibilidades de su realización y la búsqueda de otras posibilidades no siempre convergentes con lo soñado. En las condiciones actuales se crean los hombres y mujeres posibles, distantes de los sueños del guerrillero latinoamericano.

Cuba ha creado en estos años de revolución una  arquitectura  política  y social propia, que difiere de las experiencias de otros países socialistas tanto en los tipos como las formas de funcionamiento. Son de inestimables valor científico y político las ideas  sobre la unidad entre el pueblo como sujeto principal de poder, la revolución, el partido, las organizaciones y asociaciones  y los líderes como un todo orgánico. En el caso de Cuba, el pueblo hizo la revolución, la revolución creó al partido como su vanguardia organizada y este es encabezado por líderes, que son tales, en la medida en que responden al pueblo, a la revolución y al partido.  Nada es más importante que el pueblo. Ese es el indicador fundamental de la profundidad y compromiso revolucionario. Del pueblo dimana toda la fuerza telúrica  de la construcción socialista, es el ser y la razón de ser, es el depositario de la identidad y la historia, es el realizador de las grandes hazañas y realizaciones en medio de carencias, errores, desidias, cansancios pero también de esfuerzos y luchas para salir adelante.

En Cuba, la unidad no depende solo del protagonismo de un líder- por poderosa que sea su influencia e impronta. La unidad se sustenta en una espiritualidad comprometida y en su sistema organizacional colectivo del pueblo del cual dimana todo el poder desde arriba y desde abajo. Los flujos y reflujos en medio de una alta cultura política y el ejercicio creciente del criterio personal, grupal y la crítica propositiva, evita cualquier forma de concentración del poder, personalismo, totalitarismo, autocracia, dictadura. Los trechos que faltan por potenciar y ejercer aún más las posibilidades democráticas no significan en modo alguno que el escenario actual esté constreñido  a prácticas anulatorias de la diversidad fundante realmente existente en la sociedad cubana actual. Todo lo contrario. Cuba es una sociedad en movimiento y cambios con un amplio protagonismo popular.

La calidad de ser revolucionario y el liderazgo se mide por la sensibilidad y actitud ante el pueblo. Él es el sujeto principal y depositario  supremo del poder. El socialismo para ser tal, impone profundas transformaciones esenciales en la relación entre los dirigentes, los líderes a cualquier nivel y el pueblo. Ello debe signar una nueva cultura del poder libertaria que excluya los procedimientos elitarios heredados por milenios de dominación.

Vivir en el pueblo, sentir y pensar como pueblo, compartir y atender sus necesidades y sueños, conocer y percibir sus estados de ánimo, sus opiniones, tener permanentemente los oídos en la tierra, en las realidades y no en las apariencias; escuchar las verdades por duras que sean y no lo que se desea escuchar en un discurso edulcorado o informes travestidos, hacer al pueblo parte de las decisiones e involucrarlo como sujeto activo del desarrollo, no subestimarlo jamás, aunar voluntades en medio de la diversidad realmente existente, no mentir jamás o violar principios éticos. Irreverencia en la discusión multiplicadora de ideas y soluciones y lealtad suprema en la unidad de acción para alcanzar los fines. Ello evita la enajenación de los sujetos del poder y el anquilosamiento de la revolución. Revolucionar la revolución de forma permanente para evitar la involución  aniquiladora. En esa dirección existen muchas potencialidades de autogestión y participación sustantiva del pueblo que deben ser encausadas para el bien común.

La unidad fundamentada en valores, no en cultos, prejuicios, en fanatismos, odios y fundamentalismos medievales. Es el todo en sus partes y las partes en el todo social y político. En ello radica su solidez y perdurabilidad.

En los últimos años se manifiestan fisuras, resquebramiento de la unidad histórica alcanzada.  Llama la atención los resultados de las votaciones realizadas en el país en los últimos decenios. A deferencia del apoyo y compromiso de la mayoría absoluta que se manifestaba en los altos índices de aprobación de las propuestas revolucionarias sometidas a la aprobación pública hasta los años 90 del siglo XX, ahora los valores positivos de aprobación  en los diferentes procesos eleccionarios alcanza alrededor de un 70% y cerca de un 30% de abstención, lo que demuestra que existen importantes sectores populares con un pensamiento e intereses diferentes[5]. La mayoría sigue apostando por el proyecto socialista pero cada vez más se condiciona el  apoyo no solo a convergencias ideológicas sino también a soluciones prácticas de la vida cotidiana. Sin dudas existe un desgaste en las creencias por el tiempo transcurrido desde los eventos fundacionales, las frustraciones de la mística creada, los sueños y utopías  no realizados y además por las difíciles condiciones materiales en que ha transitado la existencia de la mayoría del pueblo en tiempos de épica contienda. Ello no solo ha afectado el bienestar deseado sino ha tenido un impacto negativo en el sistema de valores, la mismidad y el comportamiento ciudadano.

Las nuevas generaciones que han crecido después de la caída del campo socialista no han conocido las bondades de bienestar del socialismo como ocurrió en los años 80 del siglo XX, con provisiones universales de recursos, políticas  y servicios sociales de alta calidad para los estándares del país en aquellas condiciones. Algo muy distinto ha ocurrido después, donde lo que ha predominado es la crisis y la carencias perpetuas por causas externas fundamentalmente y también errores internos. Ello ha provocado cuestionamientos, críticas, rompimientos, resentimientos, conversiones, claros en las filas- otrora compactas, abandonos. Ello además, ha distorsionado las ideas sobre el socialismo- en una parte de la sociedad, como un sistema al cual le es inherente la crisis, la ineficiencia, la pobreza y los bajos estándares de desarrollo. De lo que se trata no es de socializar la pobreza sino de abrir los causes al bienestar colectivo de forma sustentable.

En Cuba, a partir de los años 90 del siglo XX, se ha creado una “nueva derecha, en el mundo académico, comunicacional, las Redes sociales y una parte de la Sociedad Civil, que si bien no es numerosa ni tiene un fuerte arraigo en las bases sociales, sí produce permanentemente mensajes antisistema que alcanzan una gran resonancia, sobre todo fuera de frontera. Sus andanadas están dirigidas a descalificar al liderazgo histórico y actual de la revolución, el papel de la propiedad social sobre los medios de producción, el sistema democrático del país, el cumplimiento de los derechos humanos y a negar  la necesidad del Partido Comunista de Cuba y su papel constitucional como vanguardia del proceso de construcción. Aunque se autodefine como de tercera posición, su ideología es el neoliberalismo, el libertarismo y sus estrategias políticas están en plena simetría con la subalteralidad de la isla como parte del sistema-mundo capitalista en medio del papel hegemónico incuestionado de Estados Unidos. Sería suicida menospreciarla o ignorarla.

Los acontecimientos del 11 de Julio del 2021 y otros de menor envergadura  acaecidos en diferentes partes del territorio nacional intentaron un “Golpe de Estado” al decir del Presidente de la República, un resquebramiento de la unidad revolucionaria  en una parte del pueblo, han sido provocado  en lo fundamental por las campañas subversivas del los enemigos desde el exterior, pero también son expresión de malestares, frustraciones, desencuentros y contradicciones que anidan en sectores de la sociedad, sobre todo los más vulnerables y jóvenes, cuyas respuestas a sus necesidades sentidas se han dilatado excesivamente o peor aún, se sienten marginados, excluidos del proceso social por diferentes causas, incluyendo el marcador generacional,  racial y espacial. La diversidad de reivindicaciones enarboladas desde algunas con un claro contenido político antisistema hasta pedidos de mejora en los servicios imprescindibles para la vida como electricidad, alimentos, combustibles, etc, muestran el abanico multicolor de los descontentos en Cuba. No se deben magnificar los sucesos acaecidos, pero sería de ingenuos no sacar las lecciones de fenómenos que anidan en la sociedad cubana y que pueden ser potencialmente repetitivos, explosivos  e implosivos para la unidad nacional. Ello sin dudas ha tenido también impactos en las necesarias y urgentes modificaciones sustanciales al modelo de desarrollo tradicional. Como se conoce en política ser ingenuos es tan dañino como ser perversos[6].

Como se conoce, la valía y perdurabilidad de un sistema social se dirime, afianza y consolida en la medida que responda a las necesidades de los proyectos individuales, grupales y societales de las mayorías, en especial de los más jóvenes. De lo contrario lo descalifican, lo confrontan o buscarán soluciones fuera de las fronteras nacionales. El liderazgo actual, consciente  de la anterior ha diseñado una estrategia integral para atender a los diferentes sectores de la sociedad, sobre todo los más vulnerables, en especial para atender de forma particular el desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes con el objetivo de que puedan desarrollar-en frontera sus proyectos de vida individuales y grupales[7].

Los diferentes síntomas contestatarios y en algunos casos disidentes, que se manifiestan en la sociedad cubana no pueden ser ignorados ni subestimados.  La vida demuestra que Cuba no está exenta de las contradicciones y rompimientos que se manifiestan en otras partes del mundo. De lo contrario, se pueden transfigurar en fuertes baluartes de la regresión al capitalismo y los valores que lo singularizan con los traumas involucionistas y regresivos que pueden representar para la sociedad cubana. Cuba ha cambiado y los cubanos también. Lo que funcionó en la cultura política y los métodos de socialización antes ya se puede convertir en obsoleto y contraproducente. Cualquier tipo de voluntarismo, improvisación, imposición, en vez de aprobación lo que ocasionan es rechazo. La autoridad epistemológica y política de los líderes no se recepciona y asiente  como un hecho incuestionado, como una iluminación teleológica de última instancia sino que se recicla y aprueba por los resultados de la realidad, por los niveles de bienestar, por la calidad de vida de las mayorías. La discursividad tiene que ser cada vez más instrumental, objetiva, visceral, programática y menos epidérmica, fenomenológica.

Nadie como José Martí caracterizó al pueblo cubano cuando expresó:

El cubano indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés con la razón. El cubano es independiente, moderado y altivo. Es su dueño y no quiere dueños. Quien pretenda ensillarlo, será sacudido (Martí, J; 1975).

Ello descalifica a aquellos que con la peor intención, caracterizan al pueblo cubano como manipulable, obediente a ultranza, enajenado, borrego, sumiso, dócil, miedoso, dado a la mansedumbre, indiferente e incluso cobarde. ¡Se equivocan! Nada le podrá ser impuesto por la fuerza bruta directa o disfrazada. El apoyo del pueblo a la revolución no es un ente prefabricado o aparencial sino sentido y razonado. A diferencia de otras latitudes, en Cuba se hizo una revolución para fundar una nación. El ser nacional es profunda y esencialmente revolucionario. Si ello desapareciera, la nación no solo se frustra sino desaparece. El pueblo lo sabe y lo siente. Los que no entiendan estas esencias siempre fracasarán en sus empeños baldíos de subvertir los sueños. 

Cambios en el modelo, acechanzas, posibles luces.

Nunca como ahora se enfrenta la sociedad cubana socialista a retos de tales magnitudes que puede revertir lo logrado, con implosiones fuera de control, involuciones y retrocesos  que pudieran significar  la negación hasta los cimientos, de la obra de varias generaciones y la muerte  de la utopía. El peligro mayor se centra en la preservación de la unidad y los peligros que la acechan.

La unidad se sustenta en utopías, ideologías, valores pero también en realizaciones que impacten en el bienestar de las personas y los grupos sociales. Mantener la unidad hacia el futuro es el mayor reto que enfrentará el nuevo liderazgo revolucionario y el pueblo todo. En la situación actual y futura el aseguramiento de la unidad dependerá en lo fundamental de las siguientes premisas:

El actual liderazgo en Cuba, tiene importantes retos en la dirección de salvaguardar la independencia nacional, el socialismo y las tentativas recolonizadoras del imperialismo norteamericano. Ello implica profundos cambios estructurales en modelo de desarrollo heredado que permitan aprovechar las potencialidades existentes en el territorio nacional, el entorno y sobre todo las capacidades demostradas del pueblo cuando se siente motivado y comprometido  con la misión histórica. Existen suficientes pruebas de su exitoso desempeño tanto en fronteras como allende los mares.

Se deben realizar procesos de reingeniería en la conducción económica que permita superar las concepciones centralistas y verticalistas que han mutilado la creatividad y la reproducción independientemente de las restricciones que impone el bloqueo norteamericano. Ello debe estar directamente asociado a la relación ideología-política-economía. Sí bien es cierto que en el socialismo se deben proteger los valores que les son intrínsecos y que sirven de sustento al pacto social, no menos cierto es la necesidad de que la economía se desarrolle a partir de sus leyes, sin intromisiones innecesarias, sin mutilaciones, sin distorsiones, sin ordeno y mando, sin supremacías ideológica sobre el hecho económico  que se convierta en contrasentido a la productividad y la eficiencia.

Se necesita  un sector público de producción y políticas y servicios sociales que supere la noción ideologizada de lo gubernamental como lo único existente, donde interactúen los diferentes sujetos sociales, estatales y no estatales,  nacionales y extranjeros en función del bienestar y el desarrollo sustentados en los principios del socialismo. Ello exige radicales transformaciones en los métodos de construcción, en el involucramiento real de las mayorías y la reconstrucción del pacto social a partir  del horizonte de llegada y las vías para alcanzarlo.  Para ello se deben definir de forma diáfana y democrática las siguientes interrogantes:

ü  ¿Se corresponde la actual constitución con los cambios que se exigen en el país?

ü  ¿Cuál es el tipo de socialismo que debe adoptar el país: de mercado, con mercado, el modelo clásico marxista de la estatalización masiva, modelo híbrido u otra nueva invención tropical desconocida hasta ahora?

ü  ¿Existe una concepción clara del puerto de llegada del socialismo deseado o se está en presencia de un proceso de improvisación sobre la marcha, de aciertos y errores?

ü  ¿La alta dirección del país está en condiciones de declarar abiertamente hacia dónde marcha en modelo o asistiremos a un “aterrizaje” sin prisa del modelo chino, vietnamita u de otro signo?

ü  ¿El socialismo en construcción tiene como finalidad alcanzar la igualdad y la equidad plena o disminuir las brechas en las mismas  hasta hacerlas manejables en el sistema de gobernanza en el país?

La empresa estatal socialista, declarada en la Constitución de la República[8] como el principal actor económico, debe revolucionarse hasta sus cimientos. No se trata de enmendar uno u otro subsistema como ha ocurrido hasta ahora. De lo que se trata es de cambios radicales, no siempre convergentes con los deseos y objetivos de la burocracia con una gran capacidad adaptativa siempre y cuando no se promueva o ponga en peligro la zona de confort en la cual subsiste  y afecte su estatus.

Los resultados alcanzados hasta la fecha por el sector estatal no las hacen corresponder con esa declaración constitucional, lo que se manifiesta en los bajos niveles de producción, productividad y competitividad. Ello implica diferenciar entre propiedad y tecnologías de gestión. Cada vez más se consolidará la comparación entre lo estatal y lo privado y en ese proceso, la empresa estatal logra lo que se exige de ella como actor principal no solo en número sino en calidad o perece y con ella  dejaría de existir el socialismo.

Se impone recuperar la tradición productiva del país seriamente dañada por carencias, bloqueos pero también por decisiones erróneas, falta de previsión y desidias que no dependen de factores externos. El principal problema del país no es la falta de divisas sino de producción material, de bienes de acumulación que potencien la seguridad y pujanza productiva de la nación. Sería muy dañino y retardatario confundir la consecuencia con la causa verdadera de la  profunda crisis actual. Ello exige recuperar la vivencia histórica de lo alcanzado en otras épocas sin que medie el prejuicio descalificador, la tachadura, la omisión y la posición nihilista en relación al devenir de la nación en su  desarrollo histórico. La crítica descarnada  a las carencias o deformaciones de la república en sus gestión en su versión burguesa no pueden significar la negación a ultranza de sus realizaciones, al contrario deben convertirse en un punto de partida, un reto para ser superado por el socialismo en todos los órdenes, sin exclusiones o triunfalismos estériles. Las sombras no pueden obnubilar la luz.

Es necesario recuperar la clase media y el sentido de propiedad-prácticamente desaparecidos en los primeros años de la Revolución en medio de las políticas de nacionalización y estatalización radicales de las propiedades sustentadas en el marxismo ortodoxo y la supuesta “toxicidad” de los privado para el nuevo sistema, y el tránsito  de lo mío o nosotros a lo de “todos” donde el estado emergió  prácticamente como el único empresario con potestades e iniciativas imposibles para los demás actores. Se impone desarrollar las competencias y potencialidades de la clase emergente que dinamice las iniciativas grupales y familiares mediante la gerencia imaginativa e innovadora basada en el trabajo, la calidad, la eficiencia que permitan niveles superiores de gestión y productividad e impacten en el nivel de prosperidad y bienestar del pueblo. Para ello es muy importante el estudio y aplicación creadora y sin complejos o estigmas de la propia experiencia histórica nacional y lo que ocurre en otros países en las condiciones actuales. La recuperación de la clase media significa también lograr que ésta mantenga su identidad con los principios socialistas y no se convierta en su evolución ideológica y política en un elemento antisistema.

Se impone revisar  en los métodos de socialización política el tratamiento que se le ofrece al tema del bloqueo y sus consecuencias para la sociedad cubana.  Sí bien es cierto que es un fenómeno real y dañino, con impactos multidimensionales en toda la sociedad, se percibe una determinada saturación en su tratamiento por lo reiterativo del tema, lo que puede convertirse en una mampara justificativa  para los incumplimientos reiterados en determinados sectores; un elemento desmotivador y desmovilizador del pueblo, ante la aparente imposibilidad  de realizar con las energías y recursos propios, las transformaciones necesarias para el desarrollo y el bienestar del pueblo,  por la existencia de una fuerza superior exógena que lo impide. Ello puede derivar en situaciones de acomodamiento, inercia, inmovilismo y una conducta vegetativa en sectores de la población. Se impone deslindar con total transparencia qué depende del bloqueo y  qué es consecuencia de los errores, la falta de previsión, incompetencia, la desidia y la ausencia de trabajo y compromiso. Las lealtades no pueden ser discursos de ocasión, tienen que ser un sentido de la vida de las personas.

Los errores cometidos en los procesos de construcción deben ser sistematizados, explicados y compartidos con profundo sentido crítico y autocrítico con el pueblo de forma diáfana y valiente, sin omisiones vergonzantes o tachaduras ingenuas. Eso evitaría su malsana repetición y a la vez fortalecería la autoridad de la actual dirección del país, del partido y el gobierno y también el hipercriticismo descalificador que nada aporta. Como ha señalado Raúl Castro “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos, como dijimos con anterioridad, el esfuerzo de generaciones enteras” (Castro, R, 2010). De igual forma, se debe evitar seguir cometiéndolos como ocurre en la actualidad por falta de previsión, apología desmedida, voluntarismo, violación de procedimientos científicos o no tener en cuenta los tiempos necesarios para producir los cambios y medidas. Ello exige la más amplia democratización de la sociedad, la participación sustantiva del pueblo en la determinación, instrumentación, ejecución, evaluación y control de los micro y macro procesos en todos los dominios de la sociedad, con total transparencia y compromiso, la rendición de cuenta de los decisores y el cumplimiento estricto de los preceptos constitucionales en todas sus partes.

Es necesario recuperar con premura e inteligencia el valor trabajo que ha sido muy disminuido en una parte importante de la población por diferentes causas entre las que se destacan la falta de compromiso y motivación;  como se escucha a veces: “ellos hacen que nos pagan y nosotros hacemos que trabajamos”; el excesivo paternalismo con normas bajas, fácilmente cumplibles y escaso nivel de calidad en las realizaciones, la falta de valor real de los salarios para asumir los gastos de la canasta básica de bienes y servicios de las familias, la práctica de reconocer y premiar por igual a los más destacados y los que menos aportan a partir muchas veces de indicadores extraproductivos, con lo que se castra el interés de los más competentes, aportadores, innovadores, disciplinados, comprometidos;  la falta de ejemplaridad y control de los encargados de dirigir el desempeño productivo y de servicio y con ello los procesos anómicos en no pocas empresas y otros centros laborales,  la ausencia del sentido de propiedad, la malsana influencia de la pirámide invertida que permite privilegiar no a los mejores sino muchas veces a los de menos resultados. Como una hidra de mil cabezas ha penetrado la vagancia  el tejido social en importantes grupos.  No faltan los que justifican la carencia de laboriosidad por una parte de los cubanos a factores genéticos y lo caracterizan como hedonistas, vagos, indiferentes.  La historia y la vida cotidiana demuestran todo lo contrario. Allí donde el cubano está motivado y los resultados determinan su nivel de bienestar, se convierte en un gran trabajador, creativo, innovador, propositivo, consagrado. El problema no es genético, es estructural.

Como una hidra de mil cabezas se ha multiplicado la corrupción en los diferentes sectores y niveles. Robar se ha convertido en una lucrativa y creciente profesión que contamina, necrosa y reblandece. Cada vez más los antídotos aplicados son menos efectivos. La peor de todas las corrupciones es la descomposición moral e ideológica de los cuadros y revolucionarios que han perdido la fe o nunca la tuvieron y tratan de aprovechar las brechas del descontrol, la complicidad y hasta la impunidad para esquilmar la riqueza social en beneficio propio y de redes delictivas que azotan al país y se convierten en agentes capaces en agentes contaminadores y difusores de los peores valores del capitalismo y toda la podredumbre que le es inherente. En esas condiciones la corrupción se convierte en un vicio tóxico que necrosa el tejido social. Las deformaciones o violaciones se  relacionan con la crisis como una capilla justificadora al robo y la complicidad.

Adecentar el país en  la pulcritud de la gestión ciudadana, pública y privada, que permita recuperar valores tradicionales de la cubanidad, erosionados o perdidos, como la laboriosidad, la honradez, la sensibilidad y otros, se convierte en una necesidad existencial de primer orden para la vida de la nación en el presente y el futuro. Ninguna nación puede prosperar si está corroída por la vagancia y el robo.

La corrupción alcanza niveles nunca antes vistos, tanto en el volumen como en las diferentes manifestaciones en que se manifiesta y actúa. No se trata ya de personas involucradas o pequeños grupos sino de redes que aplican sofisticados mecanismos evasivos y procedimientos contaminantes que les asegura determinada impunidad en el mantenimiento de su  ideología justificadora y prácticas que destruyen progresivamente los principios y valores en los cuales se edifica la nueva sociedad, esquilman la economía y a la vez se convierten en una quinta columna del enemigo, prestos a vender su alma al diablo por tal de mantener sus prácticas tóxicas y destructoras del tejido nacional para el bien personal y familiar.

La corrupción es equivalente a la contrarrevolución…La corrupción es  uno de los principales enemigos de la revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista que (aplica) el gobierno de Estados Unidos y sus aliados, dentro y fuera del país (Castro, R, 2012,p, 14).

Están en marcha importantes cambios en relación a la emigración cubana como parte del pueblo, más allá de sesgos ideológicos y confrontaciones políticas. Una parte fundamental de ella siente el país, es parte de su unidad y está dispuesta a participar en los procesos de recapitalización del mismo mediante inversiones, transferencias tecnológicas y gerenciales  que ayuden a superar las vulnerabilidades presentes en la economía cubana así en el necesario proceso de alfabetización para la inserción del mundo empresarial y financiero en las complejidades del mundo globalizado.  De hecho muchas de las inversiones privadas que se realizan hoy en Cuba provienen de los capitales de la emigración. Ello habría sido impensado décadas atrás.

Se debe desarrollar un modelo de bienestar racional y sustentable que asegure la realización de los proyectos de vida personales y familiares sin necesidad de emigrar a otras tierras. Para ello es necesario lograr “Que la República se mantenga de sí” al decir de Rubén Martínez Villena (2011). Se deben superar  las demonizaciones ideologizantes históricas sobre la “sociedad de consumo” como algo letal y tóxico que contradice los valores de austeridad de la sociedad socialista. Ello implica distinguir entre consumo y consumismo y luchar por estándares de bienestar racionales que tengan en cuenta las características nacionales, las potencialidades y lo alcanzado por el mundo desarrollado en pleno siglo XXI.

Es necesario mantener la más estrecha unidad entre el liderazgo y el pueblo a partir de identidades y formas de actuación mutuas. Vivir en el pueblo, vivir como el pueblo, vivir para el pueblo. Los liderazgos no se imitan, no se heredan,  se construyen a partir de lo realmente existente y en un escenario concreto. Las realidades en Cuba en la actualidad son muy diferentes a las existentes en otros contextos temporales y liderazgo. La historia no se repite. Los modos de actuación de los líderes y las organizaciones deben ser también diferentes de lo contrario no tendrán la resonancia y conducción en las mayorías. No se debe olvidar que entre más se alejan en el tiempo los acontecimientos fundacionales de la revolución y la generación que la construyó, la épica se hace más difusa, la mística de los líderes fundadores se aleja, la recepción por las nuevas generaciones es menos emocional y ello determina el nivel de compromiso y los modos de comportamientos.

Menos verticalismo y más participación sustantiva, menos ordeno y mando desde arriba y mayor libertad de expresión por diferentes vías de las necesidades sentidas del pueblo y la construcción de los procesos autogestionarios desde las bases populares., menos burocracia y más democracia., menos elitarismos de minorías y más empoderamiento de las mayorías como sujetos comprometidos y mandantes reales de las transformaciones en socialismo.

 De igual manera, se deben producir profundos cambios en la política informativa en el país que potencien su credibilidad y correspondencia entre la vida real que percibe el pueblo y los mensajes que se trasmiten por todas las vías. Ello significa eliminar las informaciones edulcoradas, acríticas y muchas veces irreales que se presentan por los diferentes medios de socialización en medio de resultados altisonantes que no se corresponden con las carencias apremiantes del pueblo y la repetición de similares criterios justificativos de los incumplimientos.

Se impone como necesidad existencial convertir cada vez más en un hecho político creciente y verificable la sentencia de Fidel sobre la “Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes” y no de élites, grupos de poder o prácticas miméticas con otras realidades contrarias a las esencias del socialismo en Cuba. No olvidar las nefastas experiencias del derrumbe de otros países socialistas donde los grupos de poder, familias y allegados, mantenían niveles y forma de existencia que distaba mucho de las necesidades del pueblo y en los momentos de transición aplicaron sin traumas la conversión a la clase burguesa y el capitalismo convirtiéndose en prósperos propietarios oligárquicos de la noche a la mañana.

Controlar los procesos de estratificación y re-estratificación social hasta límites que no pongan en peligro la percepción del ideal de justica de la revolución  y sus realizaciones prácticas. Hasta donde las relaciones de mercado pueden ser compatibles o incompatibles con el ideal  socialista. Hasta dónde la emergencia de las nuevas clases en construcción puede ser parte del sistema o convertirse en un elemento antisistema. A diferencia del proverbio enunciado por el líder de las reformas en China Deng XiaoPing cuando expresó “A mí no me importa el color que tenga el gato, lo que importa es que case ratón”[9], en Cuba se necesita un gato que case ratón y a la vez hay que estar muy atentos al color del gato y las transfiguraciones que ocurren en su pelaje. Hoy en el país existen dos posiciones ideológicas radicalmente opuestas sobre la presencia del mercado y la propiedad privada. Al decir del presidente Miguel Díaz Canel  sobre este problema “desde las posiciones más extremas: desde la derecha convocando a privatizarlo todo y al cambio de sistema, y también desde una supuesta izquierda demonizando cualquier espacio al mercado” (Canel, M; 2023, p, 3).

La nueva cultura de poder popular debe ser contraria a cualquier forma feudalizante que divide a unos como iluminados, portadores de la sabiduría y los derechos, patrones destinados a decidir y a las mayorías como masas insensibles, carentes de iluminación y decisión propia. Las amargas experiencias de los países ex socialistas que se derrumbaron, descritas con cierto complejo de culpa por los ex dirigentes y familiares  de aquellas fallidas experiencias son un permanente llamado a la conciencia de lo que no se debe hacer, de los principios que no se deben violar_ so pena de destruirla obra edificada al precio de tantos sacrificios y privaciones. 

Es capital estar permanentemente en guardia con aquella sentencia martiana según la cual la libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en una fórmula banal. El mismo campo que cría la era, cría las ortigas. Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas. Las castas se entrebuscan, y se hombrean unas a otras (Martí,1975 p.3).

Lo ocurrido en otras experiencias “socialistas” que degeneraron en castas, “nomenclaturas” encumbradas del partido y el estado asociadas al poder fuera del control popular, que se convirtieron en élites “iluminadas” colmadas de privilegios, prebendas, derechos y servicios exclusivos, impunidades y goces, muy alejados de las posibilidades del pueblo, tienen que convertirse en un permanente llamado  a la conciencia de los que no se debe hacer-si se quiere mantener la credibilidad, la autoridad y el ejemplo ante el pueblo. “El socialismo es la ciencia del ejemplo” -así lo sentenció Fidel Castro y el ejemplo no es una declaración formal, una discursividad protectora, una inspiración circunstancial propagandística sino una conducta personal y familiar de todos, fundamentalmente de los dirigentes. Es indefendible el socialismo con un estilo de vida personal y familiar burgués por parte de aquellos llamados a dignificar y asumir una vida sin tachas y fisuras. La doble moral, la simulación y la mentira deben ser llevadas permanentemente a la pira pública.

Tener siempre la visión integradora de las diferentes variables que pueden contribuir o atentar contra la necesaria unidad de la nación: Las ideologías y las concepciones políticas de todos los signos que existen en la academia y en el mundo habitual que se mueven desde el radicalismo socialista estatizante tradicional hasta las formas más descarnadas del neoliberalismo; el papel de los diferentes actores que participan en el pacto social con sus intereses y expectativas; la influencia de las distintas formas de propiedad aprobadas en la nueva Constitución en la sociedad; la recomposición del entramado socioclasista que se está conformando en el país como consecuencia del tránsito cada vez más a una sociedad policéntrica, re-estratificada y plural; la atención al marcador racial-pobreza-desigualdad y sus manifestaciones ideológicas y políticas; la influencia de la variable generacional y las diferentes percepciones; las diferencias espaciales por pertenencia a territorios con distintos niveles en los modos y calidad de vida; las  motivaciones y compromisos en los   grupos etarios así como la contaminante influencia de la globalización capitalista y la labor subversiva y divisionista de los centros imperiales contra Cuba.

Se impone superar los procesos anómicos que existen en el país relacionados con el relajamiento de la disciplina social, el orden y la creciente corrupción. Ello implica un sistema de acciones multidimensionales que convoque a toda la sociedad en todos los niveles de direcciones administrativas, políticas, gubernamentales, sectoriales, sin distinciones o espacios vetados. A ello, puede contribuir de forma decisiva la elaboración de una ley de control popular que permita que a nivel de los ministerios, empresas, organizaciones, comunidades, etc, los ciudadanos, puedan ejercer sus derechos constitucionales como únicos  soberanos del poder según se consagra en el artículo 3 de la Constitución de la República como parte de un “Estado socialista de derecho y justicia social”[10].

Llama la atención que no pocos de los trabajadores del sector estatal que emigran a puestos mejor remunerados en el sector privado y que se caracterizaban por la baja productividad, escasa disciplina y sentido de pertenencia e indiferencia, ahora demuestran todo lo contrario, incluyendo una probada lealtad laboral  en medio de una identidad corporativa desconocida antaño. Sería interesante realizar estudios desde la sociología empresarial y otras ciencias, de estos fenómenos para poder llegar a conclusiones que podrán servir para dinamizar el mayoritario sector estatal de la economía y los servicios.

El mercado llegó para quedarse en Cuba como ideología y realidad tangible. Su influencia será creciente y multidimensional. A la luz de los cambios en marcha no se puede declarar ninguna puerta como cerrara de forma definitiva a las nuevas ideas y prácticas. Lo que ayer estaba satanizado y excomulgado por la tradición o la ideología ortodoxa, mañana puede ser bendecido y legitimado como necesario e incluso salvador. La heterodoxia está cada vez con más fuerza como componente del pacto social. Estamos en presencia de nuevas categorías, casi convertidas en delito hasta fecha reciente: mercado, mercancía, competencia, clientes, ganancia, propiedad privada, acumulación de capital, etc, son expresiones cada vez más frecuentes en el escenario nacional, que están determinado los contornos de un nuevo mundo simbólico en la sociedad cubana, más plural y heterogénea.

Nada haría más daño a la sociedad cubana que los dogmas y los atrincheramientos doctrinales, pero también será muy peligroso hacia el futuro, la pérdida de la brújula de los necesarios límites de los cambios por ingenuidad o falta de previsión.  A la vez que se estimula el protagonismo de  las nuevas formas emergentes sustentados en las relaciones monetario mercantiles, no se puede perder de vista que  se debe impedir que los nuevos actores  privados y de otros signos, que acumulan un creciente poder económico y simbólico logren articular y acreditar organizaciones reticulares tendientes al dominio del poder político para objetivos y fines propios que puedan degenerar en  un movimiento  antisistema. No olvidar nunca que cuando se abren las ventanas como ocurre ahora, entra el aire fresco pero también las moscas. La gran sabiduría está en  cómo lograr cada vez más de lo primero  y evitar que las segundas se multipliquen hasta necrosar el tejido social y revertir decenios de épica contienda.

Se impone, reivindicar por todas las vías la ideología revolucionaria y sus valores y su aprehensión por las nuevas generaciones como una necesidad existencial vital que rompa con la publicitada- en las redes,  sentencia del poeta y filósofo griego Teócrito según el cual los hombres libres tienen ideas, los sumisos tienen ideologías.  Ello implica redefinir las bases del nuevo pacto social, que ya no será como el originario sustentado en los más puros pensamientos marxistas de igualdad,  equidad y seguridad, sino plural, desigual, competitivo, retador, con una importante carga de incertidumbres y acechanzas.

Evitar a toda costa la disociación entre la historia patria pasada y presente, lo cubano y el socialismo. Trabajar porque el socialismo sea una esencia identitaria de lo cubano. Ello implica realizaciones prácticas de bienestar, incremento en los niveles de vida, posibilidades reales para la realización de los proyectos individuales, grupales y societales dentro del país sin necesidad de emigrar a otras latitudes. El cambio generacional y las duras condiciones existenciales de los cubanos han impactado en sus cosmovisiones y preceptos ideológicos. En la actualidad se asiste a una sociedad mucho menos utópica, idealista y la proliferación de concepciones  y actitudes más pragmáticas, utilitaristas, de sobrevivencia, más convergentes con lo que ocurre en otras latitudes.

 

CONCLUSIONES:

Los retos que enfrenta la sociedad cubana demandarán firmeza en los principios, trabajo, sabiduría, resultados tangibles. Nunca como ahora las oportunidades para realizar los cambios son tan evidentes y necesarias y al mismo tiempo de multiplican los riesgos y acechanzas. La resistencia heroica es el camino de la salvación nacional en medio de una coyuntura internacional retadora y a lo interior una amalgama de procesos progresistas y retardatarios que hacen de la realidad cubana un verdadero torbellino co0n más preguntas que respuestas, donde se dirime la existencia de la nación hacia el futuro: puede emerger  como realidad soberana sustentada  en realizaciones deseadas y compartidas por las mayorías como un sistema pujante, moderno, dignificador de la vida de la sociedad, o por el contrario puede transitar al empobrecimiento, la dependencia, la inercia social, la recolonización y la mutilación del orgullo nacional y los valores e identidades que la han traído hasta aquí contra viento y marea. Que no se cumplan nunca aquella sentencia que se atribuye a  Francis Fucuyama, según el cual: El camino más largo para llegar al capitalismo es el socialismo.

 

REFERENCIAS:

 

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[1] Licenciado en Filosofía. Master en Ciencias Sociales y Axiología. Jefe de la Disciplina Desarrollo y políticas sociales de la Universidad de Holguín. Cuba.

[2] Nutritivo  plato que combina diferentes viandas, carnes, especias y sabores y cuyo producto final es algo distinto y distintivo que lo comparan con la esencia de lo cubano como mezcla y mestizaje.

[3]Para más información ver: Cuba y su ajiaco: Lo que nos “cuenta” el genoma cubano sobre nuestras madres africanas. En

http://www.cubadebate.cu/especiales/2023/07/29/cuba-y-su-ajiaco-lo-que-nos-cuenta-el-genoma-cubano-sobre-nuestras-madres-africanas/ Última revisión 17/10/2023

[4] Para más información ver: Fernando Martínez Heredia (2005). En el Horno de los 90. Editorial de Ciencias Sociales,   La Habana, Cuba.

[5]El % de abstención y votos en blanco y anulados deben tener una interpretación científica desprejuiciada. Una parte de esos votos reflejan posiciones contrarias al sistema. Eso es evidente e imposible de ocultar. Como tendencia ha crecido en estos años. Otra parte no implica necesariamente una posición política contra la revolución sino que se fundamenta en el voto castigo por situaciones puntuales, crisis, desabastecimientos, frustraciones, conflictos irresueltos o mal tratados, desidia de los dirigentes, etc y además, los impactos de la propaganda  subversiva del enemigo en su capacidad para descalificar, calumniar  y subvertir.

[6] Para más información ver a Javier Gómez Sánchez. Para aterrizar (en) el 11 de julio. Una mirada desde el 2023.En:https://www.cubainformacion.tv/opinion/20230715/104258/104258-para-aterrizar-en-el-11-de-julio-una-mirada-desde-el-2023. Última consulta 17/10/2023

[7]En la actualidad existen un conjunto de programas priorizados: Atención a los barrios vulnerables, Programa de soberanía alimentaria, Implementación del nuevo Código de las familias, Programa de lucha contra el racismo y la discriminación racial, Programa para atender de forma integral a los niños, adolescentes y jóvenes, Programa de adelanto de las mujeres, Programa Nacional contra el envejecimiento y el descenso poblacional, Programa Nacional contra la colonización cultural y otros.

[8] Para más información ver Constitución de la República de Cuba, Editora Política, La Habana, Cuba. Artículos 18-19. P18 y 19.

[9]Para más información ver: https://la rutachina.com/no-importa-de-que-color-sea-el-gato-siempre-y-cuando-cace-ratones/ Última consulta 28/7/2023, 3 pm

[10] Constitución de la República de Cuba. Editora Política, La Habana, Cuba. p 1, artículo 1.