Sociedad y cultura en el batey del central Chaparra a la luz de las revistas locales entre 1920 y 1925

 

Claudia María Hernández Coca

Museóloga. Cuba

Lic. en Historia. Museo Municipal Fernando García Grave de Peralta

ORCID: https://orcid.org/0009-0006-6393-3985

claudiamaria0521@nauta.cu

Norge Manuel Peña Hernández

Profesor Universitario. Cuba

Asistente. Universidad de Las Tunas

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2961-800X

norgeph@ult.edu.cu

 

RESUMEN

El presente artículo es el punto de partida de un proyecto de mayor alcance. Se trata de la investigación Central Chaparra: la identidad cultural cubana vista a través de la sociedad y cultura local en una plantación azucarera de capital estadounidense de 1898 a 1933, que se realiza en el marco de la Maestría Historia y Cultura gestionada por el Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad (CECI), adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Holguín. Nuestro  objetivo es exponer, desde una perspectiva crítica, el estudio de la sociedad y la cultura en el batey del central Chaparra, través de las revistas El Porvenir, Ideas, Chaparra Social e Ideales entre los años 1898 y 1933, lo que implicó la utilización método histórico- lógico, el análisis y crítica de fuentes y el hermenéutico.  

Palabras clave: Identidad cultural, batey, central Chaparra.

 

Society and culture in the Chaparra central batey in the light of local magazines between 1920 and 1925

ABSTRACT

This article is the starting point of a larger project. This is the research Central Chaparra: Cuban cultural identity seen through local society and culture in a sugar plantation in the United States from 1898 to 1933, which is carried out within the framework of the History and Culture Master's Degree managed by the Center for Studies on Culture and Identity (CECI), attached to the Faculty of Social Sciences of the University of Holguín. Our objective is to expose, from a critical perspective, the study of society and culture in the Chaparra central batey, through the magazines El Porvenir, Ideas, Chaparra Social and Ideales between the years 1898 and 1933, which involved the use historical-logical method, analysis and criticism of sources and hermeneutics.

Keywords: Cultural identity, batey, central Chaparra.

INTRODUCCIÓN  

La historia de la  cultura cubana está indisolublemente ligada a la industria azucarera, la cual ha tenido gran protagonismo en el surgimiento y desarrollo de nuestra nacionalidad: “El batey, coto cerrado, célula fundamental, contribuyó a la fusión integradora de todos los valores originarios de nuestro país. Ahí se fundieron las corrientes básicas de nuestro ser, se dan el abrazo definitorio todas las manifestaciones que componen nuestro acervo espiritual y material” (Barnet, 2005, p. 6).

El batey azucarero surgió y se desarrolló unido a la propia producción de azúcar. En sus inicios estuvo conformado por los elementos productivos y la estructura social que generaba la producción: el trapiche, la casa de calderas y la purga. Durante el siglo XVII y sobre todo, en el último tercio del XVIII, con el boom, la base social estuvo constituida en su mayoría por negros esclavos. Hasta 1760 fue un asentamiento formado por, alrededor de cincuenta o sesenta personas. Para el último tercio del siglo XVIII, los bateyes azucareros agrupaban  entre cien y doscientos habitantes. En el XIX, la población de estos enclaves podía superar los mil habitantes, debido a su estructura y complejidad.

Para el siglo XIX, además de los elementos productivos (los trapiches, las calderas, la casa de purga, el  secadero, el almacén de azúcar), se pueden distinguir otros elementos como la existencia de tejares para producir hormas de azúcar y también hornos para producir cal, carpintería, herrería, corral de vacas, chiquero para puercos, la casa de vivienda del dueño, del administrador, de los empleados o los técnicos de mayor categoría, y finalmente los bohíos de los esclavos (Fernández, 2005).

Ante el auge de la inversión norteamericana en la industria azucarera en Cuba, durante el primer cuarto del siglo XX, aparecieron nuevos tipos de bateyes y de arquitecturas en grandes colosos azucareros de la parte oriental de la isla. “Los centrales estaban enclavados en el mundo rural como una isla de modernidad” (Zanetti, 2005, p. 17).

En 1899 el General Mario García  Menocal con el apoyo financiero del honorable Robert Bradley Hawley- adquirió el pequeño ingenio Chaparra, ubicado en el término municipal Puerto Padre. En octubre de ese mismo año quedó constituida la Chaparra Sugar Company, entidad que propició el fomento de los campos de cultivo, el establecimiento del central y la conformación del batey. La comunidad del central Chaparra contó, en poco tiempo, con escuelas, hospital, hotel, club social, departamento comercial, club de deportes y cine-teatro. Estas edificaciones hicieron de este poblado: “un lugar delicioso por su belleza y por el ambiente de franca dedicación al trabajo que aumentaba la perspectiva risueña que allí existía para los negocios” (Agricultura y Zootecnia, 1924, p. 18).

Sus habitantes se interrelacionaron, desarrollaron una intensa actividad sociocultural que conformó estilos de vida con características propias del colectivo humano residente en el batey (Linares, 2005). Este accionar  no ha sido analizado con profundidad,  de ahí que  abordarlo constituye  una necesidad.

A partir de los elementos antes apuntados, el presente artículo traza como objetivo exponer, desde una perspectiva crítica, una aproximación teórica del estudio de la identidad cultural y regional del batey del central Chaparra entre 1898 y 1933. 

METODOLOGÍA  

En los últimos años se han desarrollado varias tesis en opción al título de Licenciatura en Historia, dirigidas a temas relacionados con la industria azucarera en las regiones de Camagüey,  Las  Tunas y Holguín, con predominio de las arista socioeconómica: Peña (2013), Valdés (2015), Castro (2016), Leyva (2016), Rojas (2016),  Lores (2018). En lo cultural: Aleaga (2017) y García (2017) han incursionado en el estudio de la arquitectura y el urbanismo en los bateyes azucareros.

La incidencia del capital norteamericano con un enfoque económico ha recibido atención por parte de  Cárdenas (2014), quien aborda el  proceso de modernización capitalista de base  agroazucarera  en la región holguinera durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX.  Por su parte,  Vega  (1991, 1995,  1996,  2002,  2004)  expone cómo la  inmigración norteamericana y el accionar económico y  social de sus protagonistas incidió en la identidad cultural de la región a principios del siglo XX, para venir a formar parte inseparable de la cultura cubana.

Obras de importancia debido a la necesidad de  interpretar las relaciones culturales cubano-norteamericanas, en sus múltiples aspectos. Principalmente por la dimensión cultural de la hegemonía estadounidense sobre Cuba.

Trabajos que,  aunque no tratan directamente al batey del central Chaparra, en alguna medida aluden a este enclave azucarero que tuvo al capital norteamericano como un importante inversionista y por ende, la comunidad  allí residente recibió su influencia cultural.

De manera general, los estudios sobre la temática reflejan el desbalance existente entre las investigaciones, al predominar los enfoques  económicos y políticos, con respecto a aquellos que realizan las correspondientes lecturas étnicas y culturales, derivadas de  estos procesos en la historia de los bateyes azucareros.

En la historiografía nacional, el tema relacionado con el quehacer sociocultural en las comunidades vinculadas a los centrales azucareros no ha sido ampliamente tratado.

Desde este conocimiento, en el presente artículo se han privilegiado los métodos de investigación teóricos para  sistematizar el tratamiento a la relación entre cultura y sociedad en la investigación histórica.

Asimismo para distinguir los diferentes elementos que inciden en las particularidades socioculturales del batey del Central Chaparra. En el acercamiento al problema se partió de dilucidar los principios generales de las comunidades azucareras en el primer cuarto del siglo XX. Se utilizó el análisis y crítica de fuentes y el método hermenéutico. El primero de estos permitió realizar inferencias a partir de los datos empíricos y las elaboraciones teóricas contenidas en las fuentes bibliográficas y documentales consultadas. El segundo propició a través del análisis del texto, el contenido y el discurso, caracterizar el contexto social y cultural del batey del central Chaparra entre 1898 y 1933.

Para el presente trabajo se realizó una consulta bibliográfica y documental. Su empleo obedeció a la necesidad de consultar diversas fuentes bibliográficas y documentales, entre ellas las de artículos de periódicos locales.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Para emprender el estudio de la sociedad y la cultura en el batey del central Chaparra, través de las revistas El Porvenir, Ideas, Chaparra Social e Ideales, fue necesario -en correspondencia con los presupuestos teórico-metodológicos formulados- asumir como indicadores: los componentes socio-económico y político; movimientos migratorios; movimiento deportivo; creencias religiosas, componente educativo, asociacionismo; proyección de los espacios culturales y la realización de festividades.

Uno de los aspectos que resaltan es la información que se brindó en El Porvenir, Ideas y Chaparra Social sobre la crisis financiera que afectó a Cuba a partir de 1920. Lo expresado anteriormente debe entenderse como una necesidad de cubrir, desde las revistas, el impacto de la depresión en la economía cubana.

En El Porvenir, por ejemplo, se expuso el suceso económico: el periodista – resguardado bajo las iniciales F. M.- hizo referencia al desconcierto reinante en la máxima dirección del país:

Nuestra dolorosa situación económica parece que no tiene remedio. Las cabezas directrices, los hombres de gobierno, siguen ensayando procedimientos, y mirándose estupefactos, declarando, con la ineficacia de sus procedimientos que desconocen la verdadera fórmula de combatir la crisis sin precedentes que en definitiva hunde a la República. (El festín de Baltasar, 1921, p. 5).

En otro artículo publicado en la propia revista, la crisis financiera fue esbozada desde la perspectiva femenina: en este caso al periodista le interesó resaltar las limitaciones que enfrentaron las señoras en sus hogares honrados.

Cuesta arriba, en el calvario de nuestra tragedia económica, se ha presentado en estos últimos tiempos una visión de suprema sentimentalidad y dolor: el sacrificio cruento, la penalidad enorme de la mujer cubana (Las dolorosas cubanas, 1922, p. 100).

La directiva de Ideas, por su parte, ventiló la principal preocupación que le atañía para el Año Nuevo:

¿los lectores ratificarían sus suscripciones, a pesar de la estrechez del modus vivendi? La respuesta afirmativa no se hizo esperar, basada en que “la prensa, en sus distintos aspectos, sirve de cicerone en los momentos más difíciles, en los instantes de incertidumbre, y por lógica irrefutable se hace tan imprescindible para el hogar amante de la cultura, amante de convivir en sociedad y últimamente, a pequeños como mayores, servir de distracción enaltecedora (Realidades, 1921, p. 3).

Sin embargo, fue en Chaparra Social donde las referencias a la contracción financiera mostraron diferentes e interesantes matices. Se hizo mención – desde un anuncio de gran tamaño que se reiteró en varias ediciones- a la reforma de precios de los productos en el Departamento Comercial del batey.

Dentro de este complejo escenario, algunos habitantes de Chaparra abrieron pequeños y medianos comercios, fundamentalmente restaurantes. Con excepción de El Porvenir, cuya directiva se mostró reacia a publicar anuncios, las restantes publicaciones reflejaron este redespertar comercial del batey.

En este sentido, merecen destacarse Chaparra Social e Ideales, desde cuyas páginas se promocionaron los nuevos espacios con vistas a atraer la clientela. En la primera se dio a conocer la reapertura del Salón Chaparra Lunch, local que luego de las ostensibles mejoras introducidas por su propietario Carlos Domínguez esperaba convertirse en “el lugar preferido de las damas, a la salida de nuestros cines”. La segunda sirvió para anunciar la futura apertura del Salón Prado:

Muy pronto será abierta la coqueta sala del Salón Prado. Nos comunica su dueño el señor Carlos Ravelo que allí se ofrecerá a todo cliente comodidad, lujo, rapidez y buen servicio, limpieza, buen trato, corrección, música… en fin, todo cuanto pueda desear la persona del gusto más refinado. Ya tienen los jóvenes chaparreros donde llevar a sus simpáticas y bellas amiguitas. Ya tienen las familias que en ésta conviven, un punto agradable de reunión donde dejar transcurrir el tiempo de la manera más alegre y satisfactoria. Pues está muy cerca el referido salón de los cines, de la estación ferrocarrilera y de nuestro pintoresco parquecito, de donde toma su nombre. Esperemos verlo concurrido todas las noches. Ese es un acierto y un éxito indiscutible del señor Ravelo. Y un triunfo más de este Paraíso del Azúcar que se llama Chaparra. (Salón Prado, 1925, p. 15).

Por otra parte, las publicaciones trataron de evitar el abordaje de asuntos políticos, amparadas en el interés de responder, únicamente, a las esferas reflejadas en los subtítulos (literaria, deportiva, agraria, económica y social).

Sin embargo, el movimiento revolucionario que tuvo lugar en Las Villas en mayo de 1924, movió al articulista a escribir sus consideraciones sobre el tema. Dos aspectos resaltaron en el referido artículo: primero, la cobertura informativa que le dieron a los hechos en la prensa nacional y regional, que trajo como consecuencia la sobredimensión de los sucesos:

La prensa de la Habana y con ella la de las provincias, ha sido movida en estos últimos días con el brote revolucionario de las Villas, si es que a este movimiento político-gubernamental así puede llamársele, y con excepción de contados periódicos, todos dieron en la manía de dar al asunto una importancia de que en realidad carecía. Influenciados por nuestro temperamento impresionable, vimos elefantes donde solo existían grillos. (Cabrera, 1924, p. 6).

En segundo lugar, destacó el interés de Antonio J. Cabrera en alertar a los habitantes de Chaparra sobre los propósitos escondidos detrás de las revueltas: el beneficio de Alfredo Zayas, político que consiguió del Congreso la aprobación de 1 400 000 pesos para gastos e imprevistos de guerra. “Este golpe de mano –aclara el periodista-, que repercutiendo en el extranjero, beneficiará en primer término al gobierno del Dr. Zayas” (Cabrera, 1924, p. 6).

Desde las páginas sociales de la revista Ideales se abordó otro elemento relativo al componente socio-político: los movimientos huelguísticos. Sin embargo, el abordaje no se realizó desde las motivaciones que desataron las protestas en los centrales de la Cuban American Sugar Company, sino desde las implicaciones que tuvieron las revueltas en los eventos sociales: la cancelación del baile de carnaval en los salones del Club y la suspensión de un match de basketball entre los equipos de Chaparra y una representación de Santiago de Cuba:

Debido a haberse declarado la huelga en estos centrales el mismo día 21, no pudo celebrarse el baile primero del carnaval, en los salones del Club. Bellamente adornado como estaba por las ágiles manos de nuestras féminas adorables, no pudo verse lleno de las bellas mujeres y de la música y perfumes. Se ha pospuesto y aun no se ha fijado la fecha de su celebración. (Saverdac, 1925, p. 10).

Las publicaciones que circularon en el batey del central Chaparra reflejaron otro tema del componente social: los movimientos migratorios. Las oleadas – fundamentalmente de jamaiquinos, haitianos, arubenses y, en menor medida, canarios y árabes- a principios del siglo XX hacia los enclaves azucareros fue un suceso bastante común. De hecho, la United Fruit Company y la Cuban American Sugar Company emplearon a estos migrantes casi de manera exclusiva en el corte de caña. Villafruela (2017) plantea:

Chaparra se tornó pintoresco asentamiento poblacional urbano…con influencias foráneas marcadas21… llegó la civilización a este paraje remoto de la geografía oriental, el desarrollo en avalancha y los adelantos de ciudad de estos tiempos, trayendo consigo hábitos y costumbres, creándose así un foco convergente de culturas asimiladas” (p. 16).

Las publicaciones periódicas contuvieron reflexiones en torno al tema de la inmigración, merece destacarse Rodríguez (1924). Desde una posición cuestionadora, el autor emprendió el análisis sobre la nueva oleada migratoria autorizada por el Ejecutivo de la República. Para suerte de los hacendados y colonos:

El buen sentido se ha impuesto y debido a esa introducción de braceros habrá zafra completa, dinero en el país y gran número de propiedades cubanas serán liberadas, en parte, de las hipotecas que las gravan, sin que por ello se quebranten nuestras costumbres sociales, ni la salud pública, pues en la práctica hemos visto el resultado que ha dado en el año anterior la instalación de Lazaretos en los sub-puertos por donde entran al país ese enorme número de trabajadores, que se dedica casi exclusivamente al corte de caña. (p.5).

Según sus aclaraciones, esta inmigración no afectaba a los trabajadores cubanos: en varios centrales no era posible contar con braceros nacionales y, por otra parte, las compañías azucareras estaban obligadas por la ley a repatriar a los migrantes al terminar la zafra. En 1923 la Chaparra Sugar Company, por ejemplo, reembarcó a más de 2 000 migrantes, con lo cual se evitó que esta significativa población se convirtiese en carga pública o compitiese con los obreros del país aceptando salarios reducidísimos, como sucedió en los dos últimos años (Rodríguez, 1924, p. 5).

Otro aspecto sobresalió en el editorial: la necesidad de una migración blanca22. “No se ha conseguido en los 22 años que llevamos de República una inmigración blanca y si es posible por familias como afluye a la Argentina debido a las gestiones de aquel gobierno” (Rodríguez, 1924, p. 5). La edición extraordinaria de Agricultura y Zootecnia (1924) también mostró aspectos relacionados con la migración antillana hacia esos enclaves azucareros. Bajo el titular “Estación cuarentenaria”, se discursa sobre la necesidad inmigrantes para que en ambas industrias se desarrollase exitosamente la zafra:

Cuba necesitará importar todos los años algunos millares de obreros que con el concurso de su trabajo contribuyan a efectuar las zafras de azúcar en el corto tiempo que ésta tiene lugar que realizarse, y ninguna otra inmigración más adecuada para llegar a este fin y que pueda conseguirse dentro de las condiciones en que esta se obtiene, que la de los elementos antillanos que se viene favoreciendo con este objeto desde hace tiempo… (p. 76).

Las planas de Agricultura y Zootecnia muestran imágenes de grupos significativos de inmigrantes en los pabellones de cuarentena que, a través de los diferentes puertos de Oriente, arribaron a Cuba para asumir el corte de los cañaverales. Igualmente hay referencias a las enfermedades portadas por los viajeros –fiebre tifoidea y paludismo- y a la necesidad de fomentar una inmigración blanca.

Otro elemento que caracterizó a la sociedad del período fue el asociacionismo, fiel reflejo del modo de organización cívica y sociocultural de las clases medias y burguesa. En el batey azucarero fomentado por la Chaparra Sugar Company en 1901, atendiendo a la diversificación en grupos sociales, raciales y étnicos, surgieron varias asociaciones.

La práctica de deportes fue sistemática. Dicha ejercitación quedó bien documentada. Cada una contó con columnas habituales –como “La vida deportiva”, “Notas deportivas”, “Sportivas”- que explicitaron el activo movimiento deportivo que caracterizó a esta comunidad.

Al analizar las referencias sobre tema, puede inferirse que el beisbol y el baloncesto fueron los deportes más practicados por los chaparrenses, seguidos por el fútbol y el tenis de campo:

Es innegable que el base-ball se ha arraigado de tal manera en el espíritu del cubano, que muy bien podemos asegurar sin temor a equivocarnos que es en Cuba el país donde más se juega y admira tan bello deporte, después de los Estados Unidos. Así estamos que no hay un solo rincón de la Isla en donde no se juegue pelota de más o menos altura.

En los centrales azucareros es donde más ha venido imponiéndose tan sensacional juego, no solamente por las facilidades que generalmente brindan sus dueños o Administradores, que ven en ello un excelente entretenimiento para sus empleados, sino porque la generalidad de esos empleados, cubanos y americanos en su mayoría, dedican sus horas de ocio al base-ball. (Remembranza, 1924, p. 12).

El abordaje de las temáticas deportivas en las revistas El Porvenir, Ideas, Chaparra Social e Ideales se realizó desde prismas muy variados: quedaron reflejadas la inauguración de espacios para la práctica de deportes, como el campo de sport infantil; el examen de los juegos entre las novenas de Chaparra y Delicias23; las encestadas de los equipos Rojo y Azul o los matches en los courts de tenis. Incluso, en Ideas se incorporó el componente social a la promoción del movimiento deportivo:

Ayer, ante numerosos fanáticos, se efectuó el primer desafío de la serie que tienen pactada las aguerridas novenas: Departamento Comercial y Oficina Central. Muchas fueron las damas y damitas (madrinas) que con su presencia realzaron la fiesta. Sus nombres: Caridad Molinet de Gálvez, María Pastor de Giraud y Antonia Más de Rodríguez. Lalita Díaz, Blanca y Estrella González, María Lola Molinet, Antonia y Ana Rosa Machín, Beatriz Mendivel, Elvira Suárez, Ángela y Didima Peralta, Margot Fonts, Conchita y Carilda Álvarez, Clara Luz y Altagracia Miranda, Lucrecia Pastor y las simpáticas holguineras Avelina, Carmita y Lilia Talavera y Gastón. Los muchachos del bat, deseos de obtener aplausos, miradas y gestos simpáticos de sus madrinitas, jugaban con amor propio y el corazón perdido. (Sportivas, 1922, p. 11).

Merece destacarse, por su relevancia, el abordaje en la revista Chaparra Social a la participación del esgrimista Ramón Fonts en las olimpiadas celebradas en París en 1924. En el artículo “El Comandante Fonts” el periodista analizó la trayectoria del espadachín Mañalich, derrotado en la lid, y cifra las esperanzas en la actuación del capitán del equipo cubano, a quien le auguró un regreso “triunfante para gloria de él y de nuestra Cuba”.

Las creencias religiosas, expresión de las costumbres del habitante del batey del central Chaparra, quedaron reflejadas en dos publicaciones: Ideas y El Porvenir. La primera potenció el desarrollo de un movimiento fundamentalmente de filiación católica: entre sus espacios habituales se encontraba la «Sección cristiana», de marcada orientación apostólica. Desde ella se abordaron aspectos relacionados con la esencia de la fe (¿Qué es la fé?, 1922, p.15) y la necesidad de una religión de amor, de vida: “Ese dulce “Amaos los unos a los otros‟ que el divino Maestro y Salvador nos dio como el mayor de los mandamientos, solo se encuentra en una religión que tenga por cabeza a Cristo, y esté lejos de intereses mundanos” (Necesidad religiosa, 1921, p. 12.).

El catolicismo tuvo en Chaparra en la etapa estudiada, muchos seguidores: En la noche del 25 se efectuó en la iglesia católica, la tradicional Misa de Gallo. Fué un fiel exponente de cariño hacia la religión de nuestros mayores. Las más significativas familias asistieron. Las niñas Leovigilda Espino, Clara Luz Miranda, Caridad y Carmen Alvarez, Rosalina e Iluminada Martínez y María E Pérez, en unión de las señoras Caridad Molinet de Gálvez y Enriqueta Arteaga fueron las encargadas del canto al señor. De igual suerte, la señora Molinet de Gálvez y el señor Emilio Álvarez, estuvieron magistralmente en el desempeño musical del armonio y violín, respectivamente. (Ideas, 26 de diciembre 1921, p. 9).

En El Porvenir se publicaron varias noticias relacionadas con las prácticas religiosas protestantes. Merece destacarse el titular “Noticias evangélicas”, que reflejó la velada fúnebre ofrecida por el pastor de la Iglesia Evangelista Los Amigos en honor al fundador de la Cuban American Sugar Company, fallecido en 1921:

La noche del 3 del actual, se llevó a efecto…una velada fúnebre en memoria del que en vida se llamó Mr. R .B. Hawley. La Administración de este Central nos concedió bondadosamente, el local del Club, para que allí celebráramos dicho acto…El programa fue sencillo, oportuno y muy adecuado al caso. El hecho anteriormente expuesto, unido a que en estos últimos días ha quedado constituída nuestra Iglesia aquí, constituye, sin duda alguna, un doble avance para la obra regeneradora del Evangelio. (Noticias Evangélicas, 1921, p. 46).

De igual modo, las publicaciones periódicas antes relacionadas reflejaron el interés que mostró la entidad azucarera en fomentar un sistema educativo de alta calidad. En la edición extraordinaria de Agricultura y Zootecnia reflejó este marcado interés:

Como se podrá observar, el analfabetismo se combate muy eficazmente en el territorio de la compañía de The Cuban American Sugar Company, pues el número de colegios que funcionan en aquel es bastante numeroso y la población escolar que asiste a ellos es también muy importante, de lo que se colige que la educación de la niñez es atendida debidamente en los centrales Chaparra y Delicias y en las demás pertenencias de aquella compañía. (Escuelas públicas y privadas, 1924, p. 87).

El propio magazine, dedicado a resaltar la impronta de Cuban American Sugar Company en la provincia Oriente, relacionó las 18 escuelas públicas y los 8 centros educativos particulares localizados en los territorios bajo el control de la entidad hacia 1924. Mención especial merecieron el colegio Inés S. Brooks y la escuela José de la Luz y Caballero (Anexo 6), amplio y soberbio edificio de mampostería construido por la compañía, inaugurado el 12 de enero de 1925.

En la revista Ideales quedaron recogidas las impresiones sobre la inauguración de esta institución educativa:

…dedicaré unas breves líneas para expresar… la satisfacción que ha producido en todos los padres el beneficio que obra tan grandiosa ha venido a llenar. Allí estaba el Dr. Eugenio Molinet presenciando el acto y su generoso corazón debió henchirse de alegría al ver que sus patrióticos esfuerzos han sido coronados por el éxito. El benefactor de la niñez, el inolvidable y recordado Mr. Hawley, a nombre de la Compañía, fue el iniciador de una obra construida en este central para educar a cubanos y terminada por un cubano que ha tenido la alta delicadeza de que ese templo dedicado a la enseñanza lleve el nombre de aquel educador que según va transcurriendo el tiempo más se agiganta su esclarecida figura: el del gran Luz Caballero. (Ideales, 20 de enero de 1925, p. 7).

Con una capacidad para trescientos veinticuatro educandos, el centro tenía seis aulas. La enseñanza solo alcanzaba hasta cuarto grado, distribuida en: kindergarten, primer grado atrasado, primer grado adelantado, segundo grado, tercer grado y cuarto grado.

Las Memorias del Colegio José de la Luz y Caballero (1938) señalan:

Los jueves de cada semana a las tres de la tarde se reunían en el salón de actos, donde se leían los informes semanales de la conducta, la asistencia y aplicación de los niños. Para premiar a los alumnos que más se esforzaban en cada aula, la Sra. Directora repartía premios y ponía como distintivos unos lacitos en colores. Los de color verde indicaban buena conducta; los rojos aplicación; y los azules puntualidad y asistencia .Además, en esta asamblea se recitaban poesías y se cantaban canciones escolares. Al finalizar el acto marchaban al compás del Himno Nacional y saludaban la bandera. (p.13-14).

Otro titular publicado en Ideales dio cuentas del desarrollo de clases nocturnas en el centro. A petición de las familias del batey, la compañía gestionó la presencia del educador J. M. García, maestro de primera y segunda enseñanza que, además, impartiría clases de idioma inglés (Asociación de Estudiantes Nocturnos, 1925, p. 3).

El 20 de mayo de 1924 la presidencia de la Cuban American Sugar Company inauguró otro centro educativo: la escuela Agraria (Anexo 6), anexa a la Estación Experimental Chaparra, para la instrucción de los adolescentes y jóvenes con intereses en la agricultura. Para ser admitidos en la Escuela Agrícola los alumnos debían cumplir con los siguientes requisitos: tener una edad comprendida entre 17 y 20, ser hijos de los colonos, saber leer y escribir, tener buena salud.

Se aceptaban hasta 40 alumnos internos. La escuela enseñanza era gratuita, pero los alumnos internos debían ocuparse del propio sustento, ofrecido a costo reducido, y estar provistos de su ropa de calle –el uniforme para el trabajo era…proporcionado por la escuela. También la asistencia médica era gratuita… Los cursos se desarrollaban según el calendario escolar, de octubre a mayo, salvo excepciones dictadas por la estación. (Secci, 2020, p. 60).

Las referencias al centro de estudios en la prensa local fueron abundantes; así por ejemplo en Chaparra Social fue publicada la siguiente semblanza:

Los laboratorios y oficinas de la Estación experimental irán en la antigua casa de vivienda y la escuela se instalará en el amplio edificio que ocupaba la Administración de Campos del referido Ingenio [San Manuel], donde ya se han comenzado las obras de adaptación. En el patio de la escuela, que es bastante extenso, se hará un campo de ejercicios prácticos agrícolas para los alumnos, y en un lugar próximo a este patio se ha tomado una caballería de tierra, cantidad suficiente por ahora para experimentación científica agronómica. (Rodríguez, 1924, p.11).

En ese propio año, desde la Estación Experimental comenzó a editarse la revista Chaparra Agrícola. Este magazine –con un precio de 0.50 centavos, fue distribuido gratuitamente a los colonos- sirvió para promocionar importantes estudios de carácter internacional, al tiempo que contuvo interesantes trabajos relativos a problemáticas locales como los sistemas de cultivo de la caña de azúcar (Secci, 2020, p. 61).

Por otra parte, en las publicaciones periódicas se relacionaron con frecuencia tres importantes asociaciones: el Club Chaparra, el Unión Club y el Club Atlético de Chaparra. También se hizo alusión a la Sección de Declamación y Música Apolo y el Chaparra Basketball Club, pertenecientes al sector de cuello blanco de la comunidad, y a la Logia Chaparra (Anexo 3).

Al movimiento masónico fomentado en los bateyes de Chaparra y Delicias se le ofreció cobertura desde las páginas de El Porvenir, Ideas y Chaparra Social, incluso, en las dos primeras revistas mencionadas se publicaron. Respectivamente, las secciones habituales: «Notas masónicas» y «Entre la escuadra y el compás», mediante las cuales se le dio seguimiento al accionar de los miembros de las honorables logias Chaparra, Los Perseverantes de Puerto Padre y Los hijos Perseverantes de Delicias.

El abordaje al asociacionismo se realizó, en la mayoría de los casos desde la promoción de eventos deportivos:

Hoy por hoy, cuenta el Club [Atlético de Chaparra] con un amplio salón equipado a la moderna, con toda clase de aparatos propios para cada ejercicio; en estos días se está organizando el team de Basket-Ball, que probablemente será uno de los mejores de la zona. No falta nada para ello; hay afición, disposiciones y todo lo necesario para hacer una cosa buena en el amplio sentido de la frase. (Club Atlético, 1921, p. 13.)

Asimismo, se dieron o a conocer las veladas artísticas organizadas por los miembros, la celebración de elecciones para las directivas de estas sociedades24, o simplemente se resaltó, con cierta delicadeza, su exclusividad. Un ejemplo lo constituye un anuncio que aparece en la sección «Carnet social», de la revista Idea, referente baile ofrecido por el Unión Club:

…para el día 7 de enero próximo, se había acordado celebrar un suntuoso baile, en los salones del Nuevo Hotel. Es de presumir un éxito esplendoroso, a juzgar por las declaraciones hechas por nuestro simpático amigo, el señor Mieses, presidente del Unión Club, y las cuales estriban en que, por tratarse del primer baile en el nuevo año y también el primero ofrecido por los muchachos del Smart set chaparrense, tiene que resultar muy animado. Nosotros auguramos un triunfo más al Sr. Mieses y sus muchachos, porque conocemos lo espléndidos y entusiastas que son (García, 2 de enero de 1922, p. 6).

Este tratamiento al asociacionismo guarda relación, en cierto modo, con la proyección de los espacios culturales localizados en el batey. Sobre todo, si se tiene en cuenta que fue precisamente el Club Chaparra, junto al cine Jardín y al cine-teatro Politeama, las principales instituciones promotoras de este tipo actividades.

Por ejemplo: el Club Chaparra, además de su biblioteca, tenía una mesa de lectura a la cual llegaban diariamente los principales periódicos y las mejores revistas nacionales y extranjeras. Sirvió también el Club de casa-escuela, pues en una parte de este fueron instaladas por la Compañías varias aulas para la educación de los niños, hasta que fueran terminadas las obras que realizaban en la construcción de un soberbio edificio de mampostería con capacidad para seis aulas.

Además se dedicó al cultivo del sport existiendo, debido a ello, franco ambiente en ese sentido y algunos courts de tennis, campos de basketball, football, base ball y otros deportes (El Club Chaparra, 1924, p. 33).  En sus salones se celebraron también fiestas bailables y culturales. Fue   este el escenario escogido para las presentaciones de la Sección de Declamación y Música Apolo, cuyos miembros- en lucidos espectáculos- interpretaron las obras Cobardías, La pena, Zaragatas y La escondida senda (Sección de declamación, 1925, p. 8). En los salones de esta institución también se desarrollaron bailes en honor a la Reina de la simpatía y sus damas y otras actividades festivas.

Los propietarios del cine Jardín y el cine-teatro Politeama enviaron las programaciones para que fueran publicadas en las revistas El Porvenir, Ideas, Chaparra Social e Ideales. De ese modo, es posible conocer que en el primero se exhibieron las cintas “Las semivírgenes” y “La perla del Mar”, y que en el segundo hubo lleno total en la exhibición de la película El hombre fuerte, interpretada por Harold Lloyd, y durante la presentación de la compañía Movelty de Zarzuelas y Comedias.

De modo general, los magazines que circularon en la etapa se convirtieron en activos promotores de la literatura universal, nacional y regional. Fue habitual la publicación de cuentos y poemas escritos por figuras consagradas como Sor Juana Inés de la Cruz y Gabriela Mistral y de autores locales como el gibareño Luis G. Cabrera o el banense Oscar Silva.

Los magazines también reflejaron la celebración de paseos de carnaval (Anexo 7). En las planas de Chaparra Social, por ejemplo, se transmitieron las impresiones derivadas del desfile de carrozas efectuado en el mes de marzo de 1924:

Un grupo de bellas y gentiles damitas de nuestra mejor sociedad, secundado por otro de entusiastas jóvenes, formaron el proyecto de festejar el día de ayer con un bonito paseo de carnaval en este central, extendiéndose hasta Delicias y Puerto Padre. Feliz idea que lanzaron y que fue acogida con beneplácito por todos nuestros más valiosos elementos.

Así fue que ayer por la tarde gozamos de unas horas de bullicio y entusiasmo, al admirar las lindas carrozas que, a semejanza de canastas repletas de fragantes flores, paseaban congestionadas de encantadoras señoritas que lucían primorosos trajes de disfraz. (El Carnaval, 1924, p. 7). Otro anuncio relevante –esta vez publicado en Ideales- fue la presentación del famoso circo cubano de Santos y Artigas:

Se nos anuncia para el día primero de marzo la llegada del gran Circo Santos y Artigas…No se puede hablar de esta gran carpa que nos visita anualmente sin que resplandezcan nuestros ojos de alegrías y acuda a nuestros labios una sonrisa de placer.

…Esperamos que todos como uno concurrirán a este magno espectáculo que solo se presenta a nuestras aldeas cada trescientos sesenta y cinco días. Los ya famosos en todo el mundo, como lo son Santos y Artigas, traen en 1925 un escogido y variado número de verdaderas notabilidades en ese difícil arte. (Saverdac, 1925, p. 10)

Convocados por el slogan: “Nada de limitaciones..!! Nada de rutina!!”, se incitaba a que todo Chaparra concurriese a tan atrayente espectáculo (Ideales, 24 de febrero 1925, p. 15).

El batey del central Chaparra entre los años 1920 y 1925 se encaminó hacia la modernización. Ese proceso, manifestado a través de los componentes socioeconómicos y culturales abordados, fue expuesto por activos cronistas en las revistas El Porvenir, Ideas, Chaparra Social e Ideales, que devolvieron el reflejo de un pueblo chaparrense dinámico, organizado y amante del arte.

 

CONCLUSIONES

El hombre reconoce el valor de la cultura. El significado que esta tiene en su vida la convierte en un objeto social de gran trascendencia. La producción de los diferentes grupos culturales surge de las necesidades sociales y está determinada por ellas, lo que conlleva a interpretar los fenómenos socioculturales desde una integración interdisciplinaria que imbrica la historia social y la cultural.

Las publicaciones periódicas ofrecen la posibilidad de recurrir a los textos publicados como elemento para el conocimiento y la reconstrucción de una época, siempre que el investigador muestre un marcado espíritu crítico y que conserve la noción de la posible manipulación que pudieran tener las informaciones.

Las compañías que operaron con capital estadounidense en la región nororiental de Cuba, demostraron un marcado interés por convertir a los bateyes en comunidades autosuficientes, para depender lo menos posible de las instancias municipales y consolidar su influencia en el medio social. La urbanización al estilo norteamericano evidenció la segregación y la estratificación social existente en el batey, donde se generó un intenso y variado conjunto de actividades relacionadas con el arte y la cultura. No obstante, al carácter socioclacista que influyó en la vida cultural de los bateyes.

El General Mario García Menocal, con el apoyo financiero Robert Bradley Hawley- adquirió en 1899 el pequeño ingenio Chaparra, ubicado en el término municipal Puerto Padre. En octubre del propio año, quedó instituida la Chaparra Sugar Company, entidad que al amparo del capital estadounidense, fomentó los campos de cultivo, el establecimiento del central y la conformación del batey.

El asentamiento poblacional se conformó a partir de dos grandes barriadas, en las que prevaleció un rígido segregacionismo: el núcleo original del batey y el barrio de los Americanos. Las grandes utilidades obtenidas por las primeras zafras del central Chaparra, hicieron posible la adquisición de nuevas propiedades bajo el patrocinio del capital norteamericano. Se erigieron nuevas edificaciones de servicio: el departamento comercial, el hotel Chaparra, el Club Chaparra, la iglesia católica y la estación central de ferrocarriles.

Figura también en el enclave la introducción de adelantos como el fluido eléctrico, la telegrafía, la telefonía, la imprenta y el cinematógrafo, así como la circulación de un conjunto de publicaciones periódicas que recrean la activa vida sociocultural de la comunidad. Todo ello evidencia que el central Chaparra, junto a su batey, se convirtió en un referente de civilización en la provincia Oriente.

La sociedad y la cultura en el batey del central Chaparra entre 1920 y 1925, según su reflejo en las publicaciones periódicas locales, son expresión de un modo de vida condicionado por la impronta cultural norteamericana, que a pesar de su carácter elitista, le confiere un ambiente de renovación sociocultural, expresado fundamentalmente en el componente educativo, asociacionismo, movimiento deportivo, la proyección de los espacios culturales y la celebración de festividades.

REFERENCIAS

Agricultura y Zootecnia. (1924). Edición especial para los centrales Chaparra y Delicias.

Asociación de Estudiantes Nocturnos. (10 de febrero de 1925). Ideales, 4.

Cabrera, A. J. Discurramos (19 de mayo de 1924). Chaparra Social, 22,

Central Chaparra. (1924). Agricultura y Zootecnia. Edición especial para los centrales Chaparra y Delicias, p. 11.

Chaparra nuevo y viejo. (1924). Agricultura y Zootecnia. Edición especial para los centrales Chaparra y Delicias, p. 34.

Club Atlético. (15 de noviembre de 1921). El Porvenir, 3, p. 13.

Departamento Comercial. (26 de diciembre de 1921). Ideas, IV, p. 16.

El Carnaval. (10 de marzo de 1924). Chaparra Social, 14, p. 7.

El Club Chaparra. (1924). Agricultura y Zootecnia. Edición especial para los centrales Chaparra y Delicias, p. 33.

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Font, P. N. (15 de noviembre de 1921). A qué vinimos. El Porvenir, 1, p. 2.

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Las dolorosas cubanas. (15 de febrero de 1922). El Porvenir, 7.

Necesidad religiosa. (5 de diciembre de 1921). Ideas, 1.

Noticias Evangélicas. (15 de diciembre de 1921). El Porvenir, 3.

Realidades. (5 de diciembre de 1921). Ideas, 1.

Remembranza. (4 de febrero de 1924). Chaparra Social, 7.

Salón Prado. (20 de enero de 1925). Ideales, 1.

Saverdac, H. (24 de febrero 1925). El circo. Ideales, 6.

Sección de declamación. (20 de enero de 1925). Ideales, 1.

Sportivas. (2 de enero de 1922). Ideas, V.

Zanetti, O.   (2005).   Historia   y   azúcar.   Catauro,   6   (11),   15-25.