Observatorio de las Ciencias Sociales en Iberoamérica
ISSN: 2660-5554
Vol. 6 Núm. 4 (2025): Octubre-Diciembre
Oposición recíproca como dialéctica del saber. Una mirada experiencialista
Ph.D. José Gregorio Aguiar López
Investigador en Ciencias Sociales
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-3111-103X
Fundación Instituto de Estudios Avanzados
IDEA
Caracas, Venezuela
mail: aguiarlopez01@gmail.com
RESUMEN
Este artículo indaga
en torno a la oposición recíproca como dialéctica del saber, una perspectiva
que se nutre de las experiencias del individuo para comprender cómo el
conocimiento se construye y evoluciona. Propone que la interacción de fuerzas
opuestas y complementarias es fundamental en la generación de nuevos saberes,
propiciando así, la participación activa para la reflexión crítica, la
prospección y la transformación. A través de una interpretación crítica, se
desglosan los elementos clave de esta dialéctica, enfatizando cómo la tensión
entre diferentes puntos de vista, metodologías, marcos teóricos, razonamientos
y experiencias, pueden conducir a una comprensión más profunda y
contextualizada u otra totalmente diferente. Argumenta que las experiencias, al
propiciar un espacio para la confrontación y articulación de diversas voces y
aprendizajes, devela el estar consciente momento a momento para observar y
potenciar esta oposición recíproca. Concluye que, al reconocer y gestionar
estas dinámicas de oposición, se fomenta un proceso de construcción de
conocimiento más dinámico, inclusivo y enriquecedor.
Palabras clave: Oposición recíproca, Dialéctica, Saber,
Experiencialismo.
Reciprocal opposition as a dialectic of knowledge. An experientialist perspective
ABSTRACT
This article explores reciprocal opposition as a dialectic of knowledge, a perspective that draws on the experiences of the individual to understand how perspective that draws on the individual's experiences to understand how knowledge is constructed and evolves. knowledge is constructed and evolves. It proposes that the interaction of complementary and opposing forces is fundamental in the generation of new knowledge, thereby knowledge, thus fostering active participation for critical reflection, prospection and transformation. and transformation. Through a critical interpretation, the key elements of key elements of this dialectic, emphasizing how the tension between different points of view, methodologies, methodological between different points of view, methodologies, theoretical frameworks, reasoning, reasoning and experiences, can lead to a deeper and more contextualized understanding contextualized understanding or an entirely different one. He argues that experiences, by and articulation of diverse voices and learning, unveils the value of the learning, reveals the moment-to-moment awareness to observe and enhance this reciprocal opposition. empower this reciprocal opposition. It concludes that, by recognizing and managing these oppositional dynamics, it fosters a more dynamic, inclusive, and inclusive more dynamic, inclusive and enriching knowledge building process.
Keywords: Reciprocal opposition, Dialectics, Knowledge, Experientialism.
Oposição Recíproca como Dialética do Conhecimento: Uma Perspectiva Experiencialista
RESUMO
Este artigo explora a oposição recíproca como uma dialética do conhecimento, uma perspectiva que se baseia em experiências individuais para compreender como o conhecimento é construído e evolui. Propõe que a interação de forças opostas e complementares é fundamental para a geração de novo conhecimento, fomentando, assim, a participação ativa na reflexão crítica, na previsão e na transformação. Através de uma interpretação crítica, os elementos-chave dessa dialética são decompostos, enfatizando como a tensão entre diferentes pontos de vista, metodologias, referenciais teóricos, raciocínios e experiências pode levar a uma compreensão mais profunda e contextualizada ou a uma completamente diferente. Argumenta-se que as experiências, ao criarem um espaço para o confronto e a articulação de diversas vozes e aprendizados, revelam a importância da consciência momento a momento na observação e no aprimoramento dessa oposição recíproca. Conclui-se que o reconhecimento e a gestão dessas dinâmicas de oposição fomentam um processo de construção do conhecimento mais dinâmico, inclusivo e enriquecedor.
Palavras-chave: Oposição recíproca, Dialética, Conhecimento, Experiencialismo.
INTRODUCCIÓN
Óscar Jara (1994) es un reconocido educador popular y pensador latinoamericano que ha contribuido significativamente a la entronización y profundización epistemológica de la sistematización de experiencias. Así mismo, el concepto de oposición recíproca, término acuñado por éste, es fundamental para comprender cómo se construyen los aprendizajes y las transformaciones sociales.
De igual manera, el conocimiento, en su búsqueda constante de significados y aplicabilidad, rara vez emerge de la linealidad o la homogeneidad. Por el contrario, su construcción suele estar imbricada en tensiones y contrastes que, lejos de ser obstáculos, más bien propician una comprensión más profunda.
En este contexto, el presente artículo explora la oposición recíproca no solo como un principio inherente a la configuración del saber, sino como una auténtica dialéctica que impulsa y entroniza su evolución. Abordamos esta perspectiva a partir de la sistematización de experiencias, una metodología que, por su naturaleza participativa, organizativa, recopilativa, reflexiva, crítica y socializativa, se convierte en una estrategia metodológica emergente para observar y transobservar cómo la confrontación de ideas, prácticas y visiones divergentes generan epistemes enriquecedoras y nuevas formas de conocimiento.
Al adentrarnos en la sistematización, se hace evidente que las dinámicas de contradicción y complementariedad no solo revelan la complejidad de los fenómenos estudiados, sino que también iluminan los contextos a través de los cuales el saber se redefine, se expande y adquiere una mayor pertinencia.
Así, este artículo manifiesta que la comprensión de la oposición recíproca, como dialéctica del saber, resulta indispensable para interpretar procesos de aprendizaje y aproximaciones relacionales, como valor intrínseco de las tensiones en la coconstrucción del conocimiento.
METODOLOGÍA
El presente estudio se plantea construir nuevas epistemes en relación con la oposición recíproca, a los fines de proporcionar más y mejores alcances en la dialéctica del saber, desde una mirada experiencialista. A la vez que tiene contemplado develar las aproximaciones epistémicas de la oposición recíproca, como dialéctica del saber, a partir de procesos experiencialistas. En este andamiaje metodológico, otro de los planteamientos tiene planteado entronizar las epistemes relacionadas con la oposición recíproca, como dialéctica del saber, desde la perspectiva experiencialista. Y, por último, socializar las epistemes emergentes que aluden a la oposición recíproca, como dialéctica del saber, desde una mirada experiencialista, resultará, una de las acciones más trascendentes que el investigador se plantea.
El andamiaje ideado para el presente abordaje investigativo parte desde el paradigma cualitativo, el cual “centra su atención en las relaciones y roles que desempeñan las personas en un contexto vital” (Palella y Martins, 2011, p.40). Es así como Márquez (2004), devela lo esencialmente humano, en los estudios de las ciencias sociales. Frase acuñada por éste, la cual representa el origen, el centro, el fundamento y el argumento del presente estudio.
Luego, el análisis bibliográfico “se fundamenta en la revisión sistemática, rigurosa y profunda de material documental de cualquier clase” (Palella y Martins, 2011, p. 96). Seguidamente, el tipo de investigación es documental, a lo que Palella y Martins (2011) agregan: “se concentra exclusivamente en la recopilación de información en diversas fuentes. Indaga sobre un tema en documentos (escritos u orales)” (p. 99). Se converge en un estudio de carácter argumentativo, puesto que se destaca la validación teórica de lo acontecido, adicionalmente, se parte de definiciones conceptuales fundamentales, a los fines de propiciar la reflexión de dichas epistemologías.
Adicionalmente, es descriptiva, porque trae aspectos componenciales de la ocurrencia de estos eventos estudiados, convergiendo así, en la construcción de epistemes (ya existentes o emergentes), que facilitan su comprensión. Finalmente, tiene características explicativas, porque se devela el afán de construir los ¿por qué?, encontrando así las razones que entronizan a la oposición recíproca, como episteme de interés en el estudio dentro de las ciencias sociales.
Por otra parte, desde la perspectiva epistemológica experiencialista, el presente estudio se centra en las experiencias propias de los microespacios sociales, lugar desde donde se gesta la oposición recíproca.
En este sentido, Aguiar (2023) señala que:
La experiencia no es precisamente dejar que el tiempo pase y poder decirlo o evidenciarlo, experiencia es que el estado consciente del ente humano se transforme en hechos referenciales desde donde surjan nuevas teorías, obviando las escuetas características que el tiempo posee (p. 75).
El mismo autor complementa lo expresado, agregando que:
El tiempo no hace otra cosa que transcurrir, irreductiblemente transcurre, no sabe hacer otra cosa. Es por ello que se define como un instrumento que sirve de apoyo para que la experiencia obtenga un escenario donde desarrollarse y manifestarse. La experiencia obtendrá mejores alcances en la medida en que se hagan ejercicios permanentes hermenéuticos (Aguiar 2023 p. 75).
Así, el experiencialismo, como enfoque epistemológico, resulta de la develación de nuevas teorías, a partir de la vida vivida y a la vez, historiada: la experiencia viva (Aguiar, 2025, p. 182).
Como complemento, Aguiar (2021) señala:
Así como el pensar es la función suprema del hombre, la vida tiene estructura de narración, en consecuencia, pensamos como historias narradas. Ese proceso de historiar la vida vivida, es el marco de la experiencia, considerando ésta, como la que se obtiene de manera consciente momento a momento. En consecuencia, a lo expresado, la experiencia tiene carácter personalísimo y para poder acceder a ella, se deberá partir de la autonarración, a los fines de materializar lo experienciado, con base en historias de las vidas vividas (p. 66).
Finalmente, el andamiaje metodológico del presente estudio, centra su estructura, más que en la oposición recíproca, en el actor social y sus distintas concepciones y percepciones en torno a aquella.
La Oposición Recíproca: breve periplo epistémico
A partir de lo expresado por Cruz (1974), ubicándose en el contexto de la filosofía accidental, las relaciones se gestan a partir de las diferencias (oposiciones) del uno o de lo uno, con respecto a otro o lo otro, de lo singular y lo plural. Acusa así su vigencia encontrada en el estructuralismo. Luego une la dimensión lingüística, considerándola como un sistema organizado de signos, cuya coherencia misma parte de lo que es y de lo que no es, a partir de aquel. Allí comienza a develar el concepto subrepticio de la oposición recíproca (p. 43).
La oposición recíproca se refiere a la tensión dialéctica o el conflicto inherente entre dos o más elementos, fuerzas o perspectivas que interactúan en una situación o experiencia. No se trata de una contradicción que deba resolverse eliminando uno de los polos, sino de una relación dinámica donde la existencia de uno de los elementos se define y cobra sentido en relación con el otro u otros. Es precisamente en la interacción y el enfrentamiento de estas oposiciones donde reside la riqueza del aprendizaje y la posibilidad de generar nuevas comprensiones o acciones.
En los procesos históricos desarrollados en microespacios sociales emergen situaciones, señaladas por Jara (1994), como objetivas o subjetivas, que influyen muy notoriamente en su propia prospección. Es una opción que se impone sobre otra u otras, por lo tanto, son negadas por aquella o aquellas. (p. 56).
Luego señala Jara (1994): “Esta relación de confrontación permanente entre opciones opuestas o distintas, originan el cambio continuo en los procesos históricos” (9. 57).
La relación entre la teoría y la práctica resulta un ejemplo de ello, que a menudo se presentan como dos polos opuestos. Para Jara, la sistematización no busca simplemente aplicar la teoría a la práctica, ni derivar una teoría de la práctica de forma lineal. En cambio, propone que el aprendizaje profundo surja de la interacción constante y recíproca entre lo que se piensa (teoría) y lo que se hace (práctica). Es en esa oposición donde se generan nuevas preguntas, se validan o refutan hipótesis, y se construyen conocimientos más robustos y pertinentes.
El término en cuestión, se corresponde con un significado no circunscrito al ámbito de la retórica, específicamente, a los planteamientos realizados por el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 – 1831). En 1808, época en que escribe su libro Fenomenología del espíritu, el mundo parecía haberse puesto en movimiento, transfigurando muy notoriamente lo que había durado siglos. Este particular hace referencia a los primeros momentos del modo de producción capitalista, el cual se basó principalmente en la rotación de las mercancías y, por ende, el dinero.
Así mismo, Biglieri (1982) aludiendo a Hegel, a partir del Estado ético (comunidad política universal o intersubjetividad) comenta que:
Las mediaciones que elevan al individuo desde el puro aislamiento hasta la intersubjetividad fueron ubicadas en la sociedad civil. Es decir, la sociedad civil es presentada como el camino que parte desde el ámbito estrictamente privado (del individuo particular) y culmina en el espacio puramente público (del ciudadano en el Estado ético). Este recorrido dialéctico, en los sucesivos momentos de su desarrollo, va elevando al individuo, cada vez un peldaño más, hacia el ámbito universal. La sociedad civil es entonces el punto de encuentro entre lo particular y lo universal, el interés individual y el general, el ámbito público y el ámbito privado. La política nace en su seno, en el propio centro de la sociedad civil (párr. 3).
Entonces, emerge una recursividad desde la autarquía, donde el individuo: un yo particular, se convierte en varios individuos: un nosotros, yendo desde la unidad hasta la universalidad, dando cabida a la oposición recíproca aludida aquí.
En consecuencia, el recurrente problema filosófico en torno al cambio se agudizaba: ¿cómo comprender racionalmente que una cosa pueda cambiar de apariencia y seguir siendo la misma cosa? Hegel concibe la realidad como constituida por opuestos que, en el conflicto inevitable que surge, engendran nuevas epistemes que, al entrar en contacto con la realidad, entran en contraposición siempre con algo o con lo otro. Este esquema es el que permite explicar el cambio manteniendo la identidad de cada elemento, a pesar de que el conjunto haya cambiado.
Si bien Óscar Jara nunca formalizó el concepto de oposición recíproca como una categoría teórica explícita en sus aportes teóricos y experienciales, y a penas la señala en algunos párrafos de su libro Para Sistematizar Experiencias (1996), la esencia de aquel término se ve atravesada transversalmente en toda su propuesta, incluso, en todos sus escritos y publicaciones. Más que un término estático, para Jara, la oposición recíproca es una dinámica intrínseca a los procesos de construcción de conocimiento y transformación social. Es una acción consciente que entroniza la participación, organización, recopilación, reflexión, crítica y socialización, permitiendo ir más allá de lo evidente y construir comprensiones más profundas y complejas de la realidad.
En ese sentido, Jara (1994), señala que:
La Concepción Metodológica Dialéctica concibe la realidad en permanente movimiento: una realidad histórica, siempre cambiante, nunca estática, ni uniforme, debido a la tensión que ejercen incesantemente las contradicciones entre sus elementos. En todo proceso histórico, se generan tendencias contradictorias, cuya confrontación genera el cambio y el movimiento. El origen de las transformaciones se encuentra así, en el interior de los propios procesos históricos, en cuyo seno se entabla una relación de oposición recíproca entre aspectos o polos contradictorios, que, al vincularse entre sí, tienden a excluirse mutuamente (p. 56).
El aporte más reconocido de Jara, la sistematización de experiencias, es un ámbito relacional desde donde la oposición recíproca se manifiesta de forma más expresa. Para él, sistematizar no es meramente describir, sino interpretar críticamente una experiencia a la luz de su propio proceso y de los contextos en que se desarrolla (p. 24). Este proceso implica una confrontación de subjetividades: Una experiencia vivida es interpretada de forma diferente por cada participante. La oposición recíproca se da cuando estas diversas lecturas, con sus contradicciones, sesgos y énfasis, son puestas en diálogo.
En ese sentido y en el marco de procesos investigativos sociales, Geertz (1987, citado por Mallimaci y Giménez 2006) afirma que:
Una vez producido el relato, el análisis del mismo nos lleva a tres pasos fundamentales: 1) presentar las acciones casi con lujo de detalle, como una parte etnográfica y como base para interpretar; 2) encontrar los códigos socioculturales de esos hechos; y 3) interpretarlos en relación con la teoría. Esta aproximación se acerca a la descripción densa propuesta desde la antropología (p. 6).
No se busca una uniformidad, sino comprender cómo cada perspectiva contribuye a la riqueza del conjunto. Ahora, desde los escenarios formativos, el facilitador no impone una verdad, sino que crea las condiciones para que estas oposiciones se expresen y se confronten de manera productiva.
Las personas a menudo tienen discursos que no siempre se corresponden con sus prácticas, esto desde el escenario del contraste entre el decir y el hacer, entonces, esa posible respuesta la devela Borges (1999) al señalar: “Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo” (p. 15), siendo el relato mismo, el recreador de la realidad vivida por cada uno de los miembros del microespacio social, aquel enmarcado en un proceso memorístico de quien o quienes vivieron la vida vivida e historiada.
Al sistematizar, se confronta lo que se dijo que se haría con lo que realmente se hizo, lo que se piensa con lo que se actúa. Esta oposición es crucial para identificar las brechas, las inconsistencias y los aprendizajes emergentes de la propia práctica, develando el conocimiento implícito.
Las experiencias son singulares, pero al sistematizarlas se busca extraer de ellas aprendizajes que puedan ser útiles para otros contextos, ello podría crear tensión entre lo particular y lo general, así, la oposición recíproca aquí se manifiesta entre la especificidad de la experiencia y la pretensión de universalizar sus lecciones. Es un ir y venir constante que permite entender la complejidad de la realidad sin caer en generalizaciones vacías.
Desde aquí emerge la palabra de Paz (1967) quien precisa: “La unidad de la poesía no puede ser asida sino a través del trato desnudo con el poema” (p. 3). Tanto la poesía, como el poeta y el poema son autárquicos, y a la vez, dejan manifiesta su recursividad, puesto que en la palabra subyace la poesía y en la ausencia de ella, también.
Muchas de las oposiciones en una experiencia no son evidentes a simple vista. La sistematización busca desenterrar los supuestos, los valores subyacentes, los conflictos no expresados, a partir de un diálogo entre lo explícito y lo implícito. Esta oposición entre lo manifiesto y lo latente es lo que permite una comprensión más profunda de los procesos y la identificación de elementos que no eran visibles al principio.
Es así como a partir de las relaciones de confrontación entre tendencias opuestas u disímiles, emerge y se devela el cambio, lo que cambia en su proceso histórico y al ser sistematizado, se teje, desteje y entreteje ese diálogo de saberes al que se hizo referencia, a los fines de construir nuevas teorías.
En definitiva, la oposición recíproca, a partir de la mirada de Óscar Jara, no es un concepto pasivo de contraste, sino una fuerza dialéctica activa y dinámica, es la base para la construcción de conocimiento y nuevas teorías desde la práctica, la validación de los saberes populares, el desarrollo de la conciencia crítica y la acción transformadora.
Estas afirmaciones tienen eco a partir de lo expresado por Benjamin (2006): “El saber va meramente hacia el interior, es en y para sí mismo incomunicable, de igual modo que, incluso según la expresión ordinaria, el que medita se pierde en sí mismo. ...Sólo a través de la exposición adviene. ...la comunión...” (p. 47 – 48).
Al abrazar la complejidad de las contradicciones y al fomentar el diálogo entre las diversas perspectivas, Jara, Benjamin, entre otros, nos invitan a ver en la oposición no una barrera, sino la posibilidad que propicia el proceso de aprendizaje y emancipación social.
La Dialéctica del Saber en la Historia del Pensamiento
La dialéctica del saber es un concepto filosófico profundo que explora cómo el conocimiento se desarrolla a través de la tensión y la superación de contradicciones. No es un proceso lineal o estático, sino un movimiento constante de afirmación, negación y síntesis.
En esta dialéctica, señalan Ovejero y Pastor (2001) que: “Quien tiene el poder impone su saber, un saber que legitima el ejercicio de ese poder, con lo que una vez más el círculo se cierra y la necesidad mutua se realimenta” (p. 101). Luego afirma que:
No existe saber independientemente del poder, pues el saber produce y mantiene poder, pero también el poder produce saber. Poder y saber se relacionan mutuamente, pues no hay relaciones de poder que no utilice el saber, ni saber al margen de la lucha por el poder. No es posible desligar ambos aspectos. No existe sujeto u objeto de saber libre de poder, un poder que, por otra parte, no dudará en construir y utilizar el saber para lograr sus objetivos (p. 101)
Y profundizando su punto de vista, complementa:
No existe conocimiento independiente del sujeto que conoce, pero es que este sujeto que conoce no existe al margen de relaciones de poder. Poder y saber son, por tanto, dos aspectos indispensables, dos conceptos que se relacionan constructivamente. El poder genera saber y ese saber también está generando a su vez, poder. Son, casi podríamos decir, la misma cosa (p. 101).
Estas afirmaciones develan, irreductiblemente, el carácter recursivo de la oposición recíproca a parte de la dialéctica del saber.
La dialéctica del saber tiene sus raíces en la filosofía griega antigua, particularmente en Heráclito y su idea de que todo fluye y que la contradicción es inherente a la realidad. Sin embargo, es con Georg Wilhelm Friedrich Hegel donde la dialéctica alcanza su formulación más influyente. Para Hegel, la realidad misma, incluyendo el saber, se despliega a través de un proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis. Donde la tesis representa una idea o concepto inicial. La antítesis, surge a partir de una idea opuesta o contradictoria a la tesis. Mientras que la síntesis, es la confrontación entre tesis y antítesis da lugar a una nueva comprensión que no anula las anteriores, sino que las supera y las integra en un nivel superior de conocimiento. Esta síntesis, a su vez, se convierte en una nueva tesis, y el ciclo continúa, un escenario desde su propia recursividad.
Currás (1999), aludiendo a lo expresado anteriormente, señala que:
En realidad, la dialéctica consiste en una forma de organizar el conocimiento en general, como una gnoseología, donde se utiliza un método consistente en proponer ideas presentando sus contradictorias, razonando en forma de diálogo sobre ellas, para obtener un resultado, que se supone sea verdadero. Aquí se comprenden los pasos establecidos por Platón (427 – 347 A.C.) y Hegel (1770 – 1931) entre otros, que consiste en: tesis, antítesis y síntesis (p. 28).
Aunque no siempre explícitamente dialéctica, la ciencia avanza a menudo a través de un proceso similar: una teoría existente (tesis) es desafiada por nuevas observaciones o experimentos (antítesis), llevando a la formulación de una nueva teoría más completa (síntesis).
La dialéctica del saber no se limita al idealismo hegeliano. Ha sido adaptada y reinterpretada en diversas corrientes filosóficas y campos del conocimiento. Karl Marx y Friedrich Engels aplicaron la dialéctica a la historia y a la sociedad, desarrollando el concepto de materialismo dialéctico. Aquí, la contradicción no es solo de ideas, sino de fuerzas materiales y sociales (por ejemplo, la lucha de clases), que impulsan el cambio histórico y el desarrollo del conocimiento sobre la sociedad.
En la teoría del conocimiento, la dialéctica sugiere que no llegamos al saber de forma pasiva, sino a través de un proceso activo de cuestionamiento, refutación y reconstrucción: El error y la crítica son fundamentales para el avance del conocimiento.
En el ámbito educativo, la dialéctica implica que el aprendizaje efectivo ocurre cuando los estudiantes son confrontados con ideas diferentes, se les anima a debatir y a desarrollar sus propias síntesis, en lugar de simplemente memorizar información.
La dialéctica del saber nos enseña varias lecciones fundamentales, una de las más destacadas en la que guarda relación con el conocimiento, allí señala que es dinámico, no hay un saber final o absoluto. El conocimiento está en constante evolución y transformación.
La actividad de pensar, el pensamiento, viene ligado a la dialéctica, por cuanto que ésta es una manera de discernir lo verdadero de lo falso, (…), para llegar al conocimiento de las cosas, de la verdad subjetiva, humana. (…) figuran algunas definiciones de la dialéctica que la unen directamente con formas de pensamiento (Carré, 1999, p. 35).
Es así como la dialéctica del saber es una poderosa palestra a través de la cual podemos entender cómo el conocimiento se construye, se desafía y se transforma. Nos invita a abrazar la complejidad, la crítica y el cambio como elementos esenciales en nuestra búsqueda continua de comprender el mundo, a partir de nuestro autorreconocimiento.
En la contradicción productiva, en lugar de ser un obstáculo, aquella es el estímulo que impulsa el pensamiento y la comprensión a niveles más profundos. En la totalidad y la interconexión, el saber dialéctico busca entender cómo las partes se relacionan con el todo y cómo los conceptos están interconectados. Y, por último, en la superación, no la eliminación, la síntesis no destruye la tesis y la antítesis, sino que las conserva en una forma más elevada.
Oposición Recíproca en la vida relacional y experiencial
Otro investigador de las ciencias sociales, Kenneth Gergen, aborda muy densamente el tema de la oposición recíproca, a partir del socioconstruccionismo, aunque no necesariamente utiliza el término exacto como un concepto teórico principal. Su enfoque se centra en cómo la realidad y el significado se construyen a través de las relaciones y la interacción social, lo que inherentemente implica una dinámica de interdependencia y, a menudo, de tensión o contraste entre diferentes perspectivas y construcciones.
Gergen (2007), argumenta que el conocimiento y la identidad no son entidades fijas o internas al individuo, sino que emergen del proceso de intercambio social. Esto significa que lo que consideramos realidad o verdad es el resultado de construcciones conjuntas que se forman y se mantienen en la interacción. En este sentido, expresa que la identidad relacional explora cómo la proliferación de relaciones en la era moderna nos expone a una multiplicidad de perspectivas y demandas, llevando a una fragmentación del individuo relacional. Esta multiplicidad implica una constante negociación y, a veces, una oposición entre las diversas versiones de uno mismo que se presentan en diferentes contextos relacionales (p. 154 – 155).
El significado, en consecuencia, no es intrínseco a las palabras o acciones, sino que se construye en el diálogo. Cuando dos o más personas interactúan, aportan sus propias comprensiones y experiencias, lo que puede generar diferencias y, por ende, una suerte de oposición o contraste de significados que deben ser negociados para que la comunicación sea posible. Su perspectiva construccionista desafía la idea de una realidad objetiva y preexistente, lo que abre espacio para la existencia de múltiples realidades construidas socialmente.
Luego, al reconocer que el conocimiento emerge de la interacción, Gergen (2007), valora la diversidad de voces y perspectivas. Esta diversidad implica que distintas comunidades o grupos pueden tener construcciones de la realidad que están en oposición entre sí, lo que a su vez puede generar conflictos y la necesidad de diálogo para encontrar formas de coexistir. Señala que las orientaciones que conducen al conocimiento son: la exógena (centrada en el mundo) y la endógena (centrada en la mente): ambas se consideran opuestas, sin embargo, no se soportan separadamente, haciendo que emerjan otras definiciones de la oposición recíproca (p. 214).
Diferentes comunidades o microespacios sociales pueden tener construcciones de la realidad que están en oposición entre sí. Lo que para un grupo es progreso, para otro puede ser destrucción. Esta oposición de significados es fundamental para entender los conflictos sociales y políticos. Gergen nos invita a ver estas oposiciones no como barreras insuperables, sino como puntos de partida para el diálogo y la negociación. Solo a través de la interacción (a menudo lidiando con estas oposiciones) podemos llegar a nuevas comprensiones o a un terreno común compartido, aunque sea temporal.
En consecuencia, el lenguaje no es un simple reflejo de la realidad, sino que la construye: Las convenciones del lenguaje definen lo que se puede decir y cómo se puede entender, esto significa que la forma en que se nombran y se definen las cosas puede estar en oposición a otras formas de nombrarlas, lo que tiene implicaciones directas en cómo se experimenta y se actúa en el mundo.
Cuando nos movemos entre diferentes relaciones, podemos experimentar tensiones internas u oposiciones entre las demandas o expectativas que cada relación nos impone. Por ejemplo, la versión de ti mismo que es responsable y seria en el trabajo podría oponerse a la versión despreocupada y divertida que eres con ciertos amigos. No se trata de una lucha destructiva, sino de una tensión dinámica que nos moldea y nos permite ser diversos. En relación a lo expresado, Cruz (1974), señala que:
La diferencia abarca sus dos lados como momentos; en la diversidad, ambos lados están separados de modo indiferente; en la oposición, son lados de la diferencia que se determinan entre sí: cada contrario encierra en sí una relación al otro, o sea, es él mismo y su otro (p. 55).
La coherencia de nuestra identidad no es una unidad interna preexistente, sino un logro relacional, una danza entre estas diversas versiones. En lugar de buscar las causas del comportamiento dentro del individuo (en su mente, su personalidad, sus traumas, etc.), Gergen (2007) nos anima a mirar las relaciones y los contextos sociales. Un comportamiento no es inherentemente bueno o malo, saludable o patológico; su significado se construye en la interacción.
Gergen (2007) celebra la variabilidad y la particularidad de las construcciones sociales. Esta oposición teórica es lo que permite un cambio de paradigma y abre nuevas formas de entender el comportamiento humano, enfocándose en la interacción y en cómo las narrativas (que pueden estar en oposición) configuran nuestras vidas. Aquí afirma:
(…) reemplazar el supuesto de la verdad verificada mediante la naturaleza por la verdad creada en comunidad. En términos de los argumentos anteriores, esto es ver al conocimiento no como producto de las mentes individuales sino de las relaciones comunitarias. O, más en general, todas las proposiciones con sentido acerca de lo real y de lo bueno tienen sus orígenes en las relaciones (p. 218).
Finalmente, aunque Kenneth Gergen no precisa el término de oposición recíproca, sus ideas sobre la identidad fluida y relacional, la construcción social del significado y su crítica a las verdades absolutas se basan en la existencia de tensiones, contrastes y múltiples perspectivas que interactúan dinámicamente. Es en esa interacción de opuestos o diferentes construcciones donde emerge la realidad social y nuestra propia identidad.
Reflexiones Finales
Desde el enfoque epistemológico experiencialista, que de alguna manera es derivada de la Sistematización de Experiencias, propuesta entronizada por Oscar Jara, y el socioconstruccionismo, propuesta manifiesta por Kenneth Gergen, la oposición recíproca emerge a partir de la confrontación y el diálogo entre las diferentes voces y miradas presentes en una experiencia: escenario develado cuando se está consciente momento a momento, en esta última afirmación subyace la coincidencia de ambas perspectivas (Jara, 1994, p. 23 y Gergen, 2007, p. 218).
No se trata de eliminar las contradicciones, sino de reconocerlas como parte constitutiva de la realidad y como ámbito espacial y de actuación, para su comprensión más profunda. A partir de ello, Galeano (2015), precisa: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones de nuestras vidas” (p. 92),
En este sentido, la oposición no es un obstáculo, sino una fuente de aprendizaje y crecimiento. La diversidad de interpretaciones sobre un mismo hecho o proceso, al ser contrastadas y debatidas, permite construir una visión más compleja y absoluta.
Así, la oposición recíproca, a partir de la perspectiva de Jara, se materializa en distintos escenarios: Entre los participantes de una experiencia: Cada actor social tiene su propia lectura de la realidad, sus intereses y sus expectativas. Al poner en común estas distintas visiones, incluso las que son opuestas, se genera un espacio de reflexión crítica que lleva a un conocimiento compartido más enriquecedor. Este contraste de perspectivas es esencial para identificar los nudos problemáticos y las potencialidades de una práctica. Entre la teoría y la práctica: Jara enfatiza la importancia de partir de la práctica para construir teorías, y que esa teoría retorne para iluminar y transformar la práctica, una especia de acción recursiva. Esta relación no es lineal, sino que implica una constante oposición y confrontación entre lo que se hace y lo que se piensa. Las contradicciones que surgen en la acción impulsan la reflexión teórica y los marcos teóricos permiten reinterpretar y reorientar la práctica., en resumen, Jara (1994) precisa:
Es la teoría la que nos permite realizar dicha interpretación. Pero la finalidad de este empeño no termina en la conclusión teórica. Es necesario volver nuevamente a la práctica, ahora sí, con una comprensión integral y más profunda de los procesos y sus contradicciones, con el fin de darle sentido consciente a la práctica y orientarla en una perspectiva transformadora (p. 55).
Y entre el conocimiento popular y el conocimiento académico: Jara valora profundamente el saber que emerge desde lo social, las experiencias y los conocimientos construidos por los propios sujetos, los cuales nutren supremamente al segundo.
Seguidamente, desde la perspectiva de Gergen, la oposición recíproca como la dialéctica del saber, particularmente al ser examinada a través del socioconstruccionismo, no es un mero contraste de ideas que busca una síntesis final inmutable. Más bien, se devela y se revela como un proceso dinámico de coconstrucción social. El saber emerge de la interacción y la negociación constante entre diferentes narrativas, interpretaciones y significados que los participantes aportan. No hay una verdad objetiva preexistente esperando ser descubierta, sino múltiples verdades que se forjan y reforjan en el intercambio dialógico.
Vivimos, dice Gergen (2007), a partir de narraciones, así la vida vivida es como un cuento, una historia. “Lo cual no quiere decir que la vida imite al arte, sino más bien, que el arte se convierte en el medio a través del cual la realidad de la vida se manifiesta” (p. 154).
En consecuencia, la sistematización de experiencias y el socioconstruccionismo y, por ende, el experiencialismo, estas perspectivas se convierten en un ejercicio de creación de sentido relacional. Al explicitar y confrontar las diversas voces y miradas inherentes a una experiencia, se evidencia cómo el conocimiento es inherentemente contingente y dependiente del contexto social. Entonces, la oposición recíproca no es una lucha por la dominación de una verdad sobre otra, sino la fértil tensión que impulsa la emergencia de nuevas comprensiones y la transformación de las realidades a través del diálogo. En última instancia, la dialéctica del saber es la danza interminable de significados que da forma a lo que consideramos conocimiento, siempre provisional, siempre en relación.
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